¡¿casados?!

CAPÍTULO 007

Entre el miedo y el pasado

El auto rugió con fuerza mientras Rohan pisaba el acelerador sin piedad. Jade, con los dedos clavados en el asiento, miraba aterrada por la ventanilla cómo las calles pasaban a una velocidad alarmante.

—¡¿Puedes manejar como una persona normal?! —gritó, sujetándose del cinturón de seguridad.

Rohan ni siquiera la miró.

—Dijiste que condujera rápido.

—¡Sí, pero no como si estuvieras huyendo de la policía!

Él se encogió de hombros con una sonrisa burlona.

—Así es más emocionante.

Jade bufó de frustración.

—¡Te juro que si salimos vivos de esto, te voy a matar!

—Buena suerte con eso, esposa.

—¡No me llames así!

Rohan soltó una carcajada, disfrutando más de lo que debería la desesperación de Jade.

Después de un trayecto tenso y lleno de insultos, llegaron al hospital. Jade prácticamente saltó del auto, ignorando la forma en que sus piernas temblaban por el viaje infernal.

—¡No vuelvo a subirme a un auto contigo! —espetó antes de correr hacia la entrada.

Rohan solo sonrió con arrogancia y la siguió con calma.

Jade entró al hospital y fue directo a recepción, su respiración agitada.

—Soy Jade, la nieta de Elena Delacroix. ¿Dónde está mi abuela?

La enfermera revisó rápidamente los registros.

—Está en la habitación 312. Los doctores están con ella ahora.

Jade corrió por los pasillos, su mente una tormenta de recuerdos y emociones encontradas.

Cuando llegó a la habitación, vio a Luisa, la empleada de su abuela, esperándola fuera con los ojos rojos de tanto llorar.

—Luisa… ¿qué pasó? —preguntó con la voz temblorosa, aunque en el fondo temía escuchar la respuesta.

Luisa soltó un suspiro pesado, su expresión reflejaba una tristeza que hizo que el corazón de Jade latiera con fuerza.

—No está bien, Jade… El tumor ha avanzado. El tratamiento no ha funcionado.

Jade sintió cómo el mundo se detenía por un instante.

¿Tumor?

Su respiración se entrecortó, y una sensación de vacío se instaló en su pecho.

—¿Tu-tumor? —repitió en un murmullo, como si la palabra le quemara los labios.

Nunca, ni en sus peores pensamientos, habría imaginado esto. Ella ni siquiera sabía que su abuela estaba enferma, mucho menos que tenía un tumor.

De repente, su estómago se retorció de una forma dolorosa, como si algo dentro de ella se desgarrara.

—No… —negó con la cabeza, incapaz de aceptar la realidad.

—Los doctores dicen que… le queda poco tiempo —agregó Luisa con voz queda.

Jade cerró los ojos con fuerza.

No podía procesarlo.

No quería procesarlo.

El tiempo que pasó alejada de su abuela le pareció de repente una sentencia cruel. Había huido buscando su libertad, sin imaginar que en su ausencia, la mujer que la crió se estaba apagando.

—¿Ella pidió verme? —preguntó con un hilo de voz, su corazón latiendo dolorosamente en su pecho.

Luisa desvió la mirada antes de asentir.

—Sí…

El peso de la culpa cayó sobre Jade con brutalidad.

Durante años había luchado contra la sombra de su abuela, contra su control, contra el peso de su apellido… y ahora que el final estaba cerca, no sabía si odiarla por haberla asfixiado o odiarse a sí misma por haberla abandonado.

Más sin embargo sopesaba los actos de su abuela, ella quiso controlar cada aspecto de su vida, diciéndole qué hacer, cómo comportarse, con quién casarse. Fue esa asfixiante presión lo que la llevó a alejarse.

Ahora, con la noticia de su enfermedad, no sabía qué sentir.

—Ve a verla —susurró Luisa.

Jade se quedó inmóvil por un momento. Luego, sin decir nada, empujó la puerta y entró.

No sabía si estaba lista para esto.

Pero ya no tenía opción.




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.