Cásate conmigo

Capítulo 23

—No entiendo… Nadie de nosotros ha dicho que lo venderemos — le digo seria mientras seguimos caminando. 

—Bueno. El día viernes fue Don Omar con la señora Rebeca y ellos dijeron que estaban ahí para mirar las instalaciones — Murmura Izan — No fueron solos. Iban acompañados por cinco personas aparte de ellos dos — dice haciendo una pausa — No sabría decirte quienes porque no quisieron decirlo cuando preguntamos, sin embargo dijeron que estaban ahí por negocios y bueno… Por la tarde llegaron varios empleados reclamando porque ellos dos estaban ahí según porque venderán todo en menos de un año — dice Izan, haciendo que yo muerda mi labio de coraje.  

—No quiero que les des más autorización de entrar a las instalaciones y menos a la casa para que saquen algún documento, ¿Saben si se llevaron algo de la casa cuando se fueron? — les pregunto a Iker e Izan, pero los dos niegan con inquietud. 

—Creo que no. No estoy seguro a decir verdad, si los vi entrar a la casa y luego salir rápido, pero no vi que tuvieran algo en las manos, solo iba la señora Rebeca con su bolso como siempre — dice Iker con un tanto de preocupación. 

—Yo no los vi. Estaba cerciorándome de que estuviera todo cerrado y que las caballerizas estén cerradas también para luego partir hacia acá, no vi nada — dice Izan en modo de disculpas. 

—No se preocupen, luego hablaré con ellos — le digo para ver que ya llegamos a los Almacenes grandes en donde nos detenemos para mirar que hay cuatro camiones en la entrada del primer almacén siendo cargados por cajas en donde dentro de ellas se encuentran las botellas de vino por supuesto y otros diez camiones que están estacionados enfrente.  

—señorita Smith que gusto verla — me dice uno de los encargados de administrar las cargas quien se llama Jorge y quien viene hacia mí con una carpeta en manos. Al llegar a donde estamos desocupa su mano derecha para estrecharla con la mía en forma de saludo. 

 

OTRA PARTEE

—Buenos días — le saludo — ¿para dónde van esos cuatro? — le preguntó al cruzarme de brazos al mirar cómo cargan las cajas. 

—El primero va hacia Filadelfia. La mayoría son pedidos de restaurantes de allí, hay solo un pedido extra de cuatro cajas para un evento. 

<<El segundo es para aquí mismo en New York, siempre tenemos pedidos, el tercero va para Miami, y el otro va para Manhattan, los otros que ve por allá — me dice apuntando los camiones estacionados — Van para el aeropuerto — dice mirando los papeles de la carpeta — Por la tarde llegan los camiones de Washington vienen a dejar barriles acá — termina de decir, a lo que yo lo miro confundida. 

—¿Porque traerán más? — le digo sin entender — Había escuchado la reunión anterior que el resto quedaría allá — le digo para comenzar a caminar hacia el almacén rápidamente, siendo seguida por los cuatro hombres.  

—Por que estamos teniendo perdidas señorita Sol — dice Jorge a lo que yo freno enseguida para darme la vuelta y hacer que Jorge pare de caminar enseguida, haciendo que Oliver, Izan e Iker se choquen porque venían en fila. 

—Cómo es eso — le digo seria — ¿Mi abuelo lo sabía? — le pregunto alarmada viendo que ellos hacen una mueca. 

—Así es, señorita Sol. Sus tíos desde hace un tiempo han estado sacando.. Cantidades bastante grandes, y de los mejores. Se lo notificamos a su abuelo, pero dijo que no hiciéramos nada, porque decía que también tenían derecho y no quería armar polémicas — murmura Iker mirando hacia el lado.  

—Ahora que el señor Leonard ya no está, pensamos que lo mejor es traer esos para acá, porque hemos intentado hacer que no entres sus camiones o saquen los vinos, al menos de los que ya están listos para ser llevados a los compradores, pero no nos tomaron en cuenta y son grandes pérdidas y pensamos que sería lo mejor — termina de decir Izan mirando a su hermano Iker. 

—Sentimos no haberlo dicho antes, pero al ver que ellos estuvieron allí, y con gente que se veía interesada en comprar, creemos que están vendiendo los vinos por su cuenta ahora — dice Iker en modo pensativo. 

—Han hecho bien, les pido que cada cosa por más pequeña que sea, me lo hagan saber. Tratare de ir lo antes posible y solucionar todo esto — les digo segura de mis palabras. 

—Sabemos que contigo cambiará todo y estamos para ayudarla… ¿No es así muchachos? — les pregunta Jorge a Iker, Oliver e Izan. 

—Así es — dicen los tres al mismo tiempo. Dándole la razón a Jorge y haciendo que me sienta más segura y con fuerzas de luchar por esto y por todo lo que un día fue nuestra felicidad y que fue arrebatada por culpa de ellos. 

Comenzamos a caminar más adentro de las instalaciones, mientras ellos me explican cómo es el sistema de todo lo que hay aquí, presentándome a los que nos encontrábamos y cada paso que daba me iban saludando, tanto los que trabajan en el empaquetamiento de los vinos como los que van moviendo las cajas en las máquinas para ser llevadas a los camiones.

Estuve alrededor de cuatro hora en el lugar, recorriendo, escuchando todo lo que Oliver y Jorge me iban comentando y dándome cuenta de que no conocía casi nada de lo que mi abuelo hacía aquí, y mucho menos de lo que hacía y se hace en Washington, nunca me llamó la atención como siempre digo, es por ello que cuando termine la preparatoria entre a la carrera de arquitectura y diseño, pero el hecho de que mis padres murieran tuve que comenzar a estudiar administración, para dirigir la empresa de papá, tanto por elección mía como por petición de mi abuelo y estar más segura de que no la voy a llevar a la quiebra. Me despido de Jorge, Iker e Izan para que sigan con su trabajo al igual que Oliver y los demás, por lo que comienzo a caminar hacia la casa nuevamente lentamente pensando en cómo organizar mi agenda estas semanas con tantas cosas por hacer y tan poco tiempo para hacerlas (vaya dilema), pienso soltando un suspiro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.