Cásate conmigo

Capítulo 24

Narra Sol

Al llegar a la parte de adelante de la mansión subo los escalones de la entrada para luego abrir la puerta principal color negro con detalles dorados. 

Al entrar veo a Amanda pasando por el recibidor. 

—Amanda — la llamo haciendo que deje de caminar y mire en mi dirección.

—Sí dígame — dice caminando hacia mí.

—Quería pedirte disculpas — le pido apenada — Por cómo te hable esta mañana — agregó casi en susurro. 

—No se preocupe, la entiendo. Adam aún es un joven que no madura del todo y sé que a usted le ha tocado enfrentar todo esto con la mayor madurez y responsabilidad, y sabe que puede contar conmigo cuando me necesite — responde junto a una cálida sonrisa. 

—Muchas gracias Amanda — le agradezco devolviéndole la sonrisa — Tendré tus palabras en consideración — le digo con sinceridad. 

—No hay de qué. Ahora sí, tiene que almorzar — me recuerda. 

—Saldré — me excuso y niego de inmediato ya que no tengo apetito. 

—Tiene que hacerlo. Ambas sabemos que luego no lo ara — 

—No quiero. No tengo hambre, además voy tarde — miento esquivando su mirada al darme la vuelta. 

—¿Para donde cree que va? — pregunta ella haciendo que no dé ni un paso y la mire de reojo — A comer — ordena.

Sin esperar mi respuesta comienza a caminar pasando por mi lado en dirección a la cocina. 

Resoplo rendida. No me queda de otra que seguirla. 

Al estar en la cocina me siento en uno de los taburetes y ella coloca dos manteles individuales sobre el mesón, uno frente a mi color verde y el otro frente al asiento del que está al lado de mí, luego unas servilletas de tela color verde también, los cubiertos, un vaso junto con una jarra de jugo de Manzana por el aroma.

Me sirvo jugo mientras ella sirve la comida. Al ya tener frente a mí un plato de espaguetis y carne molida, empiezo a comer junto a ella.

—¿Es verdad que es novia del señor Logan Walker’ s señorita Sol? — pregunta de repente.

—Así es Amanda — suspiró al recordar — Pero aún no lo sabe mucha gente y te pediría que no dijeras nada, queremos hacerlo saber en unos días — agregó mirándola. 

—No se preocupe por mí, no diré nada — dice de inmediato. 

Sonrió conforme con su respuesta. Al terminar de comer, bajó del taburete. 

—Saldré ahora, no sé si llegue a la hora de la cena, por si no llego antes le dices a Adam que cene solo, si es que él llega también — le digo viendo que ya son las cuatro con veinte. 

—Bueno — dice.

Salgo de la cocina encaminandome al segundo piso. 

Y al estar ya en el cuarto me voy directo al baño a lavarme los dientes y luego me voy al cuarto de ropa para verme en el gigante espejo para ver si cambiarme o no. 

Al final decido en cambiarme por unos Jeans negros, un polerón con cierre blanco, me quedo con la polera que tenía puesta y unas botas blancas con un pequeño tacón. Tomo uno de los tantos relojes que tengo, en este caso es uno de plata sencillo pero bonito. Tomó una pequeña mochila en donde echo lo esencial, (celular, pañuelos desechables, mi cosmetiquero y ya).

Salgo de mi habitación y bajó las escaleras en dirección a la cocina en donde veo que aún está Amanda. Me despido de ella para salir por la puerta trasera de la casa. 

Al salir veo que están los jardineros limpiando las flores. Este lugar me gusta, me encanta el jardín, es gigante. Además de tener una piscina techada tiene un jardín que enamora a cualquiera, mi abuela fue la creadora de este jardín y mi madre lo siguió cuidando. Recuerdo que cada vez que podía y tenía tiempo se venía directo al jardín, no le importaba ensuciarse las manos con la tierra, pasaba las hora aquí por lo que Rebeca cuando venía siempre la miraba como si fuera una más de la servidumbre, mi abuelo siempre trato de darle el lugar que merecía mi madre cada vez que su otra envidiosa hija hacía comentarios respecto como era mi mamá, cuando falleció mi abuela, Rebeca mi tía cambio y para peor, se volvió materialista mucho más de cómo era antes, mi madre me decía que Rebeca solo la veía en casa cuando necesitaba dinero, más del que mi abuelo les daba a ambas cada mes y mi abuelo siempre fue más cercano a mi mamá que a Rebeca, por el hecho de que mi tía jamás fue afectiva y realmente no si lo será con sus hijos, en cambio mi madre.. Ella era igual que mi abuela. Mi madre era dulce, cariñosa, risueña, la mujer más alegre que conocía, yo era así, lamentablemente hay personas que logran golpearte tan fuerte que olvidas lo que un día fuiste, y no estoy hablando en el sentido físico si no que psicológico y emocional. 

Rebeca por lo que mi madre me contaba siempre fue fría con ella, decía que cuando estaban juntas en la primaria y secundaria, su propia hermana le hacía bullying. La insultaba sin embargo mi madre nunca hizo nada y las consecuencias a eso eran cada vez más graves. 

Volviendo a las flores ella siempre se preocupaba por que se mantuvieran en las mejores condiciones, aquí es difícil mantenerlos por el hecho de que siempre cae mucho hielo por las noches en especial en invierno y es por eso que siempre las cubren para que no mueran.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.