Cásate conmigo

Capítulo 72

Narra Sol

—¿Papi a dónde vamos? — le pregunté al mirar por la ventana del auto. Mientras que él seguía conduciendo con una sonrisa en su rostro. 

—Te dije que no te lo diría princesa — dice a lo que voltee mi cara con mi ceño fruncido — Te amo hija — suelta luego de unos minutos volteando su mirada hacia mí por unos segundos con su sonrisa de felicidad cada vez que lo decía — No dejare que nadie te lastime — continúa, estirando su mano derecha hasta tomar las mías sobre mi regazo — ¿Siempre serás mi princesa? — pregunta a lo que sin pensarlo dos veces le respondo con entusiasmo evidente. 

—¡Claro que sí papá! — exclamó ensanchando mi sonrisa y viéndole sonreír aún más si es posible. 

A decir verdad, la gran mayoría de los rasgos que tengo han sido heredados de papá. Sus ojos color miel, su pelo casi dorado, su altura, su tez blanca y sobre todo su carisma. Aunque aquello lo he sacado de ambos. Mamá tiene el pelo castaño oscuro, su piel es más morena y es más bajita que papá. Sus ojos son color chocolate y de contextura delgada. Creo que aquello lo he sacado de ella. Lo demás soy la viva imagen de papá. 

—Tu hermano cada vez está mejor — murmura dándome un leve apretón en mis manos. Adam es el revoltoso o lo era antes de que lo tiraran por las escaleras sin intenciones de salvarlo antes de la caída. Él, al igual que yo, se parece más a papá que a mamá. 

—Pero papá — susurro mirando mis manos más pequeñas junto a la de él — ¿Adam recordará algún día lo que le hizo Marcus? — le pregunto sintiendo cólera cada vez que lo recuerdo. 

—No lo sé hija — murmuró suspirando — Y lo que le pasó a Adam fue un accidente princesa — vuelve a aclarar. No es la primera vez que me corrige. 

—Claro que no fue así papá — le digo casi en un exclamó — Marcus lo empujo de las escaleras — recalco — Yo lo vi todo — agregó segura de que presencie toda la horrible escena. 

—Respeta a Marcus, hija — me riñe con una casi inexistente mueca — Recuerda que es tu tío — 

—Claro que no lo es — le contradigo enseguida — Me da escalofríos cada vez que vamos a casa de ellos — murmuró estremeciendome. 

—Yo siempre estaré ahí para protegerte — dice volviendo a sonreír — Siempre cariño — iba a sonreírle. Pero aquella felicidad se desvanece por completo al pestañear y ver que ya no estoy en el auto y ya no veo a papá. 

Miro hacia todos lados confundida total hasta caer en cuenta que estoy en el rancho de Washington. 

—¿Ya se fueron? — abro mis ojos exageradamente al verme a mi bajando las escaleras con un chaleco de pelos largo color negro y unas calzas plomas. Comienzo a sentir mi corazón acelerarse mientras camino temerosa viéndome a mí misma. Me encuentro seria y molesta. Miro hacia adelante y veo a Adam sentado en el sofá de cuero. 

—Aja — dice — Dijeron que te dijera que me cuidaras hermanita y que te quieren mucho — dice sonriendo abiertamente.

—Hoy saldré enano — habla mi yo. 

—¿Otra vez? — pregunta Adam sorprendido — No salgas Sol — ruega Adam — Papá lo ha hecho por tu bien — continúa hablando mientras le veo pararse y caminar hacia mi yo. 

—Tú no sabes nada Adam — exclama mi yo con notorio enojo. Me estremezco a más no poder ante el recuerdo. Los recuerdos que golpean abruptamente mi memoria. 

Este es mi pasado. Donde comenzó mi pesadilla. Donde luego de ese día, todo cambió para mal. Donde todo lo que debía haber dicho antes de que ellos se fueran golpearan una y otra vez mi mente. 

—Papá te ama Sol. Sabes que los planes del abuelo son que te cases y papá está haciendo todo para que seas tú quien decida cuándo y con quien hacerlo — responde Adam. 

—Pero esa es mi decisión Adam. Tú lo has dicho. Sabes que papá está enfermo y yo puedo tomar el cargo antes de tiempo mientras él se recupera — 

—¿Y crees que solo por casaste, papá y el abuelo te dejarán el cargo a ti? — pregunta con su ceño fruncido. 

—El abuelo ha dicho que aceptaría — 

—¿Y crees que mamá y papá lo aceptaran? o mejor dicho ¿Crees que el abuelo Leonard dejará que el abuelo Pablo te meta tan joven con esa responsabilidad tan grande? — 

—Ya te lo dije, es mi decisión — 

Vuelvo a pestañear y está oscuro de primera. Aquella escena desaparece y ahora me veo gritando sobre la cama de mis padres. 

Comienzo a tiritar de pie a cabeza y mis ojos se empañan de lágrimas al recordarme a mi, sobre esa cama durante cinco semanas o puede que hayan sido muchas más. 

Los días pasaban con lentitud, recuerdo. Las semanas se sentían en agonía por no encontrar mi propia alma dentro de esas cuatro paredes. Despertar asustada cada día mirando hacia todos lados y terminar con mis ojos puestos en la puerta en donde pensaba que solo había sido una pesadilla pero caía en cuenta cuando quien la abría era el abuelo y no papá. 

En donde me encontraba no era mi cuarto era el de ellos. El desastre que veía a mi alrededor tras sentirme completamente fuera de conciencia reflejaba que todo lo que había creído que era un sueño, era totalmente real. Que aquella pesadilla se repetía constantemente en mi mente al quedarme dormida sin darme cuenta y la pena y el dolor volvía. Continuamente. 




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