Cásate conmigo Mary

Capítulo 2

¿Qué rayos hace él aquí?— Pensó Mary— Seguramente aquello era karma de alguna vida pasada.

Se volteó para que no la viera, eso sin duda era muy humillante para ella. Buscó por todos lados esperando ver una persona diferente, quizás no fuese él, el problema es que no había preguntado como estaba vestida la persona a quien le llevaba el paquete. Más si era él, ¿Qué haría? Ella no quería volver a verlo en su vida, él era la definición perfecta de su mal humor. Allí mismo sentado estaba el gerente general de korner Industries, el demonio en persona, según ella.

— Será mejor volver con la recepcionista y preguntar — dijo para sí misma.

Al llegar a la recepción la encuentra hablando con un hombre muy apuesto.

 — Nos quedaremos a cenar así que tenga todo listo, ella odia las demoras. — dice este dirigiéndose a la recepcionista.

— Si señor, todo estará listo para las 7:00 pm — responde, está con una sonrisa.

— Muy bien.

Este voltea y clava la vista en Mary, escudriñándola con la mirada de pies a cabeza y luego sonríe.

 — ¿Puedo ayudarle en algo? — dice la recepcionista.

— En... Sí, ¿puede decirme en que mesa está el hombre a quién debo entregarle este paquete? — dice algo nerviosa por la mirada de aquel hombre.

— Claro, deme un momento.

Al decir esto se va hacia el ordenador.

— Entonces, ¿eres repartidora de paquetes o algo por el estilo? — dice con media sonrisa.

— No creo que esa sea la palabra, pero creo que si — Mary lo mira con el ceño entre fruncido. — disculpe, ¿lo conozco de algún sitio?

— Creo que recordaría eso — dice con picardía y aún sonriendo.

— ¿Podría dejar entonces de mirarme? Me pone nerviosa.

— Considero que eso sería imposible para mí o cualquier otra persona.

Ella lo miró confundida, ¿acaso le estaba coqueteando? Más cuando intenta responder llega la recepcionista.

— Señorita, se encuentra en la mesa número 4.— Dice con su habitual sonrisa.

— Muchas gracias. — Dice aún pensativa por lo que le había dicho ese hombre, más se marcha sin decir nada.

Al llegar busca la mesa número 4, solo para comprobar que efectivamente era él. Baja la cabeza lamentándose.

— ¿Pasa algo hermosa?

Se escucha a su espalda logrando que ella pegue un pequeño brinco por el susto. Y al voltear era el mismo hombre de la recepción.

— Disculpe, pero que nadie le enseñó que esto no se le hace a las personas, casi me mata de un susto. — dice con el corazón en la mano.

— En verdad lo siento, solo quería ayudarte, te ves algo angustiada.

Era un hombre de pelo castaño, peinado hacia atrás, alto y Atlético, labios rosados y un poco de barba en su barbilla, vestido con un traje azul que se ajustaba a su cuerpo y una camisa blanca, sí que era guapo, pero al mismo tiempo esa picardía que tenía no le daba confianza a Mary.

— ¿Quién dijo que necesito su ayuda? — dice a la defensiva Mary.

— Lo siento, solo quería ayudar. — Levanta las manos en modo de rendimiento y ella suspira.

— Lo siento, creo que estoy un poco alterada.

— Descuida. — dice con su típica sonrisa.— Por cierto me llamo Esteban. — Extiende su mano hacia ella.

— Me llaman Mary. — le sonríe.

— Entonces... ¿Te puedo ayudar? — Dice en tono de súplica, ella lo duda por un momento. Un hombre de traje, que parece un empresario, quiere ayudarla, eso era poco creíble. Pero, por otro lado, si estaba dispuesto a ayudarla a salir de esto con vida, era mejor aprovechar.

— Depende. ¿Ve a ese hombre que está por allá? — Lo señala y él asiente.

— Es a quien tengo que entregarle el paquete, el problema es que no quiero que me vea.

— ¿Por qué? — Pregunta intrigado y ella suspira incómoda.

— Larga historia.

— Espera un momento. — Antes de que pueda responder se va dejándola ahí.

— Esta clase de cosas, solo te pueden pasar a ti Mary. — se dice a sí misma.

Sonríe, por lo loca, que suena hablando con ella misma. Cuando regresa Esteban, trae una gorra, una liga y unas gafas.

— Creo que esto te servirá.

 — ¡Es perfecto! — dice con una sonrisa.— Me has salvado la vida, espera, sostén esto. — Le entrega el paquete, se amarra el cabello en una cola alta y luego se coloca la gorra y los lentes.

— ¿Cómo me veo? — Dice al terminar alzando un poco los hombros.

Él le sonríe y hace como si pensara.

— Sí, estás irreconocible. Pero tan hermosa como siempre. — Ella se sonroja y luego se aclara la garganta.

— Bueno... Entonces adiós.

 — Aunque también me podrías dar tu número. — Dice acercándose más a ella e inclinando se a la altura de su rostro, lo cual la sorprende y la pone nerviosa.

— No creo que eso pase, pero gracias por la ayuda y por sostener el paquete. — Dice quitándole el paquete de las manos y echándose para atrás para empezar a caminar, él solo sonríe mientras la ve alejándose.

Mary va hasta donde se encuentra el gerente, el cual está sentado en uno de los sillones con su vista fija en el teléfono. Mientras más se acercaba más nerviosa se ponía, al llegar se paró frente a él y se aclaró la garganta, entonces él levantó la vista para verla, aunque luego vuelve a su teléfono.

— ¿Usted es la mensajera?

— Y usted un mal educado.— Balbucea

— ¿Perdone?

— No nada, solo que si soy la mensajera — dice en un intento de sonrisa.

— Deje el paquete en la mesa. — Ella lo hace y luego se vuelve a aclarar la garganta. — ¿Algo más?

— Señor, quizás usted no reciba mucho correo, pero tiene que saber que debe firmar el recibo. — Dice intentando sonar amable, recordando que es nueva en este trabajo.

Le extiende las hojas y le indica donde firmar, cuando lo hace le da un recibo y se lleva el otro. Da la vuelta para irse más, él la detiene tomando la del brazo, lo cual la paraliza, ¿la había reconocido?



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En el texto hay: amor, disputafamiliar, dulce

Editado: 12.02.2022

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