Cásate conmigo Mary

Capítulo 6

La estrepitosa risa de Mary la saca de sus pensamientos y la hace echar para atrás.

— Claro ¡Como no! Tenías que verlo allá, no paraba de comérsela con la mirada e igual ella. — dice aún entre risas.

— ¡Mary! — la llama liza una de las chicas del bar.

— hay un hombre en la mesa 6 que dice que solo puede ser atendido por ti.

— ¿Y no le dijiste que aquí no existe el favoritismo? — dice con molestia.

— Si, pero él dijo que se iría si no eres tú quien lo atiende, pero se ve como un cliente importante y no quiero meterme en problemas. — suspira nerviosa y la mira con súplica.

— ¡Ya! Está bien, yo lo haré, después de todo para eso me pagan. — dijo resignada.

Ella musitó un pequeño, gracias antes de irse.

«Dame un momento veré que quiere el idiota — dice a Tatiana para luego alejarse»

Al llegar a la mesa 6 desplegó su libreta.

«Buenas noches, ¿Qué desea tomar? — dice sin mirarlo.»

— ¿Se puede decir que a ti? ¡Ah! Y creo que para llevar. — responde con gracia.

— ¿Disculpe?...

Al verlo se quedó atónita y sorprendida. Él, si sabía como sorprender a las personas, los ojos de Mary se abrieron con sorpresa.

— ¿An-Andrés? — pregunta confundida.

— Mary — responde con una sonrisa.

— ¿Qué rayos haces aquí? — pregunta aún en shock.

— ¿Te molesta? Puedo irme sí...

— ¡No, no! — se apresura a decir interrumpiendo sus palabras.

¿Por qué de pronto aparecería él aquí? — se preguntaba Mary, cuando de pronto algo hizo clic en su cabeza como si comenzará a entender todo.

— ¡Claro, vienes por tus pertenencias! Ya me estaba preguntando el porqué no venías por ellas, lamentó decirte que no las tengo aquí están en mi casa, pero si esperas a que termine mi turno puedo ir por ellas. — dice rápido.

— ¿Qué? ¿De qué hablas? — pregunta confundido.

— De tus cosas, el anillo, el saco... — dijo obvia.

— ¡Oh! No vengo por eso.

Baja la cabeza, avergonzado y ella puede ver un deje de arrepentimiento en su mirada vacilante.

«¿Te puedes sentar?»

— No, no puedo, está prohibido hacerlo en horas de trabajo. — dice honesta

— Únicamente cinco minutos — insiste con tono de súplica.

Respiró hondo.

— Solamente cinco minutos. — cede.

Miró alrededor para ver si había señal de su jefe, al no verlo le hizo señas a Tatiana para que la cubriera, la cual no entendía qué pasaba.

«¿Qué pasa? — pregunta buscando sus ojos.»

Pero él parecía muy entretenido jugando con su corbata. Parecía un hombre desesperado y no el hombre seguro, confiado y arrogante que ella conocía. El nudo de su corbata estaba flojo, aunque aún en su lugar y su cabello era un caos, aunque se veía sexy de esa forma. — sacudió su cabeza para librarse de esos pensamientos.

— He venido a disculparme.

— ¿Disculparte? — se ríe, más ve que él se queda serio — oh, ¿Es en serio?

— Sí, quiero disculparme por lo que ocurrió ese día, por haberte dicho eso, en verdad lo siento. Es solo que no soporto tenerlos cerca, eso me hace explotar y tú no me diste una tregua. Sé que no es excusa.— dice con una pequeña sonrisa, apenado.

— Descuida, creo que me altere demás ese día y solamente tome atribuciones que no me pertenecían, yo soy quien lo siente. — dice un tanto avergonzada

— ¡No! — se apresuró a decir tomando sus manos. — Todo lo que dijiste era verdad y aunque dolió en su momento, supongo que lo necesitaba, necesitaba que alguien me dijera la verdad y que no únicamente sintiera lástima y me compadeciera. — dijo mirándola a los ojos.

— Entonces, como ambos nos alteramos y nos pedimos perdón, solo hay que dejarlo en el pasado. — dijo con serenidad.

Ambos sonríen.

— ¿Significa eso que estoy perdonado? — pregunta esperanzado.

Ella ríe, pues le hace gracia, que aunque quiera parecer alguien serio, siempre tenga actitudes de un niño pequeño. Asiente.

«Gracias — dice con una sonrisa.»

— Ahora, si me disculpas, debo volver a trabajar antes de que me despidan. Entonces, ¿Te envío tus cosas o esperas que acabe mi turno? — pregunta con una sonrisa.

Se pone de pie con la intención de marcharse más, él la detiene, por lo cual ella lo mira confundida.

— En realidad no solamente vine por eso y necesito que conserves el anillo. — ve que ella se va a negar, por lo cual interviene. — necesito tu ayuda Mary.

— ¿Qué? — intenta buscar una lógica a lo que dijo en su cabeza, más no la halla. — ¿Cómo quieres que te ayude? ¿En qué? — la palabra confusión se quedaba pequeña ante lo que sentía Mary en ese momento.

...

Una semana antes.

Andrés vio el carro alejarse y dio la vuelta para adentrarse en el hotel. ¿Qué rayos le había pasado ese día? Ni siquiera de pequeño se había portado de esa manera.

Se subió al ascensor, cuando de pronto sus palabras le inundaron la cabeza «Entonces te tienes que levantar y demostrarles, aunque no sea verdad, que no sufres por ello.» Sus ojos color miel, su hermosa sonrisa y la calidez de su mirada, más se cruza otra vez en su mente «¿sabes por qué? Por. Que. Eres. Plato de segunda mesa.» Entonces otra vez ve como su irá se desata y golpea con todas sus fuerzas el ascensor. ¿Sería verdad eso? Niega con la cabeza, ese había sido un día muy largo para él y solamente quería dormir.

Al detenerse el elevador pudo ver muchas personas en el pasillo, además de agua corriendo por él y un par de empleados tratando de abrir...

— ¡¡Esperen!! ¿Qué pasa? — dijo al notar que era su puerta.

— Señor, varios inquilinos se han quejado sobre su departamento, además está saliendo agua de él, intentamos localizarlo, pero no pudimos, así que habíamos decidido resolver el problema. — dice uno de los empleados — Ahora que está aquí ¿Da su autorización para abrir la puerta?

— Tiene mi consentimiento. — es lo único que dice.



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En el texto hay: amor, disputafamiliar, dulce

Editado: 12.02.2022

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