Al día siguiente Esteban despertó como a las 6:00 am y aún sin abrir los ojos se dio cuenta de que no estaba en su casa, que esa no era su cama, pues la verdad estaba como un tronco de lo dura y era muy pequeño el espacio, entonces ¿Dónde rayos estaba? trato de recordar lo que había pasado la noche anterior, pero su mente estaba en blanco.
Cuando de repente sus fosas nasales captaron un aroma, un aroma dulce de flores... Entonces todas las imágenes llegaron una detrás de otra a su cabeza, hasta llegar a ella, enseguida se levantó de golpe abrieron los ojos, más la jaqueca lo inundó enseguida y tuvo que cerrar los ojos a toda prisa.
— ¡Tatiana! — la llamó agitado, con temor de que sólo hubiese sido un sueño o una alucinación por el alcohol.
Sentía una latente jaqueca inundar su cabeza, tanto que le impedía pensar, por lo cual cuando no le contestó, se desespero más.
« ¿¡tiana!? — La llamo como solía hacerlo, más no recibió ninguna respuesta.»
Se calmo un poco, seguro había sido todo un sueño. Fue abriendo los ojos poco a poco hasta que pudo abrirlos por completo y hacerlo se dio cuenta de la nota pegada en su frente, y al leerla lo supo, no había sido un sueño, era ella, era su departamento, era su aroma, la había extrañado tanto que sólo quería abrazarla y tenerla entre sus brazos para siempre. — más al leer la otra parte de la nota su emoción colapso, y sus ánimos fueron a los suelos.
« No somos nada »
Esas palabras retumbarón en su cabeza el resto de La mañana, y la verdad no lo entendía, nunca entendió que hizo para lastimarla tanto, hasta el punto que ella no lo quisiese volver a ver, pero ahora que la había vuelto a encontrar no iba a rendirse hasta recuperarla. Por lo cual no se marchó, pues quiso esperar hasta que volviera, aunque ella se enojará, necesitaba verla, no la había visto desde hace tres años y la extrañaba, la extrañaba mucho.
Sin poder evitarlo empezó a recorrer el departamento y ver las fotografías que habían allí, entonces noto algo muy curioso no había ninguna foto donde estuviera con ningún chico o prometido, lo cual lo alegro un poco, lo que si encontró fue una foto donde era pequeña y aparecía con una niña rubia que le pareció conocida, más no sabía de donde. Dejo las fotos en su lugar e inhaló hondo llenándose de su aroma, todo allí olía a ella, olía delicioso y él lo amaba por lo cual se deleitó por unos minutos, hasta que su estómago reclamó por alimentos y su cabeza por algún calmante.
Recordando el contenido de la nota, se aproximó a la mesita y se bebió el calmante con el vaso de agua y luego desayuno lo que ella le había dejado. Decidió seguir ojeando el departamento cuando escucho la cerradura girar y luego la puerta abriese. Enseguida se asomó una sonrisa en su rostro que desapareció al escuchar lo que decía.
— ¡Gracias Nath! ¿sabes que te amo, cierto? — le escuchó decir.
Su ceño se frunce de inmediato ¿Quién era ese tal Nath? ¿Era él su prometido? Entonces recordó, ella lo vería para hablar de su compromiso ayer, entonces era él.
— Si, si. No olvides salir temprano está noche o tendrás que buscar a otro. — responde este.
Ella sólo se carcajeó para luego decirle con gracia.
— Me partiste el corazón.
Entonces ambos empezaron a reír, para luego entrar y cerrar la puerta tras de ella, al hacerlo se fijó en el sofá y al verlo vacío suspiró con alivio, más no le duró mucho.
— ¿Él es tu prometido? — preguntó ahora un muy serio Esteban.
Tatiana se sobresaltó tanto al escucharlo que tiro las bolsas que tenía en las manos, colocando su mano sobre su pecho, en serio pensó que él se había ido, le había pegado un susto de muerte.
— ¡¡No puedes hacerle eso a las personas, casi me matas de un susto!! — gritó enojada.
El enojo de Esteban se diluyó enseguida al verla frente a él, la verdad sólo quería abrazarla.
— Perdóname — dijo con culpa.
Más ella pasó de él y sólo se agachó a recoger las cosas, por lo cual él hizo lo mismo, aún sin quitarle los ojos de encima, siguieron así hasta que sólo quedaba una lata la cual ambos intentaron tomar y al darse cuenta de sus manos juntas ambos subieron la vista para mirar al otro, se miraron por unos lagos segundos, hasta que Tatiana rompió el contacto visual.
— ¿Quieres soltar la lata ya o tengo que esperar que termines de comerme con la mirada? — pregunta está sacándole de su ensoñación.
Enseguida él soltó la lata con sorpresa, por su tono. Al hacerlo ella se levantó para luego quitarle la otra bolsa y dirigirse a su pequeña cocina, escapando de su mirada, más él la siguió hasta allí, aún así ella le seguía ignorando.
— Tiana yo... — trato de comenzar más ella lo detuvo colocando una mano frente a él.
Pues le había enojado mucho el echo de que quisiera seguir llamándole por ese apodo, enseguida le inundó la cólera, más trato de controlarse.
— ¿Qué haces aquí? — le dedica una sonrisa fingida. — ¿por qué sigues aún en mi departamento? ¿Necesitas acaso que te enseñe a leer? O — hizo como si pensará. — Es que no entiendes la palabra "no", te lo repetiré Esteban, no. Te . Quiero. Ver. De nuevo. Sal de mi vista y de mi vida.
Él la miró con sorpresa y tristeza, más no se daría por vencido. Se fue acercando a ella poco a poco, mientras aún le daba la espalda sacando todo de las bolsas, se acercó hasta estar detrás de ella, volviendo a ser inundado por su perfume, reprimiendo todo su ser para no besarla en ese mismo instante.
Ella no se había dado cuenta de que él estaba detrás de ella, por lo que cuando no escucho una respuesta se volteó para encararle, encontrándose a centímetros de su rostro, lo cual la paralizó de inmediato ¿Cuando había llegado hasta allí?
— ¿Sabes que eres mucho más hermosa cuando te enojas? — dijo perdido en su mirada.
Sus ojos se abrieron con fuerza al escucharlo, eso la había sorprendido mucho, nunca pensó que se atreviera a decirle algo como eso ¿Qué acaso se había vuelto loco?