— Lo siento, tengo que regresar. — dijo forzando una sonrisa.
— Está bien. — le dedica una sonrisa, algo decepcionada. — ya nos veremos entonces.
Él sólo asintió y cada uno tomo su camino. Enseguida emprendió el viaje directo a su casa ¿Qué rayos querría Liana ahora? No entendía de que iba todo esto de te amo, pero me cansaré con tu hermano, la verdad no lo entendía.
Últimamente tenía esa jaqueca constante ese dolor de cabeza, esa sensación de sentirse dividido en dos mitades, una de ellas le gritaba que perdonará a Liana que ella cambiaría si él le daba una oportunidad y la otra le exigía alejarse de Liana para siempre y besarla a ella, tenerla cerca, hacerla feliz, protegerla y la verdad le hacían sentir frustración todo el tiempo, necesitaba un descanso.
Fue entonces cuando escuchó el claxon ( piiiiiip) entonces frenó el coche rápidamente, había estado tan perdidos en sus pensamientos que se había dado cuenta de que un auto venía hacia él en el cruce, si no hubiese frenado hubiera chocado, respiro hondo y colocó su cabeza sobre el volante. No podía continuar así. Volvió a conducir más cambió el rumbo y empezó llamar por teléfono.
— Sofía — dice cuando contestan.
— Um... — contesta la otra persona.
Quizás estaba dormida — pensó él con algo de culpa.
— ¿Te desperté? — le pregunta.
— ¿Con quién habló? — preguntó con voz adormilada.
Definitivamente la había despertado.
— Soy Andrés, tu jefe. — responde con una sonrisa divertida.
— ¿Mi jefe? — al parecer trata de ubicarse y al parecer lo hace porque de un momento a otro grita — ¿¡¡Se...ñor Korner!!? — se espabila, mientras Andrés no puede evitar reír. — lo... Lo siento mucho señor korner, es que no esperaba que llamara tan tarde, son las 4:00 am.
— Sí, disculpame. Es que necesito que te encargues de un asunto urgente hoy temprano. — pide a su asistente.
— ¡Claro señor! — se apresuró en decir está — dígame en que lo puedo ayudar.
— Necesito que mañana témpano vendas mi casa. — dijo deteniendo su coche.
Enseguida su asistente que estaba escribiendo se detuvo y quedó totalmente paralizada.
— ¿¡Vender su casa mañana mismo señor!? — pregunta impactada.
— Si ponla en venta. — dijo decidido.
Quiso preguntar porque, pero se contuvo pues sabía que su jefe odiaba los cuestinamientos.
— Claro señor, lo haré — dijo aún perdida en sus pensamientos. — ¿Algún precio en específico?
— No, que lo decida la inmobiliaria, pero que sea lo más pronto posible, que mañana mismo tenga el letrero de "se venden". Gracias Sofía, que descanses. — y con eso colgó.
Le costaba mucho deshacerse de esa casa, había planeado su futuro en ella, su futuro con ella, pero todos tenían razón ya era tiempo de avanzar. Salió de su auto y saludó al portero del edificio que ya lo conocía de sobra, subió por el ascensor hasta llegar a su piso y al llegar fue hasta allá y tocó la puerta, realmente no sabía si le abrirían la puerta, ya que era muy tarde, pero al cabo de unos segundos la puerta se abrió.
Enseguida Andrés lo detalló, se veía cansado y tenía la barba larga y se había quitado la camisa, pero aún así tenía el pantalón y los zapatos de la oficina, por lo cual dedujo que aún no se había acostado, pero sobre todo tenía una enorme expresión de sorpresa.
— ¿Andrés? ¿Cómo es que viajaste, hasta este lado de la ciudad a verme? — en realidad nunca pensó que su amigo el que nunca tenía tiempo lo visitará.
— Álex — dijo con una sonrisa ladiada. — ¿Josh está contigo?
Él rasca su cabeza algo confundido por su pregunta hasta que entiende.
— ¡Oh! No. — bajo la mirada. — pocas veces se queda conmigo, desde que mamá murió no nos llevamos tan bien, así que puedes pasar sin problemas.
Abre el paso para que pueda pasar y luego cierra la puerta tras de él.
« Entonces... ¿Qué trae al señor "estoy ocupado" a visitarme. — dice con gracia. »
Andrés sonríe involuntariamente, para luego ponerse serio y suspirar.
— Es ella de nuevo. — dice algo agotado.
— Liana — dice cansado del tema, pero Andrés niega con la cabeza, por lo cual su ceño se frunce. — entonces ¿quién? — Andrés sólo se recuesta en el sofá sin responder, más no fue necesario porque el hizo su propia deducción. — ¿Mary?
Pregunta asombrado y Andrés asiente.
« La última ves que me hablaste de ella, la habías besado. — recuerda. — ¿Qué pasa con ella?»
Andrés se sienta en el sofá antes de empezar a hablar.
— No lo sé, no sé lo que pasa con ella o conmigo, cuando la tengo cerca no dejó de pensar en ella y si estoy lejos tampoco. — dice con frustración. — me hace dudar hasta de mis propios sentimientos.
Su amigo sonríe.
— ¿y no es eso algo bueno? — pregunta divertido.
Andrés lo mira atentamente pensando en lo que dijo y luego niega con la cabeza.
— ¡no! No es nada bueno. Todo el tiempo estoy confundido y haciendo y evitando hacer cosas, para no enfadarla ¡acabo de vender mi casa, por amor a Dios! — expresa con frustración. — he dejado de confiar en mi mismo, todo lo que dice o si se enoja lo pienso mil veces, para ver si dije o hice algo que la enojará. — pasa las manos por su rostro desesperado. — estoy enloqueciendo y no se que hacer o como evitar sentirme así.
Ahora su amigo frunce el ceño.
— ¿Y por qué lo tienes que evitar? Sólo dejate llevar de lo que sientes, como lo hiciste con Liana. — responde obvio.
— Porque no es lo mismo. — dice frustrado, necesitaba que él lo comprendiera.
— ¿Qué hace que sea diferente? Lo que estás sintiendo tiene un solo nombre aunque le pongan muchos apodos y se llama amor. — dice seguro.
— No es así y claro que es diferente, ¿Por qué? Porque todavía estoy enamorado de Liana, eso no desaparece de la noche a la mañana, es diferente, porque no se cual es más fuerte, si lo que siento por ella o lo que siento por Liana. — le explica. — cuando empecé a salir con Liana yo estaba seguro de lo que quería, pero ahora ya no sé y tengo miedo de hacerle daño, porque no se lo merece. Me siento dividido, estoy apunto de volverme loco — confiesa con frustración.