Cásate conmigo Mary

Capítulo 35

Ese día Tatiana se levantó muy temprano para llegar al trabajo puntual, a pesar de no ser lo más grato para ella tener que ver la cara de Liana, aún así debía asistir. Más su cara de sorpresa resalta a la vista al ver el cartel pegado en su escritorio, enseguida lo vio su ceño se frunce. Definitivamente esto era culpa de ese demonio que tenía por jefa.

 ¿cómo se le ocurría hacer esto después de lo que hizo? Dejando a su amiga como la mala del cuento, esto en verdad la irritaba, trató de buscar a Mary, pero increíblemente ella no había llegado, la llamó, pero tampoco respondió, eso era raro, pues faltaban sólo 20 minutos para 7:00 a.m.

 Eso la hizo preocuparse, quiso ver si ya había llegado, pero se topó con el mismo demonio de camino a allá.

 — Señorita Marte ¿A dónde va? — la miró con indiferencia.

 Intentó buscar una excusa rápidamente, cuando de repente lo escuchó llegar.

 — ¿Tatiana? — pregunta y enseguida reconoce a quien corresponde esa voz, baja la cabeza cansada.

 ¿Por qué estas cosas le pasaban a ella? Enseguida Liana voltea a mirarla.

 — ¿La conoces amor? — dice esta besando su mejilla.

 Esteban frunce el ceño enseguida y la aparta disimuladamente, por lo que Tatiana trata de no reír.

 — Éramos compañeros de la Universidad — dice seria Tatiana.

 Liana sonríe al instante.

 — Y ¿Cómo era él en ese entonces? ¿Era tan travieso como ahora? — dice coqueta.

 Enseguida la cara de Tatiana se transforma en un ceño fruncido, de verdad que no la soportaba ¿Qué clase de comentario vulgar era ese?.

 Ante el silencio de Tatiana Esteban habló.

 — Soy el gerente de ventas, así que creo que nos veremos seguido. — dijo con una sonrisa ignorando el comentario de Liana.

 Ella no respondió y este empezó a caminar, pues estaban en el pasillo, enseguida Esteban se alejó Liana miró a Tatiana con una sonrisa de suficiencia, así que era ella, claramente el gusto de aquellos hermanos se había deteriorado.

 — No creas que le gustas cariño, él aunque busqué otras chicas, siempre regresa a mi, no te compares conmigo, no somos iguales. — dijo con cizaña.

 Tatiana alzó una ceja retándola, y su sonrisa creció antes de decir.

 — ¡Esteban! — dijo haciendo que él se detuviera y volviera extrañado.— No te compares conmigo — dijo con suficiencia. — él está contigo, porque yo no quiero estar con él, si quisiera él estaría comiendo de mi mano.

 En ese preciso momento Esteban llegó hasta ellas y antes de que preguntará o dijera cualquier cosa, lo tomó del cuello y lo besó, sorprendiendo a Liana que quedó atónita allí parada, pero lo que la dejó más pasmada es que Esteban a pesar de que sabía que ella estaba allí, en vez de alejarse le devolvió el beso, tomando su cintura y acercándola más a él.

 Esto era más que humillante para ella, podía sentir la rabia y la ira en su cuerpo, formándose en un nudo en su garganta.

 — ¡Esteban! — lo llamó enojada.

 Más él ni se inmutó, pues sólo podía pensar en ese momento en ella y sus labios besando los suyos. Tatiana por otro lado se apresuró en apartarse para mirar a Liana.

 — Espero que te des cuenta a cual de las dos él elegiría, porque él siempre vuelve contigo cuando yo lo rechazo. — le dijo en voz baja con una sonrisa. — creo que tengo que irme jefa, debo regresar al trabajo. — dijo como si nada hubiese pasado y luego regresó a la oficina con una gran sonrisa, dejando a un Esteban muy confundido, y a Liana Iracunda.

 Se sentía excelente en ese momento, era como vengarse de Esteban y de esa mujer al mismo tiempo. Eso la hacia feliz, aunque luego ella le hiciera la vida imposible, valía la pena por ver su cara cuando había besado a Esteban, por Mary y por ella misma.

 Mientras Mary se sentía frustrada, Henrique no le hablaba y sus compañeros no paraban de cuchichear y lanzarle malas miradas, que inundaron a Mary como cientos de cuchillos. No se consideraba alguien que le importará mucho la opinión de los demás, pero ahora se sentía como el bicho raro, más trataba de concentrarse.

—   Creo que tendré problemas con la jefa hoy. — dijo Mariana.

Una de las chicas de finanzas.

 —   ¿Y eso? — preguntó Paola, aún concentrada en su teléfono.

 —   Es que no tengo ni una sola idea para la junta de hoy. — dice con pesadez.

 Enseguida Paola levanta la vista del teléfono.

 —   ¿La Junta era hoy? Yo ni siquiera leí los informes. — se coloca las manos en la cabeza.

—   Seguro que no logramos pasar está prueba — suspira — pero al menos nosotras nos esforzamos para llegar aquí. — dice mirando a Mary de reojo.

—   Es que ni siquiera está preocupada, sabe qué hacer para quedarse en su puesto. — niega con la cabeza, con gracia.

—   Lástima que nuestro jefe es mujer, veamos cómo le va con ella. — dice entre carcajadas.

Mientras Mary las ignoraba por completo, sabía que sólo lo hacían para provocarle y no se los iba a permitir.

 —   ¡Oye Paola! El gerente general ha de ser muy rápido, porqué ella volvió en sólo 20 minutos. — dice Lidia con una sonrisa, en tono socarrón.

 Mary sólo respiró hondo, deseaba matarlas allí mismo, pero era nueva en el trabajo, no podía ponerse a pelear con esas arpías.

 —   ¿No tienen nada mejor que hacer? — dijo un chico asiático que estaba sentado junto a Lidia. — En vez de meterse en asuntos que no son de su incumbencia, pónganse a trabajar que para eso están aquí. — dijo aún sin mirarlas.

 —   Que lindo, — dice Paola rodando los ojos. — Kim al rescate. Nadie habló contigo Robín Hood.

 En ese mismo momento llegó su jefa y enseguida todos sus compañeros se callaron.

 — Espero que se concentren en su trabajo y dejen los chistes, porque si escucho un solo comentario serán despedidos, les recuerdo que la mayoría está a prueba. Lo que el gerente haga no tiene nada que ver con ustedes y no dudare en dar sus nombres al gerente, así que mejor se concentran en trabajar en ideas para la junta que por eso les pagan. — dijo antes de irse a su oficina.



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En el texto hay: amor, disputafamiliar, dulce

Editado: 12.02.2022

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