Cásate conmigo Mary

Capítulo 43

Enseguida llegaron al salón comenzaron a bailar un vals lento.

— Bailas muy bien. — dice cerca de su oído, erizando su piel.

— Pues tuve un gran maestro. — dice alejándose un poco, incómoda.

¿Dónde estaba Andrés cuando lo necesitaba?

— ¿Y ese maestro es…? — pregunta intrigado.

— Con quien me case, mi esposo.  — sonríe orgullosa.

— ¿Él mismo que está bailando con la chica del vestido rojo? — pregunta con falsa compasión.

Mary voltea enseguida, encontrándose a Andrés a pocos metros de distancia bailando con una chica de rojo, tanto su vestido como su mascara, a quien Mary reconoció al instante por su pelo y figura, por su sonrisa y forma de ser tan llamativa, era Liana.

— Pensé que confiabas en él después de todo lo que dijiste. — dice con una sonrisa de satisfacción. — al parecer no es un matrimonio tan sólido.

Mary voltea al instante.

— ¿De que hablas? ¡Es fuerte, yo confío en él! — dice al instante.

— Menos mal que lo crees, porque tu expresión decía algo totalmente diferente y por lo que veo esa mujer tiene mucho que ver. — dice con la misma sonrisa.

 Ella lo miró con él ceño fruncido, sentía unas ganas enormes de partirle la cara y borrar esa estúpida sonrisa de su rostro  en ese preciso instante, la había estado manipulando para comprobar su teoría, más tenía razón ella había desconfiado de él, aunque fuera por un instante, lo había hecho.

— Este baile termina aquí. — se separa, para marcharse.

Más él la detiene.

— No será la última vez que nos veamos señora Korner. — besa su mano, para luego soltarla e irse.

¿Qué rayos le pasaba? ¿Por qué las personas más raras de la tierra, eran con las que se topaba? No podía creer que le hubiera hecho dudar de Andrés así de rápido, así de fácil, pero por otro lado ¿Qué rayos hacia bailando con Liana?

Suspiró y se fue a sentar otra vez, esta noche iba peor de lo que había imaginado y sólo quería irse. minutos después todos se sentaron y pudo ver a Andrés sobre el escenario, llamando la atención de todos.

—  Buenas noches a todos, espero estén disfrutando de esta amena fiesta y sobre todo de la buena comida ¿no señor Colson? — dice y todos sonríen, menos Mary que lo miraba sin mucho ánimo. — Se que se estarán preguntando el motivo de esta celebración, quizás para conocer personas nuevas, para hacer conexiones o negocios, digo claro que he hecho muchos negocios hoy, — dice con gracia. — pero no, este no es el motivo. — dirige la mirada hacia Mary, más está tenía la mirada gacha por lo cual no notó su mirada.

¿Que  le pasaba? — preguntó algo angustiado, más prosiguió.

« Está fiesta es en honor a una mujer hermosa, la más hermosa del mundo después de mi madre. — la vio subir la mirada y le sonrió. — la única que quiero que permanezca a mi lado hoy, mañana y hasta el día de mi muerte, e incluso después de eso seguiré buscando, mi esposa. — dice y todos estallan en aplausos mientras los reflectores la iluminaban. »

Ella le devolvió la sonrisa mientras su corazón latía desbocado en su pecho, esto era real y era para ella, él era el único, el único que la había hecho sentir de esta manera que volaba y caía al mismos tiempo, el único que hacia latir su corazón de esa manera y ya no le asustaba que lo hiciera.

Después de ese emotivo discurso, todos volvieron a lo que hacían y Andrés se acercó a ella para sacarla a bailar.

— ¿Estaba este emotivo discurso en tus planes o fue otras de las cursilerías que le dedicaste a ella? — pregunta cómica. — porque lo vi bailando juntos.

— En realidad. — se acerca para besarla. — lo improvise en ese preciso momento. — sonríe. — sólo para una chica, tú.

Ella se acerca hasta su oído.

— Entonces rey de las cursilerías, sácame de aquí. — le susurró en el oído.

Y él se separó para ver sus ojos que reflejaban la misma intensidad que los de él. Entonces sonrió y la tomó de la mano, avisando a su asistente, a quién Mary no había visto hasta ahora, que se retiraría, la cual no estuvo muy de acuerdo, más él sólo se apresuró en salir de allí y en menos de lo esperado ya estaban en el auto, mientras se besaban, enseguida ella vio el rumbo que tomaba, lo detuvo.

— ¿Estas loco? Adrián está allá al frente. — le reprochó.

— Tu eres quien me enloquece. — dijo con voz ronca. — además él no nos va a escuchar, los vidrios de la limosna son a prueba de sonido.

Dice tratando de volver a besarla, más ella lo detiene.

— Aún así. — insiste.

Él respira hondo.

—  Esta bien, lo que tú quieras. — cede y toma el altavoz. — Adrián, si no llegamos en tres minutos juro que te despido. — dijo autoritario.

Enseguida  el auto cobro velocidad, haciendo que el camino se acortara por mucho. Tan pronto como entraron a la casa él empezó a besarla de nuevo sin darle ninguna tregua para respirar, la besaba con tal desesperación como si en cualquier momento la fuera a perder o ella se fuese a escurrir entre los dedos, enseguida ella se quitó los zapatos de tacón que llevaba, tirando cada uno por un lugar diferente de la sala y él la subió haciendo que ella abrasara su cintura con sus piernas y enseguida comenzó a subir las escaleras mientras besaba su cuello apasionadamente.

Caminó hasta que chocho con la puerta de su dormitorio, que abrió de inmediato con una mano.

— Eres muy habilidoso. — dijo con gracia Mary.

— Cuando es preciso. — dijo volviendo a besarla, esta vez en busca del cierre de su vestido.

Enseguida lo encontró, se deshizo del vestido y se detuvo para mirarla.

— ¿Estas segura de esto? — pregunta en busca de su consentimiento para avanzar.

Ella asistente.

— Más que segura. — lo vuelve a besar.

Entonces en ese justo momento el teléfono de Andrés comienza a sonar, más él pasa de el completamente, pero este no se detiene y comienza a sonar una y otra vez.

— ¡Rayos! — dice más que enojado.

— Quizás deberías atender. — le propone.



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En el texto hay: amor, disputafamiliar, dulce

Editado: 12.02.2022

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