…
Charlaron por horas hasta que sé que totalmente dormida, entonces ellos salieron hacia el pasillo.
— ¿Entonces estoy perdonado? — pregunta con súplica.
Ella suspira pesado.
— Dime algo, ¿Por qué me seguiste hasta aquí? ¿Era esto lo que buscabas, que mamá me obligará a perdonarte? — lo mira cortante.
— No, yo sólo quería arreglar las cosas, no quiero perderte. — dice sincero.
Ella respira hondo y lo mira.
— ¿Qué pasa con lo que le prometiste a mi madre? de cuidarme y protegerme ¿Era verdad? — él asiente. — ¿incluso de ella? — él vuelve a asentir. — entonces ¿Qué pasa si voy ahora y le doy una cachetada? ¿te enojarías? ¿Qué pasa si las dos estamos por caer de un puente a quien rescatarías?
Él la mira con extrañeza, aún así contesta.
— Perdóname, yo aprendí mi lección, no lo volveré hacer, te lo prometo, sólo quiero que me perdones. — la mira fijamente.
— Te advierto algo, no creo que si después de esto fallas te pueda volver a perdonar, entonces… — baja la mirada. — es la última vez que te perdonó.
Él asiente.
— Y es todo lo que necesito. — dijo para luego abrazarla.
Esa noche ella le escribió a Tatiana para saber cómo estaba, la cual escribió un simple:
« todo está bien, luego te cuento ;-) »
Por lo que dedujo lo que había pasado y que estaba haciendo ahora, para no poder contestar el teléfono. La hacia feliz el no haberse equivocado al menos con Esteban.
…
Al día siguiente, se encontró con Alfredo en los pasillos de la empresa, por lo que enseguida lo detuvo.
— Necesito hablar contigo. — dijo seria.
— Por lo que veo no me va a gustar está conversación. — le mira curioso. — aunque es siempre un placer hablarte.
— Alfredo, estoy hablando en serio. — dijo algo incómoda, no quería verlo la cara, pues sólo recordaba que la había besado apenas ayer.
— Yo también, pero dime. — dice con gracia por su extraña forma de actuar.
— ¿Tu… — bajo la mira con vergüenza. — tu me mandaste flores a mi casa el lunes?
Él la mira con extrañeza
— ¿Por qué haría eso? Me conoces, prefiero ir de frente, te las hubiese dado en persona, además no sabía dónde vivías hasta ayer.
— Entonces… — dijo pensativa y su ceño se frunce.
— ¿Qué pasa? — preguntó preocupado.
— Nada sólo me perdí en mis pensamientos, gracias. — le dedicó una sonrisa.
— Alégrate, quizás fue el amor de tu vida. — dice para luego dar la vuelta y marcharse.
Pero ese era el problema, ella pensó que eran de Andrés, pero no, él pensaba que eran de Alfredo y tampoco, entonces ¿quién los había enviado? Era la pregunta.
Justo en ese momento vio a Tatiana.
— ¿Entonces? ¿Nos vamos? — dijo con una sonrisa que desaparece al ver su rostro. — ¿pasa algo?
— Andrés no fue quien me envió las flores, ni Alfredo. — dice aún pérdida en sus pensamientos.
— ¿Entonces? — pregunta confundida.
— No lo sé, es muy extraño porque no tenía el nombre de quien las enviaba siquiera. — pasó las manos por su rostro.
Tatiana la miró con preocupación.
— ¿Qué te dijo la doctora? — la mira atentamente.
— No me ha dicho nada. Justo me llamó está mañana y me pidió que le llevará una muestra del chocolate que me había comido, pero cuando lo lleve sólo me dijo que volviera en la tarde. — se encogió de hombros.
— Entonces vamos. — tomó su brazo para que empezará a caminar.
Ambas salieron hacia la clínica, y al llegar allí las hicieron pasar rápidamente al consultorio de la doctora.
— Buenas tardes, pueden sentarse. — dice y les indica el asiento. — Es bueno que llegaras, necesitaba hablar seriamente contigo. — la mira seria. — esos chocolates que recibiste estaban envenenados, contenían cianuro de potasio, lo cual es letal para usted, pero afortunadamente usted no llegó a ingerir el chocolate. — Mary y Tatiana se miran con miedo. — creo que todo está bien, aun así, quiero hacer alg…
— Esperé doctora ¿quiere decir que alguien intento envenenarme? — dice sin poder creerlo.
— Exactamente. — la miró con empatía, para luego sonreír. — Pero hay una buena noticia, esto no le hizo ningún daño a su organismo.
— Pero ¿por qué las náuseas y mareos entonces? — pregunta sin entender.
— Debe dar gracias al cielo por esas náuseas, pues gracias a ellas aún sigue viva. — le aseguró. — ya que al tener náuseas no pudo ingerir los chocolates, aún no sabemos, que es lo que los causa o quizás quien, por eso quiero hacer unas pruebas de sangre. — le explica.
— Quiere decir… — se paraliza por completo.
— Si, los síntomas pueden explicarse si se trata de un embarazo. — dice con una sonrisa.
¿Embarazada? Esto debía ser una broma ¿Por qué justo ahora? Tatiana tomó su mano.
— Es sólo una prueba, no es nada seguro. — dijo para tranquilizarla y ella asintió.
Minutos después estaban esperando a la doctora, ya casi se acaba la hora de almuerzo, cuando entró con los resultados.
— ¿Entonces? — pregunta nerviosa Tatiana.
— Efectivamente está embarazada, felicidades. — dijo con una sonrisa. — definitivamente a esto se le llama tener suerte, si hijo le salvó la vida.
Esto congeló a Mary de inmediato, esto no era posible, aunque no se habían cuidado ninguna de las veces que estuvieron juntos, apenas habían pasado algunos días de eso ¿se podía embarazar una persona así de rápido?
— ¿Y dice que él salvó mi vida? — pregunta atónita.
— Si, de no ser porque él hizo que tuviera náuseas usted hubiese ingerido el veneno, quizás hoy no estaría viva. — dijo con convicción.
…
— Entonces voy a ser tía. — dijo Tatiana mirándola de reojo, pues no había dicho nada desde que habían salido de allí. — tu no pareces muy contenta.
— Lo estoy. — asegura. — realmente fue un regalo este niño, es sólo que no estoy en mi mejor momento con Andrés justo ahora, te juro que lo perdone sólo por mamá, pero algo en mi se rompió, no confío en él como antes. — baja la mirada. — todo el tiempo tengo miedo de que me este ocultando algo o que este con ella. Él me pidió disculpas, pero sabes… — Suspira pesado. — no le creo, ya lo ha dicho otras veces, ya me a perdido perdón demasiado.