-Casiopea Natasha Brown- llamó mi madre por décima vez aquella mañana.
-¿Si, mamá?- contesté porfin después de todos sus inagotables reclamos. Saqué la cabeza por la puerta de mi habitación y la vi en el pie de la escalera, con los brazos cruzados encima del pecho y una mirada amenazante.
-¿Acaso te has olvidado, señorita? No creas que por comportarte bien la última semana te vas a librar de ir a St. Anthony... Espero que tengas las maletas hechas, te vas esta misma tarde.- informó ella sin siquiera pestañear.
Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar aquello... Me negaba a ir a aquel estúpido internado. Sabía que lo que había hecho estaba mal... ¿Pero tanto? El allanamiento a una propiedad privada y el incendio accidental de ésta, no estaba bien visto a ojos de la jueza que valoró mi caso en los tribunales... Dos años de reformatorio que fueron conmutados por una multa al carecer de antecedentes penales... Más la indemnización al completo de los daños que sufrió la propiedad.
-No me mires así, jovencita... Dá garcias que tu padre y yo te hemos salvado del reformatorio...- inquirió molesta.
-Pues estaría mejor que en St. Anthony...-susurré.
-¿Cómo dices?
-Que estoy deseando ir a St. Anthony...- dije para después formar una sonrisa sarcástica en mis labios.
-Eso creí haber escuchado- replicó mi madre imitando mi sonrisa.
Acabada la conversación mi madre desapareció por algún lugar de la casa y en contra de mi voluntad me ví obligada a empezar a hacer la maleta.
No era la primera vez que me metía en lios... Aún que claro, las otras veces no llegué a incendiar una propiedad privada...
Puse algo de música para que se hiciera más ameno y empecé a empacar todas mis pertenencias en un par de maletas y un bolso de mano... Tenía el presentimiento de que aquel dia iba a ser muy largo...
St. Anthony era una de las escuelas internas más curiosas del estado de Georgia... ¿Qué porqué? Sus alumnos eran de lo más variado... Iba desde niños ricos de papás, a adolecentes rebeldes que habian conseguido librarse del reformatorio y de un futuro en la cárcel. Disciplina, esa era la palabra que definia ese internado, y para mi suerte o mi desgracia, yo no tenía de eso.
No queria abandonar mi antiguo instituto ni a mis amigos, algo problemáticos pero buena gente... ¿Qué harían sin mi? Yo era el cerebro de todas las operaciones bandálicas... Suspiré frustrada y reprimí mis ganas de tirar la maleta por la ventana. ¿Quién me iba a decir que aquel botellón antes de finalizar el verano, me traeria tantos problemas?
Aquella mañana paré unicamente para comer y seguí haciendo las maletas hasta que llegó el momento de irse. Después de vestirme con unas prendas que anteriormente habia dejado fuera del equipaje, me decidí a bajar arrastrando las maletas detrás de mi, como un fantasma arrastra sus cadenas, con pesar y resentimiento.
-No nos mires así...- susurró mi padre algo apenado- Algún dia nos agradecerás esto, pequeña...
Bufé divertida por lo que dijo mi padre y asentí con la cabeza sin saber que decir. Mi madre bajó las escaleras y eso acabó de firmar el fin de mi libertad.
Me adelanté a mis padres para salir de allí ya que no queria alargar más el momento. Abrí la puerta de casa y sonreí al ver aquello, solté mis maletas y corrí fuera de casa a abrazar a Keaton y Michael... Mis chicos.
Ellos sonrieron al verme correr en su dirección y abrieron los brazos, para después fundirnos los tres en un abrazo. Me estaba costando muchisimo no llorar, pero gracias a las constantes bromas de los hermanos pronto mi tristeza se desvaneció.
Nos separamos y los miré atentamente... El dia y la noche, el sol y la luna... Iguales pero a la vez tan diferentes. Keaton, un año mayor que Michael y yo, era alto, castaño, ojos verdes esmeralda de brillo abrumador y sonrisa seductora que solia utilizar amenudo.
Michael en cambio era rubio y de ojos pardos, con el mismo brillo que los de su hermano, sonrisa tímida y hoyuelos en las mejillas que le hacian ver más adorable de lo que ya era... Una cara de ángel con un alma de demonio... Era el bandalismo en persona... Nada comparable a mi o a Keaton...
-Vaya, vaya... Se me va a caer el mito como te vea llorar, Casiopea Natasha Brown...- dijo divertido Michael.
-Calla, inútil... Eso no pasará ni en tus mejores sueños- reí.
-Nuestra pequeña Cass... ¿Qué haremos sin ti?- preguntó Keaton algo triste.
-Os vais a morir del asco... Tú sobretodo K- me referí a Keaton- No me tendrás en tu último año de instituto...
-Espero que al menos puedas venir a la graduación- susurró con esperanza.
-Eso no se pregunta, sabes que estaré ahí...
Él sonrió sabiendo que nunca le habia fallado. Dirigí la mirada a Michael, mi pequeño Mike... Desde que nos conocimos en la escuela primaria no nos habiamos separado ni un solo dia, había sido el hermano que nunca tuve, y en el fondo envidiaba que se tuvieran el uno al otro... Una envidia sin maldad claro... pero envidia al fin y al cabo.
Editado: 30.05.2018