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—Ya yo sufrí bastante con ese tipo hace unos minutos —resoplé, dejando la taza de café en el fregadero—. Te toca soportarlo.

Me dirigí a la sala de estar y me dejé caer en el enorme sofá.

Si algo pasa, la entrada es lo primero que forzarán para entrar. Solo cerraré los ojos un momento... no dormiré, solo descansaré un poco.

La casa estaba en completo silencio, tanto que los pasos de Luciano apenas eran perceptibles. Lo único que se oía eran los truenos distantes y la lluvia contra las ventanas.

De reojo, vi a Luciano sentarse en las escaleras y sacar su teléfono.

No pasó mucho tiempo antes de que todo se desvaneciera.

El sonido de la alarma me sacó de golpe del letargo.

—Alexis...

La voz de Luciano me sacudió del letargo, llegó desde lo alto de las escaleras. Me incorporé de inmediato, pero él no estaba en la sala.

Había sangre en la pared.

Corrí por las escaleras, encontrándolo tirado en el suelo, con un charco rojo expandiéndose bajo su pierna herida.

—¡Llama a refuerzos! ¡Una ambulancia! —gimió entre jadeos.

Pero algo en mí se detuvo.

Si Luciano estaba aquí, eso significaba...

¡NO! tenía que comprobarlo con mis propios ojos.

Corrí hacia la habitación de Mateo y abrí la puerta de golpe.

Su cuerpo estaba sin vida en la cama.

~.~FIN~.~

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