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Cuando Alexis y Luciano regresaron a la comisaría, el caos los envolvió por completo. Los oficiales corrían de un lado a otro, los teléfonos sonaban y las órdenes se gritaban a través de los pasillos. Una alerta de emergencia había disparado la actividad; algo grande acababa de suceder.

—¡Alexis! —uno de los oficiales lo interceptó al entrar—. Tenemos un aviso: encontraron un cuerpo en la zona sur, en el basurero.

Luciano, que caminaba a su lado, frunció el ceño y se giró hacia Alexis.

—¿Qué piensas? —preguntó en voz baja—. ¿Vamos a la escena o te quedas?

Alexis miró a su alrededor. El sonido de las sirenas resonaba en la calle mientras las patrullas salían rápidamente del estacionamiento.

Su instinto natural era ir hacia la acción, pero algo lo frenaba. Algo que no podía ignorar.

Carlos. El hombre estaba a solo unos metros, tras la reja; podía ayudar a resolver este caso, pero estaba demasiado atrapado en su propia confusión.

Alexis se frotó la cara, irritado. Por otro lado, el cuerpo que habían encontrado podía ser crucial. Las llamadas anónimas siempre encendían las alarmas; generalmente significaba que alguien sabía más de lo que estaba dispuesto a decir.

Esa escena del crimen podría proporcionar las respuestas que buscaban.

Luciano, siempre más calmado, esperó pacientemente la decisión de su compañero.

—¿Y bien? —apresuró Luciano.

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Quedarse y hablar con Carlos: 8.

Ir a la escena: 9