Luciano se montó en la patrulla directo al basurero de la ciudad, mientras la comisaria quedaba sola con Alexis y el asesino dentro.
el oficial Alexis se sentó frente a Carlos, observándolo detenidamente. Había algo en sus ojos, algo más allá de la confusión y el miedo. Era la mirada de alguien perdido en su propia mente, incapaz de encontrar el camino de regreso.
—Dime algo —comenzó Alexis—. ¿Cómo estás tan seguro de que fuiste tú quien la mató? Pudo haber sido cualquier cosa. Tal vez te atacaron, tal vez te defendiste y, en el proceso, perdiste la memoria.
Carlos levantó la cabeza lentamente, su voz apenas un susurro.
—No... no sé. Recuerdo que mi psiquiatra me llamó esa noche, pero después de eso, todo es borroso. Cuando volví a estar consciente, yo... estaba sobre ella. La apuñalaba... —Su voz se quebró, temblando visiblemente mientras intentaba aferrarse a los fragmentos de lo que creía haber sucedido.
Alexis frunció el ceño, las piezas no encajaban.
—¿Y quién era ella? ¿Tenías algún vínculo, alguna relación con la víctima?
Carlos negó con la cabeza, la desesperación reflejada en su rostro.
—No... nunca la había visto. No sé quién es.
Alexis lo observó en silencio, cada respuesta de Carlos hacía que sus dudas se profundizaran. Algo no estaba bien. Había trabajado en suficientes casos para saber cuándo alguien se hundía en la culpa sin entenderlo realmente.
Esto no era la confesión de un asesino consciente de sus actos. Era el relato de un hombre atrapado en una pesadilla que ni siquiera podía explicar.
En ese momento, la puerta de la oficina se abrió, interrumpiendo sus pensamientos. Un oficial entró con una expresión seria, portando unas esposas en la mano.
—Oficial Alexis, hemos encontrado pruebas en la escena del crimen —dijo—. Huellas, ADN... todo apunta a Carlos. Es nuestro hombre. Lo estamos trasladando a la prisión central.
Carlos, al escuchar esto, palideció aún más. Su rostro se tornó en una máscara de terror absoluto.
Pero aceptó el arresto como si lo hubiera esperado.
El oficial lo llevó fuera de la sala. Alexis se quedó inmóvil, su mirada fija en el lugar vacío donde había estado Carlos. Sabía que las pruebas eran irrefutables. El sistema diría que el caso estaba cerrado, que habían atrapado al asesino, pero algo en su interior se rebelaba.
—Mierda...
Luciano se acercó lentamente, viendo la expresión de su compañero.
—¿Estas bien? —dijo en un tono suave, tocando su hombro
—No... Algo está mal aquí, Luciano. Ese tipo no tiene idea de lo que hizo. No recuerdo la última vez que vi a alguien tan perdido.
Luciano suspiró.
—Es difícil de aceptar, lo sé. Pero a veces, por mucho que nos gustaría, no podemos salvarlos a todos. Vamos a casa.
Sabía que el sistema ya había tomado una decisión. Carlos sería procesado como culpable. Quizás nunca sabrían toda la verdad, y ahora era demasiado tarde para cambiarlo.
—Es tarde.
~.~FIN~.~
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Editado: 20.09.2025