Caso 63

De Lorean

Los viajes en el tiempo y la teletransportación tendrán que esperar. Puede tomar siglos dominar esta tecnología.
— Michio Kaku

 

 

 

 

Después de lo que había pasado ayer me había quedado casi toda la noche despierta pensando en el caso 63, no entendía como tenía mi información y eso me preocupaba, hoy había decidió no pensar en eso y tratar de averiguar un poco más sobre él y lo que decía.

Por ser domingo el Hospital estaba más solitario de lo normal y mis pasos retumban mientras me dirigía al cuarto del paciente 63, unas pocas enfermeras me saludaban en mi camino, a lo lejos se escuchaban algunos gritos o disturbios de los pacientes más inestables que teníamos, a veces es complicado calmarlos durante sus crisis y eso nos lleva a utilizar un poco de fuerza para lograrlo, es muy triste ver cómo las personas terminan aquí debido a sus condiciones mentales.

Llego a la habitación para encontrar al paciente 63 en el mismo lugar que el día anterior, tomó mi lugar habitual mientras saco de nuevo mi libreta para hacer anotaciones. Ajustó la grabadora colocándola en medio de nosotros.

—Hora 9:45, 23 de octubre del 2022, segunda sesión caso 63 para el registro Doctora Elisa Aldunate, cuando suene el bip comenzamos.

—¿Como durmió Doctora?. —Su pregunta me toma por sorpresa.

—Bien, gracias. —La verdad es que había dormido muy poco.

—¿Sueña?

—Creí que yo hacia las preguntas.

—Uno puede conocer a alguien por sus preguntas y pensé que quería conocerme.

—Si, a veces sueño, ¿usted?

—Yo no lo llamaría sueños, pero si. ¿Recuerda lo que soñó anoche? —El repentino interés por mi y mis sueños y me pone alerta, pero aún así le respondo.

—No.

—Esta tan segura, no quiere intentarlo.

—¿Intentar que?

—Recordar lo que soñó.

—Es que simplemente no lo recuerdo, ¿a usted no le pasa?

—Solo cuando tengo miedo de hacerlo... se peino de manera diferente, se recogió el cabello.

El comentario acerca de mi cabello me toma por sorpresa y me hace sentir incómoda. Casi nunca sujetaba mi cabello pero hoy la mañana mientras me alistaba para el trabaja, había sentido la necesidad de hacerlo, no pensé que sería tan relevante.

—Definitivamente no estamos aquí para hablar de mi pelo. —Miró su brazo. —Ni de su tatuaje del joker en su antebrazo que no parece ser para nada del 2062.

—Tiene miedo doctora.

—¿Que cree usted?

—Que si.

—¿Y eso le gusta?, ¿lo hace sentir bien?.

—No, no es mi intención asustarla, no pertenezco al perfil narcisista que usted cree.

—¿Y a cual pertenece?

—A ver, fui un niño solitario, lei mucho como todos los niños de mi generación, generación EP, ¿ya le dicen así?.

—¿Generación EP? —Nunca había escuchado ese término.

—Generación entre pandemias, crecimos entre oleadas y oleadas progresivas, eso nos marco, crecimos pegados a la pantalla, mis primeras citas fueron virtuales y como todos los de mi generación aprendimos a tenerle miedo al contacto físico y a confiar mucho más en la distancia que en la cercanía. Para usted amar o meterse a la cama con alguien, con mayor o menor compromiso era o es el resultado exacto de la pasión, su educacion y sus acuerdos morales, para mi generación en cambio el sexo o un simple beso se convirtió en un acto fe, tuve varias parejas pero nada definitivo. Como todos fui a terapia y luego la terapia se acabo.

—Lo dieron de alta.

—No, todo se acabo.

—El mundo dice usted.

—Es curioso lo del fin del mundo, yo siempre imagine, quizás por las películas o los libros que el fin del mundo seria un acontecimiento catastrófico. Desastres naturales, terremotos, fuego, el mundo colapsando como un accidente fatal, eso creía, que el fin del mundo seria el peor accidente de todos. ¿Ha pensado en eso?, en como será el fin del mundo...

—No, la verdad es que no. —Justo ahora lo hacía, algo en mi me decía que tenía que preguntarle, pero mi lado racional se resistía a hacer esa pregunta.

—No, me cuesta creerlo, todos lo imaginamos en algún momento, un gran globo explotando, un asteroride, el mar cubriendo hasta el último pedazo de la tierra. Son solo pensamientos, pero todas tienen en común algo sumamente tranquilizante...son fulminantes, si el mundo se acabara de cualquiera de esas forma no tendríamos el tiempo de darnos cuenta... —Después de unos segundos en silencio vuelve a hablar. —Pregúntemelo.

—¿Que cosa?

—Pregúnteme como se acaba el mundo.

—La verdad es que tengo otras preguntas para usted. —Aunque si quería quería hacerlo, quería preguntarle.

—Ninguna importante, pregúntenme como se acaba el mundo. —Me insiste.




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