Caso 63

Sopa de letras

Tu verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de los otros.
—Martín Luther King.

 

 

 

 

Mis pasos retumban en el piso del hospital a esta hora, todo estaba en silencio y solo veía a un par de enfermeras. Había recibido la llamada hace unos 20 minutos, la verdad es que no he dormido bien los últimos días así que no tenía problema en venir a esta hora.

Saco la grabadora lista para grabar en lo que llego a la recepción, además de llevar un registro, el tener estas grabaciones me hacen tener un control sobre la información.

—Para el registró doctora Aldunate, 26 de octubre del 2022, 4:30 am caso 63. Según la ficha del paciente, se descompensó, intentó escapar, fue reducido, sedado y confinado.

Llego hasta la recepción donde Mónica me espera.

—¿Quién estaba de turno? —Le preguntó mientras veo de la ficha preocupada.

—La doctora Arriagada. —Me responde.

—Si, pero, es que lo medicaron más de lo necesario.

—Estaba muy alterado.

—Está bien, gracias por llamarme.

—Él mismo fue el que pidió que la llamara. —Me dice mientras caminamos hacia la habitación.

—Sáquele las amarras. —Mónica me mira sorprendida.

—Pero puede ser peligroso.

—No, no es peligroso sáquenselas. —Hace lo que le digo. —Ahora, por favor, déjenos solos.

Mónica asiente mientras se dirige a la puerta.

—Muchas gracias. —Le digo antes de que cierre la puerta. —¿Está bien?

—La desperté. —Me dice arrastrando las letras.

En su rostro se dibujaba una leve sonrisa y tenía los ojos entrecerrados, cualquiera que lo viera se daría cuenta que estaba muy drogado.

—No podía dormir, no se preocupe. Me dijeron que trató de escapar.

—Me... Me puede dar un poco de agua, por favor.

—Claro.

Tomo una botella de agua sirviendo un poco en un vaso, con cuidado le pongo el vaso en sus manos para que no vaya a soltarlo. Da un largo sorbo antes de volver a hablar.

—En mi año cualquier médico que receté sicofármacos se va a la cárcel, en el futuro están prohibidos, ¿aún no comienza el gran escándalo.

—Es que usted no tiene que tratar de escapar, puede ser peligroso.

—¿Para quién?

—Para todos, puede pasarle algo.

—¿Todos? —Parecía sorprendido.

—El mundo.

—El mundo, no tengo a nadie en el mundo, ni en este año, bueno, tampoco allá, ¿no veo a quién podría importarle? —Sonríe con ironía. —Disculpe sin hoy no estoy tan encantador como nuestras otras sesiones, siento que... que estoy perdiendo mi mente.

—Si les sirve de algo, a mí me importaría, a mí me importaría si a usted le pasa algo. —Lo decía enserio, cuando me llamaron estaba muy preocupada, no me había pasado con ningún otro paciente, pero desde que lo conocí, fue como si algo en mi lo reconociera. Había estado pensando mucho en todo lo que me había contado, el cómo me hacía sentir y su sueño, eso no ayuda mucho a mi juicio, pero intentaba mantenerme a raya tanto como pudiera. En cuanto a mi sueño, había estado pensando que pasar tanto tiempo hablado con el al final m subconsciente me había traicionado.

—Usted tiene una manera muy curiosa de expresar amor, ¿siempre encierra y droga de quien se siente atraída?

—Disculpe, pero yo no me siento atraída por usted. —Siento como mis mejillas arden por la pena, esperaba que no pudiera notarlo, pero solo se limita a verme.

—¿No?

—No.

—Leí mal la señal entonces, bueno, la historia de mi vida.

—Me alegra saber que está de buen humor.

—No estoy de ninguna forma doctora, no me ve.

—Lo tuve que encerrar porque confesó que cometería un secuestro.

—No, no, mencione que usted cometería un secuestro, usted es parte del plan trazado, usted es mi aliada en, en esta misión... —Mientras hablaba parecía que se le olvidaba lo que estaba diciendo. —Doctora Elisa Beatriz Aldunate Sifuentes no, no debo olvidarla debo, no debo olvidar los detalles.

—Está bajo los efectos de muchos fármacos, es natural que se sienta un poco confundido.

—Usted soñó con Pegaso, es una buena señal, en el futuro yo le debo dibujar un caballo blanco con alas si lo recuerda ahora es porque le mostraré esa imagen en el futuro. Eso es una prueba, un, un chequeo en nuestra password.

—¿Un password?

—Una prueba de que usted estará de mi lado.

—Escúcheme, le creo. ¿Recuerda que yo pensaba que usted mentía? bueno, ahora no lo pienso.

—Me cree. —En su mirada pude ver ilusión.




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