Cuando en el fondo de tu ser crees que tú alma gemela existe, no hay límites para las formas en que el o ella puedan ingresar a tu vida.
— Arielle Ford.
31 de octubre del 2022, 11:55 de la mañana.
El césped cruje bajo mis pies mientras avanzo en el jardín del hospital, la mañana estaba tranquila y siempre me había gustado el sonido de los pájaros que siempre estaban aquí, necesitaba ordenar mis ideas sobre todo este proceso extraño, estar en este jardín sentada en la misma banca de siempre me da perspectiva, me clara. Hace unos minutos renuncie a mi cargo en la unidad de psiquiatría, fue eso o someterme a un sumario desgastante que terminaría con mi carrera, ahora hace algunos minutos luego de salir de mi oficina donde trabajé por 12 años me he sentido extrañamente aliviada. Es la última vez que voy a estar en esta parte del hospital... en mi jardín secreto.
Siguiendo la lógica del paciente 63 si esto, si este momento fuera un vórtex como él llama saldrían de acá dos líneas de tiempo. Una en la que voy a mi casa comienzo a buscar trabajo e intento recuperar mi vida y otra en la cual intento entender por qué una simple mentira ha resonado en mí y me ha hecho perder mi sentido.
Hoy en la mañana tuvo un encuentro con Gaspar Marín, con el verdadero Gaspar Marín.
Resulta que efectivamente es un escritor aficionado de ciencia ficción, pero no fue nuestro paciente, lo cual significa que el señor Roiter bueno, que el caso 63 utilizó su identidad para zafarse de nosotros. Si Pedro Roiter no existe, ni tampoco ese Gaspar Marín que decía habernos engañado... Entonces, todo lo que ha ocurrido hasta ahora no es más que el juego de un pobre tipo, un nadie, pero ese nadie sea quien sea, me llamó.
M primera reacción fue colgarle, pero insistió en que a lo menos merezco saber cuál es la verdad, promete que después de esa reunión nunca más voy a saber de él.
No sé si es una buena decisión, no sé si es peligroso o estúpido de mi parte, aún no estoy segura de que sea una buena idea. En realidad, de un tiempo a esta parte no estoy segura de nadie.
Me acerco lentamente a donde Pedro estaba sentado en la cafetería, esta de espalda hacia mi asi que no puede ver cuando llego lo que le sorprende. Tomo asiento sin decir nada ignorando la taza de café que tengo al frente.
—Para el registro, doctora Aldunate sesión número nueve, treinta y uno de octubre del dos mil veintidós, diecisiete treinta horas el ficticio caso 63 sesión extraordinaria. —Digo mientras pongo la grabadora en la mesa.
—Veo que sigues con ese hábito de registrar tu vida. —Me sonríe.
—Le doy solamente diez minutos.
—De acuerdo, si no me equivoco estás llena de preguntas Beatriz, supongo que puedo llamarte por tu nombre, ¿no? ya no estamos en una relación médico paciente.
—Tienes alguna idea de lo que provocaste, ¿Qué quieres? ¿Qué es todo esto? —Le miro molesta.
—Sé que fuiste a ver a Gaspar Marín.
—Me he estado siguiendo, claro.
—Sé que necesitas una explicación... —Ya no estaba segura de lo que quería o porque estaba aquí.
—No sabes que... —Intento interrumpirlo, pero no me deja.
—Beatriz... —Pone su mano sobre la mía en la mesa, su toque en cálido y suave pero no levanto la mirada.
—¿Qué estoy haciendo? —Susurro para mí, aunque sé que él también me ha escuchado.
—Tienes que escucharme...—Quito mi mano, Pedro solo suspira mientras tomo un sorbo de su café.
—¿Para qué? ¿para que todo esto?, una nueva mentira sobre una nueva mentira.
—No.
—No tengo idea quién eres, Pedro... yo, yo no sé si te llamas así.
—Si me llamo Pedro.
—Bueno me cagaste la vida, Pedro. —Parecía afligido con lo que le digo y si tenía algo que decirme no lo hace y continúa.
—Fui entrenado para viajar en el tiempo, fui entrenado para alterar el vórtex de María Veitia el veinticuatro de noviembre en el vuelo Latam seis cuatro tres tres de las diecisiete treinta y tres, fui entrenado para contactarte y convencerte de que me ayudaras y también fui entrenado para tener una puerta de escape...
—No, no... —Ahí iba de nuevo con eso, un día trataba de convencerme y lo estaba logrando, al siguiente dice que todo es mentira y que es otra persona que resulta también ser mentira. —Deja de jugar con mi mente.
—Escúchame, fui entrenado para tener una puerta de escape en caso de que las cosas no salieran bien, tu comenzaste a divulgar y hacer pública mi presencia en esta línea, comenzaste a invitar gente a nuestras sesiones. De pronto comencé a escuchar a los funcionarios del hospital diciendo que tú estabas convencida, me preguntaban el número ganador de la lotería y un par de internos que sabían todo de mí me preguntaron en qué acciones de la Bolsa debían invertir. Supe que habías comenzado a poner en peligro nuestra misión, mucha gente creyendo en un viajero del tiempo produciría sin querer cambios y esos cambios producirían líneas de tiempo anómalas, líneas parasitas accesorias, líneas huérfanas. Malos finales en donde Pegaso no se detenía, tuve que tomar la puerta de escape, en el entrenamiento le decían la suplantación.
Editado: 09.02.2024