La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no la más sublime de la inteligencia.
— Edgar Allan Poe.
Hora 9:55, 26 de noviembre del 2012 para el registro he permitido la visita del cónyuge de la paciente 63, Emilia Sanz. Luego de hablar con él, confirmó que este es un cuadro psicótico reincidente. La paciente se manifiesta confusa, disociada y parece desconocer su vida, como si la identidad ficticia de su delirio se aferrará a ella y le impidiera abrazar la verdad.
—Adelante, señor Marín sólo puedo darles unos minutos, protocolo. —La puerta hace su habitual chirrido antes de que vea entrar al doctor y a otro hombre.
—¿Doctor? —Me pongo de pie, al parecer planeaba dejarme aquí con este hombre desconocido para mí.
—Estaré afuera, no se preocupe. —Asiente antes de cerrar la puerta e irse de la habitación, me tenso en mi silla mientras veo como el hombre de mediana edad y poca estatura avanza lentamente hacia mí.
—¿Quién es usted? —Ignora mi pregunta.
—¿Cómo te sientes?, ¿Te han medicado mucho?... ¿Sabes quién soy yo?
—Tú eres...
—Gaspar Marín.
—Un impostor. —El hombre que decía ser mi marido cuando no lo era.
—Lo importante no es quién soy yo, sino quién eres tú, ¿Lo sabes?
—Eh... ¿Emilia Sanz? —Cada vez más me convencía de que ese podría ser mi nombre.
—Emilia, eso es lo que dice tu brazalete vez. —Señala mi muñeca.
—Y mi ficha médica.
—Emilia no es la primera vez que esto ocurre, no es la primera vez que viajas en el tiempo.
—¿Qué dijiste? — Viajar en el tiempo, yo había dicho
que viajé en el tiempo, pero ¿realmente lo hice? Era imposible pero mis recuerdos seguían confusos en mi cabeza.
—Aún crees que puedes salvarlo, ¿cierto? Todo lo que crees te ha hecho ir y venir, ir y venir. Es importante que estés acá conmigo, no puedes salvarnos si crees estar en otro lugar, si crees estar en el tiempo y lugar equivocado.
—¿Quién crees que soy?
—Eres una mujer muy importante.
—¿Quién eres?
—Esta no es la primera vez que te digo esto, necesito que pongas atención y me creas. Toda la construcción de tu desvarío la has tomado de cientos de fuentes contagiada por el temor del fin del mundo que invade a millones de personas durante este año.
—No entiendo qué dices.
—Te obsesionaste con los virus y las enfermedades infecciosas cuando tu hijo falleció de una neumonía atípica causada por un virus.
—¿Mi hijo? —Yo no tenía hijos. —Yo no, yo no. —Suspiro cansada intentando recordar algo.
—En tu computadora hay páginas y páginas de información sobre los virus y sobre los coronavirus, un tipo de virus que genera enfermedades respiratorias. También te obsesionaste con la psiquiatría, compraste decenas de libros sobre psiquiatría, están todos ahí unos sobre otros en nuestra habitación. Y las películas, las vimos juntos, pero tú las vistes de nuevo y de nuevo decenas de veces y tu libro Emilia.
—¿Qué libro?
—El libro que has leído incontables veces, pero que siempre parecieras olvidar...toma.
Pone sobre la mesa el libro y lo desliza suavemente frente a mí, lo tomo y veo en su portada un atardecer con tonos rojizos, naranja y negro sobre una ciudad destruida y abajo el título de color amarillo.
—Los ojos en la oscuridad. —Leo el título, pero no podía recordarlo, ni siquiera me provocaba algo este libro.
—Dean Koontz es el autor.
—No, no, yo nunca he visto este libro.
—Lee la parte trasera. —Hago lo que me dice dudosa.
—Año 2020, el laboratorio está ubicado en la ciudad China, Wuhan y el virus se esparció desde ahí... ¿Qué es esto?
—Abre el libro. —De nuevo hago lo que dice, mientras paso entre las páginas veo incontables palabras y párrafos subrayados, anotaciones que el cree que son mías y notas por todo el libro.
— El virus se llama Wuhan 400 y ahí subrayaste, la pandemia se esparcirá por el mundo...todo lo sacaste de aquí. Si no me crees o crees que de alguna manera imposible imprimí este libro pídele al doctor que lo confirmé. Si no lo conoces lo podrá encontrar en internet.
Sigo pasando entre las páginas hasta que veo algo subrayado en otro color que hace que resalte más que lo demás, me detengo a leerlo.
—Por un lado, una persona puede convertirse en portadores infecciosos solo cuatro horas después de entrar en contacto con el virus... No entiendo, esto es...
—Esto es ficción, la fábrica de tus miedos y pesadillas.
—Este libro fue escrito en 1981.
—La doctora Aldunate te lo intentó explicar, inventaste todo de la ficción. —Un escalofrió me recorre todo el cuerpo.
Editado: 09.02.2024