Caso 63

El derrumbe

—Para el registro, 22 de septiembre año 2019 Santiago de Chile paciente María Correa.

—María Veitia, uso el nombre de mi madre.

—Este bien.

—¿Siempre grabas?

—Es una costumbre que tengo hace años, me ayuda a ordenar mis ideas.

—¿Y qué va a hacer con esa grabación?

—Es solo para mí no te preocupes, volvamos a la supuesta viajera del futuro Emilia Sanz, se juntaron en tu casa, tenias 17 años, dijo que ibas a hacer la causante de una tragedia.

—Si el fin del mundo puede ser considerado una tragedia, sí.

—¿Y tú que le dijiste?

—Que siempre de alguna manera había esperado ese momento, que alguien apareciera en mi vida y me dijera lo que siempre había esperado oír, que cambiaría el mundo solo que pensé que sería haciendo algo bueno. Al principio le seguí la corriente, le dije que sería fácil y no tomaría ningún puto vuelo a España nunca y menos en esa fecha. Le pregunte si podíamos cambiar el futuro o si estábamos predestinados y me dijo que no lo sabía, me dijo que cosas pequeñas que hacemos generan eventos insospechados en el futuro. Es tan frágil el futuro María, tan frágil, todo puede cambiar en cualquier momento, cualquier cosa que hagas ahora no algo épico sino algo simple e inofensivo, si solo la gente supiera la textura del futuro si solo supiera lo frágil que es que se formen líneas y nuevas vidas todo sería tan diferente, eso me dijo.

—Tú eras consiente de que ella era una paciente de tu padre y estaba compartiendo un delirio organizado coherente, pero delirio ¿no?, podías en ese momento comprender que hablaba desde su psicosis.

—No se que comprendía, solo te repito lo que ella me dijo, eso y muchas otras cosas.

—¿Cómo cuales?

—Me dijo... me dijo que solo una persona puede destruir el mundo y que solo una persona puede salvarlo, ¿podrás hacerlo María?, recuerdo cada una de sus palabras, cuando murió frente a mi en el aeropuerto antes de desplomarse me dijo: rompe el mecanismo.

—¿Y que te paso a ti con eso?

—Al principio lo bloquee, tenia que ser una loca, lo anule... bueno junto con otras cosas inexplicables y con mi padre nunca volvimos a hablar del tema, se convirtió en un gran elefante en nuestra sala que luego se hizo invisible y desapareció. Mi padre murió hace unos meses pero creo que nunca se recupero realmente de esa perdida. Yo en cambio desde ese encuentro me obsesione con los virus, ¿ha escuchado hablar del efecto Streisand?

—Atraes aquello de lo que huyes.

—Eso me paso, para evitar hacer algo, para evitar ser la persona que dañaría a todos, me informe. Vi lo que puede pasar cuando los animales son desplazados de sus ecosistemas, leí artículos que hablaban de la posibilidad de una pandemia mediante un virus que salto de un vector animal, como la gripe aviar, camellos, cerdos, murciélagos. Participe en charlas, participe en conferencias, participe en marchas animalistas y me di cuenta que éramos muchos los que intuíamos el peligro. En una conferencia sobre el peligro de animales y virus fue cuando conocía Sofia, una bióloga que estaba haciendo un doctorado en virología... me voy el próximo mes a Roma donde trabaja a vivir con ella, no le cuentes a tu hermana, todavía no se lo digo a Daniela, quiero decírselo en persona.

—Tranquila, estas sesiones son entre las dos, ¿todavía tienes miedo de acabar con la humanidad?

—Ahora no lo veo tan malo, a veces pienso que somos como un cáncer, destruimos todo, ¿no estas de acuerdo con eso?

—Me dijiste que soñaste con una ciudad en China.

—La mujer me dijo que la primera pandemia comenzara en Wuhan entre noviembre y diciembre de este año en un mercado de animales, luego  de eso comencé a soñar con ese lugar. Llegaba a ese mercado junto con grupo de jóvenes, amigos chinos y europeos, queríamos cerrar el mercado y así evitar el salto del virus del murciélago, en mi sueño yo mostraba un letrero, decíamos que los alimentos estaban contaminados con ántrax pero fallaba y finalmente éramos encarcelados.

—¿Has tenido pensamientos destructivos fuera de tus sueños?, ¿has pensado en hacer daños a infraestructuras o personas fuera del mundo de tus sueños?

—Solo son sueños, si alguien en el futuro hace algo radical, no voy a ser yo.

—¿No?

—No... serás tu, tu vas a tener que tomar esa decisión.

—No entiendo, ¿me estas diciendo que tu crees que yo soy una especie de elegida?

—Estamos dentro de una especie de juego que se repite, somos cuatro personas random, cuatro personas cualquiera, podrían haber sido cuatro personas en Berlín, en la India, en Australia, pero fuimos nosotros y si somos elegidos, el juego es entre nosotros.

—Cuando dices nosotros ¿te refieres a mi?, no te estoy entendiendo, ¿elegidos para que?, o ¿cuales son esas cuatro personas?




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