Caso 63

Prueba de realidad

—Allá si, usted si la de chaqueta de cuero de la esquina ha estado levantando la mano hace rato. —Señalo a la chica que llevaba rato levantando la mano para hacerme una pregunta.

—Gracias señor Carrión, este año quizás como nunca antes en la historia humana estamos a punto de la aniquilación, un error de cálculo de nuestros supuestos líderes y el fin de la humanidad tomaría horas. ¿No es este un momento para que un viajero en el tiempo intervenga?, ¿no es esta la prueba de que el viaje en el tiempo nunca va a ser posible? —La miro confundido.

—Mira no lo sé, pero si enviaran viajeros o sembradores o como queramos llamarlos a cambiar la historia nunca nos daríamos cuenta porque tengo la sensación de que deberían ser muy cautelosos.

—O no, quizás su manera de ser cautelosos es precisamente la exposición, usar un medio masivo, una película, un libro, un disco algo, algo que funcione como un vehículo, como una señal.

—¿A qué se refiere con una señal? —Pregunto.

—Una especie de password para que alguien comprenda algo y haga un movimiento, un movimiento relevante.

—Es una observación interesante, si… —Toda la sala se queda en silencio mientras la miro no muy seguro de que decir, la presentadora del evento se da cuenta que no estoy tan seguro de continuar y pasa a otra pregunta. Luego de varias preguntas más dan por terminada la conferencia.

—Muy bien, creo que no hay más preguntas. En la feria del libro de los mediano y pequeños editores italianos, più libri, più liberi, más libros, más libres en su diciottesima edición en este año oscuro aquí en Roma creemos que los conflictos y las crisis se combaten con cultura. Queremos agradecer esta breve conversación con Antonio Carreón, autor del libro caso 63.

Cientos de aplausos invaden la habitación antes de que la gente comience a hacer fila para que pueda firmales sus libros, y veo a la misma chica de la pregunta esperando a que todos se formen para quedar al final de la fila.

—Muchas gracias Antonio, el libro está muy padre, felicidades.

—Muchas gracias, toma aquí tienes. —Finalmente después de varios minutos es el turno de la chica.

—Usted, las señales, Hola. —Le sonrío amable y me regresa el gesto, pone su libro sobre la mesa y me lo pasa.

—Hola, ¿me firmas mi libro?

—Claro, si, ¿Tu nombre?

—Ponle por favor, para Beatriz.

—Para Beatriz. —Escribo una dedicatoria y le regreso el libro, mirándola de cerca hay algo en ella que me hace sentir que ya nos habíamos visto antes.  —Tu cara me resulta familiar.

—Estoy casi segura que es la primera vez que nos vemos, tal vez en otra línea.

—Sí, claro tal vez en otra línea.

—Anamnesis, ¿conoces esa palabra?

—¿Anamnesis?

—Significa reminiscencia, conocer es recordar creo que lo dijo platón ¿no te hace sentido?

—Nunca la había escuchado.

—Me he preguntado porque tus personajes debían terminar aquí en Roma, aunque nunca lo consiguen, pero, ¿por qué Roma?

—Los viajeros en el tiempo necesitan entrar y salir de lugares que no cambien con el paso de los años, ciudades antiguas donde las cosas permanezcan no puedes llegar y encontrarte con un edificio en el punto de ingreso o de extracción necesitan puntos de referencia inamovibles, ciudades que no cambian. ¿estoy siendo paranoico o me quieres decir algo?

—La verdad es que no vine a escuchar tu conferencia Antonio, ni vine a que me firmaras este libro.

—¿No? —La miro interesado y a la vez vacilante por lo que estaba diciéndome, ¿Quién era esta chica?

—¿Podemos tomarnos un café? Aquí en roma todos son buenos, hay uno en la esquina que de hecho es muy bueno y podemos conversar.

—Antonio, el taxi a tu hotel ya llego ¿vienes? —Me señala la puerta, pero en ese momento llega la organizadora del evento.

—Sí, si voy enseguida. Eh lo siento me están esperando.

—Así son los vortex, decisiones.

 

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Veo pasar a una mujer mayor y a una chica detrás de ella frente a mí, se detienen a unos pasos de donde estoy sentado lo que me permite escuchar lo que dicen.  

—Señora su pasaporte se le quedo en el asiento, tome aquí esta. —Le dice la mujer más joven.

—Oh gracias, gracias preciosa, eres un ángel, gracias a gente como tu aún creo que este es un mundo que merece la paz, ¿Cómo puedo agradecerte?

—No se preocupe señora, guárdelo bien está bien.




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