Capitulo 4

Mi primo era 4 años mayor que yo, el sufría de esquizofrenia, fue un término que tarde mucho en comprender pero mi abuelo siempre decía que los que sufren esquizofrenia viven una realidad diferente a la nuestra.

En mi cumpleaños número trece mis padres decidieron hacerme una pequeña fiesta en el patio en la casa de mi abuelo, recuerdo que mi mamá me vistió con un vestido rosa y me sujeto el cabello con un lindo moño rosado. Ya habían pasado casi tres meses desde que mi hermano había muerto, mis padres casi nunca lo mencionan.
Una vez leí en un libro que en ocasiones las personas despiertan de un coma incluso después de un largo tiempo que a veces solo es cuestión de fe, esperanza y paciencia , pero siempre me pregunté ¿Porque mis papás se rindieron tan rápido?, ¿Que fue lo que perdieron primero la fe, la esperanza o la paciencia?

- ya es hora de soplar las velas del pastel Lily - dijo mi abuelo mientras se acercaba a mi con pasos lentos.

La fiesta no duró mucho, cuando los invitados terminaron de irse mis padres, mi abuelo y mis tíos, se encerraron dentro de la biblioteca dejándome sola con mis tres primos una de ellas era Rosa una niña pelinegra de mi misma edad con la cual nunca me lleve bien. Otro de ellos era mi pequeño primo Rodrigo que tan solo tenía 3 años y por último mi primo Damian el cual sufría de esquizofrenia.

- Que opinas si jugamos nosotras a las escondidas mientras que Rodri juega con sus coches y Damian escucha a los fantasmas - fue lo que me dijo Rosa en un tono bastante burlesco

- De acuerdo, tu cuentas y yo me escondo - dije con una sonrisa bastante forzada

Cuando Rosa empezó a contar yo estaba decidida a irme a esconder al ático para no poder verla y seguir con este absurdo juego después de todo se trataba de esconderse. Pero mis planes vieron mortificados cuando ví a Damian salirse por la puerta de atrás, me discutí un largo tiempo si seguirlo o no, pero al final termine siguiendolo porque temía que algo le pasará.

Lo seguí hasta que llegó a una heladería y pidió un enorme helado de vainilla, yo me escondi detrás de un árbol que estaba a tan solo unos metros de distancia de la heladería. Lo último que ví fue a mi primo cruzar la calle antes de que alguien me tapara la boca con un pañuelo que tenía un olor extraño, segundos después caí profundamente dormida.