No hay palabras cuando las bocas se ocupan de comerse apasionadamente, no hay pensamientos cuando la magia hace su propia vivencia.
Ghabriell Mondragón se sintió atrapado entre las extrañas mieles en esa mágica noche que marcaba el inicio de algo que parecía realmente importante.
Tomó en brazos a su chica genio y la llevó a su habitación, no hubo treguas, promesas, ni medias palabras, tampoco buenas ni malas intenciones, solo existió la acción de una total entrega de dos personas que olvidaron el motivo por el cual habían viajado.
La noche los juntó en cada beso, en cada significativa caricia, y los rodeó de saberse que ambos se debían admiración por lo que hacen y con la pasión con la cual trabajan juntos, hubo equidad sin proponerselo.
La separación de ambos cuerpos sintiéndose saciados, los dejó fuera de entender lo que había pasado.
Valeria no esperó más de lo que su jefe logró en ella y sonrió adormecida en una cercanía que le brindaba seguridad.
Ghabriell Mondragón, estaba inexplicablemente feliz, solo disfrutaba de su momento con Valeria Doffourt, no sabía el porqué de su insomnio, solo la contemplaba y ella había cerrado sus ojos quedándose dormida.
El teléfono de Mondragón sonó y éste se desesperó en apagarlo, pero activó la llamada.
De inmediato se levantó bajando un poco la voz al escuchar a Marina.
__Cariño, no me diste las buenas noches. ¿Qué sucede? ¿Acaso olvidaste a tu mujer?
__Eres mi amor Marina ¿Cómo crees que te voy a olvidar? -dijo huyendo de la cama, pero Valeria Doffourt abrió los ojos tras haber escuchado el sonido del teléfono, y las palabras de Mondragón causaron en ella un repentino sentimiento que ni ella pudo explicar, pero sus ojos se cristalizaron y brotaron lágrimas tras la punzada en su alma de lo que había hecho.
__Somos uno Ghabriell -continuó Marina- así será siempre mi amor...
__Lo sé mi amor, solo que se extendió la reunión de negocios y al llegar a mi habitación estaba casi dormido.
__Duerme mi amor, mañana dormiremos juntitos, te extraño...
__Y yo a ti Marina.
Mondragón cerró la llamada, y caminó volviendo nuevamente a la cama siendo totalmente silencioso, pero Valeria cerró sus ojos mostrándose profundamente dormida, y él volvió a contemplarla aún sin poder creer lo que le había pasado en esa noche.
En su pensamiento repetía aquella repentina locura en que entregó más que su pasión sin dejar de observarla.
Se preguntaba porque no se dormía, siempre lo hacía cuando estaba en compañía después de tener sexo, pero al voltear a verla algo lo atraía y sonrió dejando salir un poco de ternura que él no conocía.
Así permaneció hasta que la madrugada lo arropó dejándolo totalmente relajado en un profundo sueño.
***
Mario miraba el reloj con frecuencia ya casi llegaba el nuevo día y se preguntaba si Valeria lo recordaba.
Ella no atendió ninguna de sus llamadas y eso lo alteraba como siempre.
Tenía mucha incomodidad, y más cuando los padres de Valeria lo corrieron de su casa.
__Ella no puede dejarme, Valeria es mía yo lo sé...
A pesar de su preocupación tenía la seguridad, sentía tanta confianza por la educación y reglas que su madre le imponía que terminó durmiéndose.
***
Ghabriell Mondragón despertó y de inmediato la buscó con la mirada, sabía que no era un espejismo.
__¿Valeria? -la llamó y caminó creyéndola en el baño- ¿Estás ahí? Cariño, no te sientas mal por todo ésto, todo estará bien -dijo sorprendiendose de sí mismo- ¿Valeria? Abrió la puerta y no estaba, de inmediato se metió a duchar e hizo todo lo que tenía que hacer con rapidez para salir por ella.
Salió con rapidez y tocó la puerta de su habitación, pero era obvio que no estaba.
Volvió a su propia habitación y marcó su número, pero su teléfono sonaba ocupado.
Se acercó a recepción y se le notaba un poco nervioso.
__Buenos días señor Mondragón -le saludó la recepcionista.
__¿Valeria Doffourt, la ha visto salir? - interrumpió.
__Sí señor, la señorita está en el área de la piscina...
El hombre caminó apresurado dirigiéndose a buscarla, ella lo vió venir y sacó su teléfono simulando una llamada.
__Mario mi amor, está bien, adelanta la fecha de nuestra boda, tienes razón, eres el amor de mi vida.
Mondragón palideció al escucharla y ella volteó a mirarlo.
__Valeria...
__Señor Mondragón, le pido sea formal como siempre, para usted, señorita Doffourt...
El se quedó sin habla por breves segundos y de inmediato retomó.
__¿Sucedió algo?
__Todo está en orden señor, ya casi es la hora de salida...
__¿Desayunaste? -ella lo miró altiva- disculpe... señorita Doffourt, ¿usted desayunó?