Oscar estaba encadenado cada una de sus extremidades.
Con cadenas blancas, sujetas a pilares blancos.
Tras los pilares más lejanos, varios sacerdotes lo miraban.
La Constelación, formada por estrellas y sus ojos profundos, formado de galaxias.
Un sacerdote salió con un pergamino plateado.
No intervenimos en el destino de un ser
No somos quienes proclamamos nuestra a autoridad
Gamma serás Castigado
No habrá contacto con el humano
Tu existencia será borrada
Serás exiliado
Gamma
Nadie dijo nada, un gran rayo cayó sobre él, su grito hizo temblar el lugar, pero todos solo miraban
Lo único que escucho decir a la Constelación.
-Una vez cada 365...
Despertó sudoroso y adolorido en su casa.
No se pudo mover por mucho tiempo.
Había perdido algo más que su poder.
Su mirada estaba sin vida.
Cuando por fin salió, noto al hombre de la tienda que siempre lo saludaba, ignorándolo, como si no lo conociera, varios niños se asustaban al verlo.
La cicatriz en su rostro y cuerpo era un recordatorio de lo que era castigado.
Sorprendentemente, la única que lo recordaba, era la madre de Olsen.
Pero... todos pensaban que era demencia.
Internándola en una Casa Hogar.
Evitando a Olsen, porque cada vez cerca de él, su cicatriz le ardía ,y sin querer que el castigo por desobedecer a la Constelación sea más severa.
Ya no era un Gamma, era... un humano...