Al llegar al restaurante, Adriana pudo percibir que había algo extraño, la recibió una chica la cual le pidió ponerse una venda en los ojos, ya que era parte de la experiencia. Adriana no quería acceder, pero, de una u otra forma, la chica la convenció. Al llegar a la mesa, la chica le quitó la venda de los ojos y Adriana vió algo que sus ojos, no podían creer.
En todo el piso, había tulipanes de color rojo, velas, un aroma tan dulce y ahí, en aquella mesa... El amor de su vida.
¿Qué es todo esto?
Quiero disculparme contigo Cristal, siéntate.
No era necesario que hicieras todo esto para disculparte...
Bueno, ya lo hice, ¿Qué tal si comemos algo?
Sí, me parece perfecto.
Mientras comían, charlaron como si nada hubiera pasado, como si nunca se hubiera ido cada quien por un camino distinto...
¿Quieres postre?
No, sabes que no me gustan los postres.
Pues lo siento, ya es demasiado tarde, ya pedí el postre desde que llegué.
Esta bien, ¿Qué es?
Bueno, permíteme abrirlo.
Al abrir la charola, dentro de ella había un anillo, con un cristal que ni Adriana había visto en toda su vida, era de color azul tan bello, que podía reflejarse cualquier cosa.
¿Es para mí?
Sí Adriana. Eres la luz que me ilumina mientras recorro está oscuridad llamada vida , eres el tulipán rojo entre tantas hojas secas, eres mi abrigo cuando la nieve cae. Adriana¿Quieres casarte conmigo?
Adriana, no pudo sostener el llanto, y entre lágrimas y besos, le dijo que sí, se abrazaron y después de eso, tuvieron una noche muy romántica, dónde por fin pudieron consumar su amor una vez más; a la luz de la luna, sintiendo el calor uno del otro, pudiendo reconocer de nuevo el aroma de cada quien y diciendo los "te amo" agitados como la primera vez.