Por muchos meses, la idea de un trío me atormentó. La idea de que nos presentaran me generaba mucho malestar. Creo que pensaba que no iba a saber cómo actuar, que mi lenguaje corporal iba a jugar en mi contra. Soy una de esas personas que, cuando está de malgenio, no puede ocultarlo. No puedo ocultar mis emociones, mi cara habla por mí. Pensé que al estar los tres, usted se iba a dar cuenta de que había gato encerrado. Además, que se hubiera caído la historia de que nos llevábamos mal; uno, porque no se actuar; dos, porque no sabía que nos llevábamos mal. A mí me parece todo lo contrario.
Muchas veces planee la cara que iba a hacer, la reacción que iba a tomar, el tono de mi voz para no delatarme con algún comentario que hiciera dentro de una posible charla. Todo para que usted no se diera cuenta del interés de su esposo por mí y para que usted no se diera cuenta de que sabía cosas de su esposo que usted “no”.
Y no sé por qué fue tensionante para mí, si el problema finalmente lo tenía él.
Un día, cansada de sentir esa presión emocional sin motivo, pensé, bueno, si toca…toca. Si llegó el momento de que nos conozcamos, nos conocemos, y veremos qué pasa. Sería muy interesante la interpretación que puedo hacer de la situación y sería interesante no solo para mí, sería interesante para los tres.
Pensaba, bueno, si la conozco y nos toca compartir algún espacio, sería importante ver con mis propios ojos cómo se comporta con ella. ¿Qué se puede ver de usted a simple vista? ¿cómo es su comportamiento? Si se pueden ver algunos visos de esa violencia que él manifiesta que usted tiene. Ver la reacción de él al estar nosotras dos ahí. Aunque él es un excelente actor, eso es algo que debo aprender. Entonces, dejé de atormentarme y comencé a mirar los posibles beneficios de las circunstancias, todas las respuestas que iba a encontrar y lo trascendental que podía ser.
Además, de poder confirmar muchos puntos de mi teoría…