Una semana después de la fiesta oficial del natalicio de él, llegando el viernes, me dijo que yo no podía perderme la celebración de sus cumpleaños. Así que cuando fuimos a almorzar, dijo al grupo que debíamos ir a celebrar otra vez a la discoteca, que él cumplía años todo el mes. Al grupo le pareció bien, era fin de semana y por esa época cualquier motivo era pretexto para festejar.
Cuando llegamos del almuerzo, como siempre, se recibió la llamada reglamentaria que usted hace, y él durante la conversación le contó que iba a ir otra vez a la discoteca ese viernes. Pero lo importante vino cuando dijo que íbamos a ir a celebrar el cumpleaños de una persona de contabilidad. Creo que, previniendo que al decir que seguíamos en la celebración de su natalicio, usted se quisiera incluir nuevamente en el plan. Su compañía, cuando se trata del contexto laboral, no siempre es deseada. De hecho, él le comentó a mi compañero (el guapo) que se comenzaba a sentir incómodo porque usted se estaba volviendo una persona posesiva, que se quería incluir en planes en los que él no quería que usted estuviera, que él nunca se sumaba a los planes que usted hacía, ni con sus compañeros de trabajo, ni con sus amigos personales.
Para suerte de todos, usted no fue, y para mi sorpresa, por lo que escuché en la llamada telefónica, no opuso mayor objeción. Únicamente le dijo que se divirtiera y que se comportara bien. Él se sintió tranquilo y cambió su lenguaje corporal, porque cuando escuchó que el teléfono estaba sonando y vio que era usted, en su cara se notó el malestar por tener que contestarle.
Bueno, en la discoteca, lo habitual y esperado: baile y alcohol. Mis compañeros lo molestaron porque era el segundo fin de semana que celebraba sus cumpleaños y, además, en broma le preguntaron si la esposa no se había querido unir a esta celebración, porque como todo en este pueblo chico, se enteraron de que usted fue a recogerlo al trabajo de manera sorpresiva. Desde ese día y por sugerencia de los hombres del área, su apodo es la Patrona. Acá son muy bromistas, y es mejor no poner mucha resistencia a las bromas o pueden empeorar. En algunas ocasiones, cuando él se refiere a usted, también usa el sobrenombre.
En una pieza de baile, me dijo que él sentía que yo no podía perderme la fiesta de sus cumpleaños, porque sin esperarlo me había convertido en una persona muy querida para él. A mí lo único que me dio fue risa, y le dije que él, como siempre tan zalamero. Me dijo que no era zalamería, que era verdad. Cuando la celebración terminó, el sitio estaba a reventar y mientras caminábamos hacia la salida, yo iba detrás de él, esquivando personas. En ese momento, él me tomó de la mano y entrelazó nuestros dedos. Yo no me opuse, simplemente seguí caminando detrás de él. Pero antes de que llegáramos a la puerta para salir del establecimiento, él me soltó.