Hasta hoy, usted, señora, no ha descubierto la atracción que floreció en silencio entre su esposo y yo. Tampoco todas las correrías que él tuvo con otras mujeres durante su relación.
Reconozco que él sabe hacer muy bien las cosas. Él es un maestro en el arte de ocultar sus deslices. Lo hace con la facilidad de una persona que juega un juego que conoce a la perfección, moviendo sus fichas sin que nadie sepa sus movimientos. Eso es algo que me desconcierta hasta la fecha. Su habilidad para mantener dos vidas paralelas. La facilidad con la que engaña.
Espero que, aunque las palabras que aquí le revelo puedan lastimarle, le ayuden a tomar decisiones informadas sobre su futuro. Nadie merece vivir en la oscuridad de la mentira y el engaño. Pretendo que estas palabras le den luces para encontrar la verdad que ha estado buscando durante tanto tiempo, que pueda ver esa relación que usted considera fuerte y solida de otra manera, que pueda verla como lo que es, un castillo de naipes.
FIN
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