Casualidad O Causalidad

CAPITULO 14: UN PASADO, RETORNO AL PRESENTE

https://www.youtube.com/watch?v=7_RDi8_BU9E&t=18s

El instante se convierte en pasado cada segundo. Valora cada detalle, acción, gesto y palabra, porque por más pequeños que sean, te ayudan a mantener una vida armoniosa. Aprovecha bien el tiempo e intenta evitar las discusiones y así lograras llevar un paso siempre adelante. Nuestra naturaleza es errar, pero por ello estamos dotados de razón, la cual nos ayuda a controlar los sentimientos y así, evitar decisiones que, nos afecten. El pasado es complejo y aunque queramos olvidarlo, te persigue día tras día si no lo has aclarado. Te aconsejo que, resuelvas las cosas en su momento para puedas decir “vivo mi presente para construir mi futuro”.

 

“El pasado es una colección interminable de horrores que sólo merece el más completo de los olvidos; el futuro, una incógnita poco confiable que es preciso asegurar; el presente, el campo de batalla donde hay que garantizarse la vejez”

Ernesto Mallo.

 

Y mientras seguía en aquella sala quirúrgica luchando por seguir con vida, mi madre, junto con Ryan y su familia, esperaban respuestas del personal médico que, les dieran esperanzas de vida para mí. El pasado había regresado y esta vez ¡Para ser aclarado por completo! y no tapado como tiempo atrás lo habían ocultado. Mi madre seguía absorta en sus pensamientos - ¿Qué clase de experimento realiza el destino? ¿Por qué nos ha escogido a nosotros de tanta gente que, existe en este mundo?”

Ryan había sido llevado a su habitación para que, se tranquilizara y no se culpara más por aquel trágico accidente que ponía en riesgo mi instancia en esta vida pasajera, el reloj marcaba la 1:55 minutos de la tarde. Bien dicen que, las peores noticias son las primeras en saberse, pero esta vez, al menos no había noticias ni buenas ni malas y es mejor no obtener ninguna respuesta antes que, obtener una respuesta negativa. Mamá abrió los ojos… se había quedado dormida. Eran las 3:33 minutos cuando salió el médico de la Uci.

 

-Señora Sara, su hija aún necesita más sangre. Sus hermanas y su abuelo han dado la cantidad máxima para donar, pero aun necesitamos una bolsa más. -Dijo el médico.

- ¿Hermanas? ¡Hermanas! ¡¿Qué sucede?! -Mi madre sintió desmayarse, pero el medico la sostuvo entre sus brazos.

- ¿Se encuentra bien? –Inquirió, un poco intranquilo.

Ella lo miro fijamente y luego de unos segundos reaccionó. -Sí, estoy bien. Me siento un poco mareada, pero nada más ¿Cómo así que hermanas? No estoy comprendiendo bien –Dijo, mientras buscaba donde sentarse.

- ¿Acaso usted no sabe que las tres chicas son hermanas? –Preguntó, asombrado ante aquella situación.

 

Mi madre no tuvo palabras para responder. Ella se tumbó al piso a llorar. Sus lágrimas venían desde lo más profundo del corazón y sus gritos eran desconsoladores.

 

- ¡Levántese señora! -Dijo el médico, quien se agachó para ayudarla a ponerse en pie.

- ¡Es que no entiendo! ¿Cómo así que son hermanas? ¡La misma sangre corre por sus venas!

-No sé qué ha… -Decía el médico, cuando de repente mi madre lo interrumpió.

-El pasado regresa para atormentar mi presente ¡No puedo soportar esto! ¡No entiendo! ¿Qué has hecho Enrique? ¡Si ese día no hubiese ido con ese señor hasta Francia, jamás hubiese conocido a Enrique! -Las lágrimas interrumpieron el relato de mi madre.

-Señora, ahora no es momento para culparse por un pasado. No sé qué sucedió con su familia, pero lo importante es que la niña Sara aún esta con vida gracias a ellos. Tal vez usted y su familia tienen muchas cosas por aclarar, pero ahora mismo necesito que averigüe si la bolsa de sangre enviada desde Ámsterdam ha llegado. –Dijo, secando las lágrimas de mi madre. -La sangre que le han donado nos dará tiempo de espera mientras llega la sangre que hace falta. –Sonrió.

 

Mientras mi madre caminaba por el hospital, preguntando si la bolsa de sangre había llegado, iba recordando aquel día en que, Ferchito le pidió que fueran a Francia para que él pudiera donar sangre a gente que lo necesitara.

 

- ¿Cómo así papá? ¿A dónde vamos?

-Mi niña, vamos para Francia. Bien sabes que mi tipo de sangre es muy complejo. Gracias a Dios, tú llevas en tus venas la combinación de mi grupo sanguíneo con el de tu madre, y así es menos complicada; pero resulta, que pocas personas en el mundo poseen mi tipo de sangre y a esas pocas personas ¡El mundo las necesita! En Francia almacenan sangre congelada, que puede durar años allí para que al llegar el momento en que sea requerida por alguien, puedan solicitarla.

-Que buena obra haces papá ¡Tengo a los mejores padres del mundo!

 

En ese instante Ferchito se acercó a ella y le dio un fuerte abrazo. Ambos prepararon sus maletas y fueron camino a Francia.




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