Casualidad O Causalidad

CAPÍTULO 21: VOLVERNOS A ENCONTRAR

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Cada segundo es un regalo para ser feliz, pero cuando no se aprovechan dan como resultado: sueños frustrados, metas no alcanzadas, personas que hemos perdido y dolores que recordar. Hoy tienes la posibilidad de vivir cada microsegundo como si fuese el último, llenándote de gratitud, esperanza, alegrías y experiencias.

Cuando las personas se van para siempre, quedan deseos de seguir disfrutando de ella, pero si diste lo mejor de ti, no habrá tiempo para tristes despedidas porque ese Ángel te estará esperando hasta volverte a encontrar.

 

 “No puedo morir aún doctor. Todavía no. Tengo cosas que hacer. Después de todo, tendré una vida entera en la que morir.”

Carlos Ruiz Zafón

 

Mi madre luchaba contra el sueño, pero el médico le pidió que fuese a casa a descansar y a hacer todo lo que se requiere para despedir a quien se ha marchado de nuestro mundo. Ella sabía que las cosas se iban a complicar para mi salud puesto que, Ferchito representaba un ser muy importante para mí y saber que no volvería a verlo, era un golpe bajo.

 

- ¿Necesita algo señora Sara?

-Sí, Diego. Debo regresar al hospital para ver cómo sigue Sara y organizar el funeral.

 

Al amanecer siguiente, los padres de Bella se encontraban en casa disfrutando del desayuno, cuando de repente tocaron la puerta. Camelia se apresuró a abrir.

 

-Srta. Linda, buen día ¿Qué hace usted aquí tan temprano?

-Hola Camelia, vengo a hablar seriamente contigo porque necesito que, organicemos todo para la boda de los chicos. No podemos esperar más tiempo.

 

Tiempo atrás Camelia y la señorita Linda estaban organizando preparativos para la boda porque ambos chicos pertenecían a la clase alta de la sociedad y querían que sus hijos conservaran ese linaje. Camelia nunca le contó nada a su hija, pero prácticamente estaba obligándola a aceptar al chico, olvidando que hoy en día no se puede obligar a nadie a hacer algo que no quiere salvo que se empleen vías de constreñimiento o similares que, dobleguen el consentimiento de la persona; aunque este no era el caso, Camelia se esforzaba porque su hija aceptara a Dimitrio, pero Bella era un tanto rebelde para esas cosas y no aceptaba que su madre le impusiera amar o corresponderle a quien no hacía que su corazón aumentara sus latidos o sintiera un flechazo cada vez que lo veía.

Con todas las cosas que pasaron, Camelia se dio cuenta que, su hija no merecía ser obligada a estar con Dimitrio y por fin entendió que su esposo nunca estuvo de acuerdo con ella y por supuesto que Bella, mucho menos.

En ese momento, al ver a la señorita Linda organizando todo, reaccionó y comprendió que el joven no amaba a su hija y lo único que quería era una muñeca de porcelana que estuviera acompañándolo a las reuniones o los sitios importantes; pero que, a la hora de la verdad, la lastimaría porque se dedicaría a buscar amor o placer donde realmente sintiera que si lo encontraba. A pesar que Bella era muy hermosa, Dimitrio no sentía nada por ella, pero llevaba consigo la presión de su madre que quería unirlos a cualquier precio.

Camelia recordó todo el amor que Diego le había entregado a su hija y sintió tanto remordimiento por haberlos separado y por todo el daño que les causó, que de una u otra manera debía encontrar la forma de menguar aquel dolor y resarcirle a ella la felicidad que alguna vez le arrebató.

 

-Siéntate Linda, tenemos que hablar.

 

Valentino miró a su esposa y sentía que, algo en ella había cambiado, porque no recibió a la señorita Linda con la misma efusividad con la que solía hacerlo. Era como si algo muy grande hubiese tocado el alma de Camelia en lo más íntimo de su ser.

 

- ¿Hablar? Pero si estamos es perdiendo el tiempo. Necesitamos ir a ver el vestido de la novia y fijar la fecha del matrimonio.

 

¿Matrimonio? ¡Oh por Dios! Bella se hubiese enloquecido de pensar que la iban a obligar a casarse con alguien con quien ni siquiera había mantenido una relación de noviazgo.

 

-Mira Linda, te voy a ser honesta, ambas sabemos que la real unión que queríamos para nuestros hijos era por status social, dinero y posicionamiento, pero ¡No por amor! Y honestamente no puedo obligar a mi hija a algo que no se merece; además, si a mí no me obligaron a casarme con alguien ¿Por qué obligar a mi hija que es el diamante más preciado?




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