Casualidad O Causalidad

CAPITULO 24: JUNTAS OTRA VEZ

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Día a día nos alejamos de las personas: por temor, por circunstancias que escapan a nuestra voluntad, por decepción y múltiples causas que sin importar el dolor que producen, cuando el sentimiento de amar es mutuo no hay nada que pueda separarlo y volverás a encontrarlo en ese alguien, como un farol en medio de la nada, como un lucero que te guie cuando navegas a la deriva; pero, mientras ello sucede, no olvides que la confianza hacia nuestro interior es fundamental para no ahogarte en el silencio y así la vida se te hace ¡Un poquito más fácil!

 

“Seremos tan fuertes como unidos estemos, y tan débiles como lo divididos que estemos”

J. K. Rowling. 

 

Estar sola en mi habitación me estaba dando el tiempo necesario para idear mi plan y una vez que Luna llegara, ponerlo en marcha. Sentía temor porque algo en mi aun desconfiaba de ella, pero al recordar que los meses pasaban y no había dicho nada a nadie sobre el regreso de Ismael, era un punto a su favor, me hacía pensar que estaba siendo sincera. Se preguntarán porque la escogí, recordémoslo sencillamente: la única forma de saber si me estaba siendo leal o si podía traicionarme era por medio de él, para saber si de verdad le importaba que fuésemos hermanas o si seguía siendo gobernada por el interés económico y los deseos pasionales. Por otra parte, también pensaba que Tifani no había regresado ¿Qué será de la vida de ella? Observaba el papel en mi mano y me preguntaba ¿Será conveniente esto qué haré? ¿Será que solo busco ayuda de Luna o necesito alguien más? Sin embargo, decidí ofrecerle el beneficio de la duda a mi hermana y solo contar con ella.

Las relaciones entre todos habían mejorado, pero cuando parecía que todo estaba completo, faltaba Ryan; él no había regresado desde el día que discutimos, pero siempre llamaba a mi madre para saber sobre mí.

Era el atardecer, cuando entró Luna en mi habitación.

 

- ¿Cómo está la chica más linda? –Preguntó.

-Hoy amanecí muy contenta.

-Me alegra y ¿Se puede saber a qué se debe tanta felicidad?

-Tengo un día más de vida, ¿no es suficiente? –Dije riendo.

-Sí ¡Claro que sí! pero estoy segura que, hay algo más.

La miré y achiné mis ojitos. –Ven, siéntate aquí. –Di palmaditas a la cama para indicarle que se sentara a mi lado.

Ella asintió. –Entonces, ahora sí puedes contagiarme de tu alegría. –Dijo, en tono jocoso.

-Estaba pensando que, ya ha llegado el momento de requerir tu ayuda.

- ¿Respecto al plan qué tienes pensando? –Preguntó.

-Sí, me siento más animada. 

-Dime para que soy buena. –Dijo, dando un brinco, mientras se ponía en pie.

- ¡Calma, hermanita! –Exclamé. –Debemos ser muy sigilosas.

- ¿Por dónde empezamos?

-Primero tienes que saber que, ya tengo su número telefónico. Lo ha dejado en uno de los ramos que envió hace algunos meses.

- ¿Y por qué hasta ahora es qué decides que iniciemos? –Inquirió.

-Porque hasta ahora es que, me siento un poco mejor.

-Tienes razón, pero dime ¿Qué te dice? –Preguntó, intrigada.

Le expliqué lo que Ismael decía en la carta. –Además, cree que me derrito de amor por él, ¿puedes creer eso? ¡Tiene las tuercas del cerebro flojas y eso que, él no se ha accidentado! –Ambas reímos.

-Sara, pero antes de iniciar debo asegurarme que, ya no sientes nada por él.

- ¿En serio, Luna? ¿Por qué me preguntas eso? En este tiempo parece que, todos creen que aún lo amo.

-No creemos que te derritas por su amor, pero sabemos que, no se deja de amar a alguien de la noche a la mañana.

-No es de la noche a la mañana, ya han pasado los años.

-Sí, pero han pasado estando aquí. No has vuelto a salir a las calles, de cosa has visto el sol cuando te llevamos a recorrer los jardines del hospital; pero, aun lo amas.

- ¡No lo amo! –Grité.

-No estoy sorda, pero si lo amas; de no hacerlo, no estarías ideando un plan para volverle a ver.

-Pero mi plan no es por volverlo a ver…

Ella me interrumpió: -Tu plan es porque necesitas verlo y aclarar si aún lo amas o si solo tienes el vacío que dejó cuando se marchó.

La miré y no pude evitar tumbarme a llorar. Ella se acercó y me abrazo; minutos después, volvió a preguntar. –Entonces, dime ¿Aún lo amas?

Alcé mi mirada y con voz temblorosa respondí: -Sí, aun lo amo ¡No puedo evitarlo! ¿Cómo encontrar una razón para lograr olvidarlo?




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