Casualidades

5. La Pequeña Italiana

 Ya había pasado una semana desde la fiesta de Soledad Solis y la salida que tuve con Sophie. No comentamos del tema del pequeño rose de labios, seguimos como si no hubiera pasado nada.
Bueno se acercaba Halloween del instituto, siempre lo celebra cada año en gimnasio, una semana antes los organizadores, ya estaban poniendo carteles por todo el instituto. 
En el cartel de este año decía :
"Preparen se para mejor fiesta de Halloween, te morirás si te lo pierdes" 
Si como no, es mas aburrida y todo es falso o exagerado. 
Por otro lado Alonzo no me hablaba en todo ese tiempo, ya se le pasara. 
Bueno así era Alonzo, cualquier día me va decir "Que hay de nuevo viejo" y seguirá siendo el mismo de siempre.
Estaba en mi casa, ordenando un poco mi cuarto, en eso Sophie me hablan por la ventana.
— !Hey Sam! —me llama —. ¿Que estas haciendo? 
— Aquí acomodando unas cosas y limpiando mi cuarto —respondo —. ¿Porque?
— ¿Quería saber si vas ir a la fiesta de Halloween?
— No me interesa en verdad, pero mi madre piensa que debo "socializar" con mis compañeros —mascullo haciendo comillas con las manos —. Y tu Sophie, ¿vas a ir? 
— Creo que si —responde —. Si es que me invitan. Podría ir a la fiesta.
Me miro por un momento y hablé.
— Disculpe Princesa Sophie desea que la invite a la fiesta de Halloween —la invitó —. Si usted lo desea, mi señorita.
— Si acepto —responde —. Pero pongas cursi.
— De acuerdo —mascullo —. Debo mostrar un poco de empatia a la otra personas sabes —ironizó.
— Si como no Sam, como sea —masculla —. ¿Puedo ir a tu casa? —sonríe —. Estoy aburrida y Mikha no quiere salir de su casa. 
— Bueno esta bien —mascullo —. Termino de limpiar y vienes de acuerdo, sera unos veinte minutos —al calcular el tiempo que iba tardar en terminar de limpiar mi cuarto.
—Esta bien Sam —masculla —. Nos vemos luego —al volver a su habitación.
Se puso los audífonos y se hecho en su cama. Yo seguí haciendo mis cosas.
Veinte minutos después Sophie toco el timbre, baje para abrir la puerta, la salude. 
Y me doy cuenta que aún seguía llevando mi camisa. No me importaba, pero era un poco extraño. 
Fuimos a la cocina, me caliente mi comida que había preparado Becth. Le pregunte a Sophie.
— ¿Quieres algo de comer?
— No gracias. Ya he terminado de almorzar —masculla —. Pero si puedo beber un vaso de zumo de naranja.
— De acuerdo.
Le serví su vaso de zumo de naranja y subimos a mi cuarto. 
Tenia la costumbre de comer en mi cuarto. 
Encendí la televisión y puse una serie en Nexflix que se llamaba "The Strain". 
A Sophie le impacto un poco por que no sabia que se trataba. Le explique de que se trataba. Lo entendió.
— ¿Por qué te gusta ese tipo de series?
— Porque es interesante —respondo.
— Si como no —masculla —. Pero ya en serio, ¿Por qué?
— Me parece fascinante nada mas —respondo.
— De acuerdo —masculla —. Volviendo a otro temas de que te vas a disfrazar para la fiesta Halloween.
— Fácil del payaso Pennywise. Seguro —mascullo sonriendo.
Ella no dijo nada, solo se que mirando con la cara.
"Que raro eres"
Cambie de respuesta al momento.
— En realidad no lo se —mascullo —. Además que tiene de especial vestirse de alguien que no te da miedo.
— Parece entretenido —masculla contenta.
— Si como tu digas Sophie —masculla sin importancia.
Por otro lado ya había terminado de comer y lo puse mi plato en la mesa de noche.
— Y tu que vas a disfrazar se puede saber —mascullo —. ¿Que tal conejita o gatita?
La mire con cara. 
"Haber sorprende me"
Esperaba paciente su respuesta.
— !No claro no! —exclama.
Solo la quede mirando su expresión y continuo hablando.
— Eso es muy simple cualquier chica lo puede hacer para llamar la atención —masculla seria —. Pero quiero que se una sorpresa.
— Ah bueno —mascullo.
— Ya mira que tal si vamos como magos —propone —. ¿Que te parece?
— No me voy a poner un sombrero en punta y barba falsa. Ni loco —respondo moviendo la cabeza en señal de negación.
— No de esa clase de ropa —masculla —. Que tal de esas historietas japonesas que lees.
— A te refieres a los Cosplayers* —mascullo.
Al recordar que los fanáticos de las historietas, que se vestían de esa manera en centros de convenciones.
— Exacto —afirma.
— No ni loco. Yo solo leo las historietas, pero no lo llevo a ese extremo —mascullo —. Eso son para la gente que les gusta vestirse de esa manera, les parece genial. Yo prefiero verlos nada mas.
— Entonces que disfraz te vas a poner para Halloween —masculla —. Además tiene que ser interesante. 
— Sabes que Halloween es el día de que los peregrinos europeos, lo crearon porque aquella época era pagano ver gente que practiquen Curandería, pensaban que era brujería, que eran actos perpetrados por demonios que encantan a las personas incautas e ignorantes —comento —. Por otro la sociedad la puesto como una celebración para que sus hijos salgan de sus casas con sus disfraces para pedir "Dulce o Truco" ¿cierto?
— Bueno en una parte es cierta, pero ya nosotros no somos niños que vamos a pedir "Dulce o Truco" —masculla —. Además vamos a ir a la fiesta de la preparatoria. 
— Buen punto de vista pero igual —acoto —. Pero es tan importante disfrazarse en Halloween.
— Para nosotros que vamos todavía al instituto. Si es importante. Es como nuestra presentación en sociedad para los jóvenes de la preparatoria —comenta —. Se podría decir que es algo así.
— Ah suena complicado —mascullo —. Pero se podría decir que si es un asunto importante para los jóvenes de hoy —mirando al otro lado de la habitación.
Yo estaba pensando que iba hacer, si pasa de nuevo.
— Sobre la otra vez —mascullo —. No fue mi intención. Lo Sabes, ¿no?
— Ah te refieres a lo que paso la otra vez fue casual —masculla —. Tampoco era mi intención, solo sucedió.
Bajo la cabeza un poco como avergonzada y me miro.
— No es que me gusto —mascullo —. Pero se sintió un poco extraño sabes.
— Es mejor que se quede ahí el asunto —masculla —. No me siento dispuesta hablar del tema.
— Esta bien. No hablaremos de eso —mascullo —. Que tal si salimos que te parece nos vamos a "The Chinesse" —propuse —. Luego no se ya veremos. ¿Te parece?
— Esta bien vayamos —masculla —. Pero esta vez elegimos el sándwich de pavo. De acuerdo.
— Trato hecho.
Ya eran como cuatro y media de la tarde, en eso vino mi madre estaba en el marcó de la puerta de mi cuarto.
— Hey Sam, ya llegamos —masculla mi madre —. Que tal Sophie —al ver la en la cama.
— Hola Señora —saluda Sophie —. Estamos hablando. Nada mas.
— Ah bueno. Esta bien —masculla mi madre —. Hey Sam, nos ayudas con las cosas, es poco esta vez.
— Esta bien.
En eso los tres bajamos a la cocina Susan y Becth estaban acomodando las cosas en los anaqueles.
— Hey Sam, baja a la cochera y saca la parrilla nueva. Por favor —masculla mi madre —. Puedes instalarla en patio trasero. De acuerdo.
Si nosotros tenías un patio detrás de la casa, que lo usamos para colgar ropa en verano más que todo. De vez en cuando mi madre invitaba sus amigos para hacer una parrillada. 
— Hey Sophie —mascullo —. Me ayudas un rato.
— Bueno esta bien —masculla encogiendo los hombros —. Si no es tan grande. Te ayudo.
En eso bajamos a la cochera, en la camioneta de mi madre había puesto dos cajas grande. 
Era una parrilla era de 150 cm de largo por 60 cm de ancho y 30 cm de espesor. Era grande tenia dos tipos de combustible de gas y carbón en la parte ancha, tenia una tapa en un lado. En la otra caja estaba el cuadro de soporte y seis barrillas de metal para que cuando se armará se pondría la parrilla encima de ella.
Lo sacamos por la cochera y damos la vuelta a la casa. 
El jardín media unos cinco metros de ancho por veinte metros de largo. 
Lo llevamos las dos cajas a una de las esquinas de la casa, cerca de la puerta trasera de la cocina.
Entre a la casa a hablar con mi madre, sobre dónde colocar la nueva parrilla.
— Hey mamá, ya sacamos la parrilla —mascullo al estar a lado de ella —. En que lugar del patio vamos a colocarlo. 
— Hey Sam, espera un momento —masculla mi madre con el teléfono en la oreja —. Estoy hablando con alguien.
— De acuerdo —mascullo al irme de vuelta afuera.
Me senté en la banca que estaba a un lado, Sophie se sentó también. 
— ¿Quieres algo de beber?
— Si seguro —responde —. Que sea agua por favor.
— De acuerdo.
Entre a la cocina, saque dos vasos de vidrio, me fui al tanque de agua, llené ambos vasos. Y regrese con Sophie.
— Hey Sophie —mascullo al dar el vaso —. Toma. 
Le doy el vaso de agua. Tome un sorbo y la mire tenia una cara de nostalgia.
— Hey Sophie, te sientes bien —mascullo con sutileza.
— Si un poco —masculla —. Se siento un de poco nostálgica. Nada mas.
— Tu padre cierto —mascullo —. Ya se que no quieres hablar del tema, pero algún día lo harás de todas formas, cuenta conmigo.
— Está bien —masculla cabizbaja.
Y tomo otro sorbo, se limpio la mejilla con la manga de la camisa y sonrió. 
Al rato salio mi madre.
— !Hey Sam! —masculla mi madre al vernos —. ¿Que querías?
— En que lugar voy a poner la nueva parrilla —mascullo.
— Deja ver. Que tal en la esquina pero no —masculla mi madrea indecisa —. Ya se que tal en aquel lugar estaría bien. 
Estaba indicando en lado derecho del jardín a 2 metros de la cerca y 2 metros de la casa.
— Esta bien.
Arme su soporte primero, me tomo 20 minutos en armarlo siguiendo las indicaciones, ninguna pieza faltaba. Se veía que aguantar el peso de la parrilla encima.
Le pedí ayuda a Sophie para levantar la parrilla del suelo y colocarla encima del soporte y quedo perfectamente. 
A pesar que Sophie era delgada tenia fuerza suficiente para cargar algo que pesaba unos 20 kilos.
— Ya esta terminamos aquí nos vamos, porque si no mi madre va querer que le ayudaremos más —mascullo, al terminar de instalar la parrilla —. Es mejor que entre a mi cuarto a lavarme, me cambie para luego vernos Sophie. Mejor anda a tu casa, porque si no va querer que le ayudes también. 
— Bueno esta bien me voy a lavarme, vuelvo en 30 minutos —masculla —. Te mando un mensaje de texto. De acuerdo.
— Esta bien —. Nos vemos.
En eso yo paso por la cocina, me escabulló y subo a mi cuarto. 
Me fui al baño a limpiarme. Regrese al cuarto, puse algo de música y me cambie. Le mande un mensaje a Sophie. Agarre mis llaves y mi billetera. 
Baje a la cocina, me fui a la cochera, abrí el portón y salí me fui a la calle la espere.
Salio de su puerta me alzó la mano. Abrí la puerta del copiloto por dentro del auto. Entro me saludo con un beso en el cachete. 
Arranque en primera y nos fuimos rumbo al pueblo. 
*****
En en el camino Sophie me preguntó.
— Hey Sam —masculla —. ¿Que ha pasado? ¿Porque tan deprisa?
— Pensaba que mi madre me iba gritar desdé la puerta de mi casa —mascullo al bajar la velocidad —. Pero no fue así.
— ¿Porque lo haría?
— A creo que me imagine, nada mas —mascullo.
— Ya esta bien —masculla —. Ahora donde vamos a ir. Si se puede saber
— Ni idea. Pensaba ir a un restaurante italiano —comento.
— De acuerdo.
Me dirigí hacia la entrada del pueblo, en la segunda calle doble a la izquierda, llegue a un edificio de tres pisos. Me estacione en la entrada, puse un par de monedas al parkimetro. 
Bajamos del auto, caminos hacia la entrada del edificio, presionó el numero del restaurante en el intercomunicador, nos abren la puerta automáticamente, entramos al edificio y subimos por las escaleras hasta llegar a la entrada restaurante.
Estaba en el tercer piso, ya que era un dúplex, el espacio era pequeño pero lo acondicionado con varias mesas pequeñas. Cada espacio era acogedor en segundo planta que en realidad era la azotea del edificio, lo habían arreglado para que sea cómodo. Habían puesto plantas alderredor del filo del balcón, en el lugar había una mesa en cada esquina para cuatro personas en cada mesa, habían farolas alumbrando el espacio, en el medio había una pequeña fuente de decoración, habían puesto parlantes en lugares no visible a plena vista, ponían música sinfónica italiana para el ambiente.
Era un lugar acogedor en realidad "La pequeña Italiana" se llamaba el lugar. 
El dueño era italiano tenia alderredor de 40 años de edad cuando se mudo al pueblo y puso un pequeño restaurante en su departamento, lo acomodo para que sea un lugar acogedor. Mi madre trae siempre pizza de este lugar, así era algo familiar para mi.
Le pedí al mozo un lugar para ir a sentarnos para esperar la orden, nos dirigimos hacia la azotea, nos condujo a una de las cuatro mesas que había en el lugar. 
Cada mesa estaba separada por un muro de madera envuelta de ramas de vid para que la parejas tenga privacidad.
El mozo nos dio la carta.
— Hey Sophie, hay que pedir unos ravioles a las cuatro salsa como entrada —propuse —. Te parece bien.
— Bueno no estaría mal —masculla —. No como muy seguido comida italiana.
— Hey Adám. Nos puede traes unos ravioles en sus cuatro salsas —mascullo —. Por favor. 
Si el mozo era Adám. Un joven del pueblo tenia 21 años. Cuando salio de la preparatoria, el señor Bobeliet le dio el trabajo.
— Como usted diga señor —masculla Adám —. ¿Desea algo mas?
— Que tal una jarra de vino tinto —agrego.
— Como usted ordene —masculla al escribir en su libreta —. Dentro un momento vuelvo.
Se fue adentro del establecimiento. 
Nos quedamos viendo un rato. Yo hablé primero.
— Espero que te guste los ravioles son buenazos —comento —. Más sus cuatro salsas es lo mejor.
— Hey Sam, porque me trajiste aquí —masculla nerviosa —. No íbamos a "The Chinesse" como el otro domingo.
— Ah cambie de opinión. Además te tengo que confesar que cuando salí de casa, me dio un poco de hambre —respondo —. Y porque no venir a la "Pequeña Italiana". 
— Ah entonces era por eso —masculla —. Y porque no me habías contado en el auto Sam.
— No sabia que te importaría venir —mascullo —. Además es un sitio bien acogedor para un domingo en la noche.
Eran con las siete de noche, según el reloj de mi móvil, que lo había sacado del bolsillo con sutileza.
— ¿Esto es una cita verdad?
— Esto no es una cita. Además solo quería comer algo diferente esta noche —respondo —. ¿Porqué te sientes incomoda por algo?
— No. Solo es que me tomaste por sorpresa —masculla cabizbaja.
En eso vino Adám con una bandeja trajo los ravioles en cuenco de losa blanca más las cuatro salsa en pequeños recipientes de loza blanca y trajo el vino en una jarra de barro como se servían en la antigua Roma. 
— Señor traje su orden —masculla Adám —. Buen provecho.
— Gracias Adám —mascullo —. Luego vamos a pedir. De acuerdo. 
— Como usted ordene señor —masculla, al irse del lugar. 
Por otro lado Sophie con un tenedor cogió un ravioli de carne y lo unto con poco de salsa roja. Yo serví un poco de vino en la copas que estaban en la mesa cuando nos habíamos sentado.
* El vino era de la hacienda del papá de Soledad. El señor Bobeliet le pidió que haga un Vino especial para su restaurante.
— ¿Que te parece los ravioles Sophie?
— Están deliciosos —responde —. ¿Que es esa salsa amarilla?
— Eso es Huancaina, es una crema peruana —menciono de donde proviene —. El señor Bobeliet le gusto tanto que lo puso como una cuarta salsa.
—A sabe rico —masculla al probar la salsa —. Es medio picante.
— Ah eso es por tiene ají mirasol o ají amarillo, es un ají peruano —mencionó de donde provenía la crema picante.
— Sabe bien —masculla —. Después de todo.
Después de terminar los ravioles, le pedí a Adám que traiga la carta.
— Si señor —masculla Adám —. ¿Que desea ordenar?
— A ver. Que tal una Lasagña a la boloñesa con media docena de pan al ajo especial. —pido mi orden —. ¿Y tu que vas a pedir Sophie?
— A ver que tal —masculla —. Unos fetuchinis en salsa roja.
— ¿Algo mas que les traigan? —pregunto Adám.
— Que tal unos cannolis de postre —agregue al pedido.
— Esta bien —masculla Adám —. Dentro un momento traigo sus ordenes.
Se fue con los platos de los ravioles y las salsas que estaban en la mesa.
Esperamos un rato. Sophie se ponía un poco nerviosa. 
— ¿Que te pasa Sophie? ¿No te gusta el lugar? 
— No es eso. Es que no acostumbro comer comida italiana —responde —. Aunque debo decir que los ravioles me gustaron mucho.
— Espera que traigan los cannolis —comento —. Son buenazos y dulces.
— Espero que así sea —masculla al sonreír.
Al rato Adám, trajo la orden primero la lasaña y los fetuchinis. Y después de unos minutos trajo el pan ajo especial y los cannolis. 
— Aquí tienes su orden señor —masculla Adám —. Buen provecho. 
— Gracias Adám.
El se retiro de lugar, nosotros continuamos comiendo.
— Hey Sophie, prueba un cannoli. —sugiero.
Le pase un cannoli, lo mordió un poco. Lo saboreo. 
— Es un poco dulce —masculla —. Sabe bien.
— Ahora prueba el pan ajo especial y toma un poco de vino —recomiendo —. Disfruta los sabores.
— Esta bien —masculla.
Cogió un pan al ajo especial y le un sorbo a su copa de vino.
— Tiene un sabor muy agradable —masculla —. Es como si se complementará.
— Estuvo rico, ¿no? —mascullo al sonreír.
— Esta estupendo —comenta sonriente.
Y no pusimos a comer nuestros platos de comida y por últimos comimos los cannolis. 
Lo disfrutamos mucho la cena que tuvimos esa noche.
Nos servimos lo que quedaba en la jarra de vino tinto.
— Salud por esta gran comida. Sophie —mascullo. 
— Salud por que me encanto —masculla con alegría —. Y por amistad que tenemos.
— Salud por eso.
En eso veo la hora eran la nueve de la noche.
El tiempo se paso volando.
Llame a Adám para ver la cuenta, me dio un recibo.
— Gracias Adám —mascullo —. Dentro un momento bajo a pagar. Esta bien. 
— De acuerdo señor —masculla Adám, para irse de la mesa.
— Hey Sam, ya nos vamos —masculla un poco ruborizada.
— Si deseas podemos quedarnos un rato mas —comento.
— Si eso seria lo mejor. Estoy muy satisfecha con la cena. Ah que tomar un pequeño descanso —masculla, al tomar un poco de vino de su copa —. Luego nos vamos a casa. De acuerdo.
— Esta bien.
Nos quedamos mirando por un rato.
— Sam gracias por la cena —agradece —. Fue una noche muy agradable. Gracias.
—De nada. Para la próxima vamos a otro lugar —propongo —. ¿Que te parece?
— Esta bien. Me gusto mucho, pasar la noche contigo Sam —mascullo sonriendo.
Le devolví la sonrisa.
Unos veinte minutos, bajamos a la caja a pagar la cuenta. 
Cuándo llegamos a la caja, veo al señor Bobeliet que lo salude.
— Buenas noches Sr Bobeliet —salude —. Muchas gracias por la comida.
— Hey Sam, así que eras tu. Algo me decía que estabas aquí —masculla el Sr.Bobeliet —. ¿Como estuvo la noche?
— Muy bien señor. La pasamos genial con tan buena comida —mascullo —. Que usted prepara, después de todo.
— El gusto es mio Sam —masculla el Sr Bobeliet —. ¿Por que me presentas a tu acompañante?
— A ella es Sophie —mascullo —. Mi amiga.
— Hola señor Bobeliet —saluda Sophie —. Estuvo muy rica la comida, me quede satisfecha.
— Que encantadora eres —halaga —. Gracias por probar mi comida es exquisita —masculla —. Hey Sam, que no se escape esta bella dama de tu lado.
— Si claro —mascullo.
Sophie me miro y se sonrojo. 
— Bueno aquí esta el dinero de la cuenta quedase con el cambio —mascullo, al poner unos cuántos billetes en el mostrador.
— Ah ya me había olvidado. Gracias Sam —masculla sonriente —. Hasta luego vuelvan pronto.
Nos fuimos del restaurante, bajamos por las escaleras para ir al coche y subimos. Felizmente que llegamos a tiempo el parquímetro esta apunto de acabar.
Nos fuimos del pueblo a la casa. En el camino Sophie tuvo un poco de sueño y se recostó, creo que el vino le afecto un poco mas que a mi, ella no acostumbraba a tomar. 
Nos fuimos despacio por la carretera, ya que estaba libre, así no hubo ningún problema.
Cundo llegamos a casa, Sophie aun estaba durmiendo, asi que la deje que descansará. Mientras tanto apague el motor del auto.
Veinte minutos después la desperté. 
— Hey Sophie —mascullo al moverla con suavidad —. Ya hemos llegado a casa.
Y se levanto alzó los brazos, me abrazo, me dio un beso en los labios y se salio del coche. 
Me alzó la mano para despedirse antes de entrar a su casa. Estaba todavía sonámbula.
Creo que fue el vino. No debí que tomara mucho —mascullo en mi mente.
Me quede un momento en el coche. 
Luego abrí la cochera, entre con el auto y salí. Subí por las escaleras a la cocina, salí al pasillo y subí a mi cuarto. 
Veo por la ventana de mi cuarto que Sophie estaba cantando, era raro pero me gusto.
Me cambie, puse un poco de música y me dormí. 
Al día siguiente hable con Sophie pero no hablo lo que paso anoche cuando llegamos a casa. Así deje el tema así.
— Aún día se acordara —mascullo en mi mente.



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En el texto hay: instituto, jovenes, romances

Editado: 14.09.2023

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