25/06/2019
La voz del reportero se escuchaba por toda la sala llenando la estancia, expresando el inmenso dolor que causaba su muerte en todos los ciudadanos. Tras de él se apreciaba claramente como el cuerpo inerte era sacado de esa lujosa propiedad con una bolsa negra cubriéndole.
Ja, deberían mostrarle al mundo lo... expuesto que quedó, junto con sus descaradas costumbres.
Las personas a mi alrededor lloraban su perdida, las jadeantes y dificultadas voces pronunciaban aquellas palabras que tan tediosas eran de escuchar; cada vez era más insoportable ocultar el repudio, repulsión que les guardaba y se dificultaba la tarea cuando afloraban nuevos pensamientos.
¿Por qué? ¿Por qué defendían a un hombre cuyo apellido tenía el poder de ocultar asquerosas tradiciones?
¿Imposible? Tal vez lo hubiera considerado antes pero ahora solo me parecía impresionante... Todos sabían de las asquerosidades disfrazadas con estúpidas creencias y aún así, decidieron no hacer nada.
Este lugar de alguna u otra forma no estaba maldito, solo lleno de gente ignorante por un lado y amontonado de abuso de poder por el otro.
Si tan solo llegasen a comprender o si quiera a entender.
Pero no se puede restablecer la mente o la conciencia, ellos adoptaron los malos hábitos y los convirtieron en castigos necesarios para acatar.
No hay forma alguna de mostrarles las vendas que llevan sobre sus ojos.
Era necesario liberarlos de esas rejas de doctrinas carentes de veracidad.
Era necesario para el bien de todos que no existieran este tipo de personas.
Con pasos cortos camino suavemente entre el gentío en dirección a la salida del local. Es mejor que me retire antes de hacer una locura y luego no quiera parar.
Procuro evadir rostros familiares, ahora no es el momento indicado para tener una conversación acerca de la merecida muerte del fundador, ni tampoco creo tener la estabilidad para evitar la puta gracia que me hizo el ver como su sangre corría por mis manos y sus expresiones se tensaban, estiraban y retorcían de dolor.
Más aún cuando supo quién era yo.
Giro sobre mis talones y salgo por la puerta haciendo sonar la tintineante campana de la cafetería. Afuera, los fríos copos tiñen de un blanco profundo las calles, las copas de los árboles ya no son de colores vivaces sino pulcros y ajenos a lo que sucede aquí, los lagos están más que congelados, perfectos para la ocasión de algunos.
El invierno proclama su llegada.
Cada respiración hace que humo salga de mi boca, froto mis manos entre si para conseguir un poco de fricción y calentarlas, no puedo creer que no haya traído mis guantes, seguro debió ser la emoción del momento.
Me dedico a ir distraída por el típico camino, con la mirada fija en el pavimento poco visible. A estas alturas me extraña no haber tomado ni un solo cigarrillo, extrañaba la cálida sensación de ser abrazada desde las entrañas, de calar profundamente en las noches y momentos de presión.
Pero eso era algo que ahora no tenía tiempo de retomar. Ahora tenía asuntos pendientes que me mantendrían lo suficientemente distraída como para no tener que pensar en eso.
Lo bueno es que sabía a la perfección como bloquear los recuerdos.
Y sin poder evitarlo, una pequeña sonrisa escapa de mis labios. Las comisuras se levantan poco a poco, solo lo suficiente aprovechando que no hay quien pueda cuestionar.
Pero se esfuma de la nada cuando la voz grave de Adler llega a mis oídos.
-¡Hey! - los golpes de sus pies contra el suelo me indican que trota hacia mi, le echo un vistazo mientras detengo mis pasos para que me alcance.
Milésima de segundo después esta frente a mi con sus manos apoyadas en sus rodillas y cabeza escondida entre los hombros.
-Creo que tu estado físico está fallando - bromeo, de hecho tiene cuerpo de Dios griego y sé que él lo sabe. Él me da una sonrisa de boca cerrada y se endereza.
-¿Así? Creo que eso no es lo que piensan muchas - responde burlón y revuelve mi cabello con una mano, lo aparto de inmediato - ¿Por qué te fuiste tan rápido? Parecía que huías.
Sus ojos almendra me estudian sin pudor pero no me inmuto.
-Claro, de ti - suelto y retomo mis pasos con el chico a mi lado.
-Deberías estar feliz - suelta como si nada y le doy una mirada de reproche. Quien lo escuchara sabría de inmediato que la situación me era de total agrado y no dudaría en preguntarse cosas que no debía de saber.
Adler susurra un Lo siento arrepentido.
-No debes mostrar tus sentimientos abiertamente, tendrás muchos problemas - respondo sin mirarlo.
Seguimos caminando en total silencio con el frío viento golpeando y azotando nuestros rostros. Adler ha sido mi amigo desde hace bastante tiempo, nos conocimos de la manera más extraña y particular, él cazaba animales y yo sólo lo observaba porque en su momento llego a gustarme. Luego del tiempo empezamos a salir a tomar y divertirnos un rato, pero eso era hace cuatro años, poco después se dio a conocer la llegada de la familia Gelman.
Y mis problemas comenzaron.
Adler habla minutos después cuando ya estamos por llegar al lago.
-Ya han pasado seis meses - dice, su voz suena disipada y no sé cómo tomar eso -¿Te arrepientes?
Mis ojos encuentran los suyos que me esgruñan con preocupación, ni siquiera yo sé cómo actuar, si afligirme por lo sucedido o enojarme y desquitarme... que es lo que probablemente estoy haciendo; prefería no darle muchas vueltas al asunto, sé bien que pasó, sé quien tiene la culpa y como sucedió. También sabía quien quería respuestas que solo yo tenía.
Es más complicado de lo que parece.
Sigo sin responder nada y al final terminamos nuestro recorrido con la vista de un boulevard congelado que guía a tan bello pero macabro lugar.
Simplemente hermoso.
-¿De qué? -Decido responder a su pregunta con otra -Nada de eso fue mi culpa.