insatisfacción...
Insatisfacción… Esa sensación agridulce.
La que nos hace creer que esto no es suficiente para nuestras almas.
Estamos tan acostumbrados a ser inconformes, con todo, ya sea bueno o malo.
Si es muy bueno, creemos que no somos merecedores y si es tan malo, no comprendemos la relación de esa situación con nuestra vida.
¿Por qué hay tanta insatisfacción?
¿Por qué pensamos que merecemos más o menos?
Siempre hay una inconformidad… pero necesitamos un balance.
Un balance entre estos extremos.
Porque la insatisfacción es un camino demasiado abrumante.
No siempre hay respuestas a todo, y eso está bien.
A veces, siempre existen respuestas, aunque sean dolorosas, están frente a nosotros y debemos verlas.
Pero evitemos que la insatisfacción sea una cadena en nuestros pies y nos impida correr hacia nuestro cielo, nuestra meta, nuestro hogar.
Tan solo conocernos un poco más, tan solo ver hacia dentro… ya es un avance al salir de lo profundo de la insatisfacción.
No nos acostumbremos a su presencia en nuestra vida, a veces el tenerla tan presente nos impide vivir el momento.
Nada debería robarnos los momentos que nos dará vida cuando la nuestra se está desvaneciendo… ni nosotros mismos.
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Editado: 15.09.2024