Catarsis

CAPÍTULO DOS Decisiones, decisiones…

LENNA

—¡Acaso el embarazo te ha enloquecido!

—¡Lorelei!

—Es la verdad Eleanor, esta niña tonta… no vas a mudarte Lenna, y es mi última palabra.

Pasé mis dedos por mis sienes, masajeando. Esta discusión llevaba horas y los chillidos de mi madre, que se elevaban más cada minuto, me estaban causando dolor de cabeza.

Después que me enteré sobre la herencia de Aleksander, no tenía muy claro cómo manejar el asunto, gracias al tío Luca, era independiente de forma económica, pero, lo que Aleks hizo por mí fue sorpresivo y abrumador, de una buena manera claro. Cuando la idea llegó a mi mente, me sentí tan tonta por no haberlo pensando antes, y al terminar de compartir a la familia mi decisión, bueno, el alboroto explotó.

Voltee a ver a Ainsley quien me sonrió y rodó los ojos por el comentario de mi madre.

Tantas ganas de ignorarlos a todos, y seguir sintiéndome invisible, al fin y al cabo, para mi madre mis decisiones no cuentan, en lo absoluto, tratar de hacerle ver mi punto, era inútil.

Tampoco es que me importe.

No… no iría ahí, la oscuridad es demasiado seductora, pronto no seré solo yo, debo combatir esa tentación.

—Madre, no estoy pidiendo permiso —solté, ya cansada de la situación— y soy yo, quien no entiende, como siquiera llegaste a esa conclusión.

Mi vientre estaba enorme, ya estaba entrando en los siete meses, pero era demasiado grande, cada día me sentía más agotada, y no había día que, cualquier cosa que mi madre dijera, cualquier momento del día en que estuviéramos juntas, no hubiese una discusión, lo que hacía mi agotamiento más intenso.

—Lorelei… —Mi adorable tía la amonestó con su voz. Ella se había convertido, por desgracia, en el amortiguador entre mi madre y yo. Después de la muerte de su esposo, mi madre, bueno, ella había cambiado.

Supongo que todos lo hicimos de alguna manera.

Sus labios se apretaron con molestia. —Bien, bien, basta, si estas tan empecinada en mudarte a quien sabe dónde solo porque te dejó una casita tu amigo muerto, bueno, entonces, me mudaré contigo.

Un par de cosas pasaron en ese momento.

Ainsley soltó un jadeo y se cubrió las manos.

Mi tía Eleanor apretó sus ojos con fuerza.

Yo, yo ardía de ira.

Volcánica y ardiente ira.

Esa si era una emoción que nunca se apagó, a diferencia de las otras. Después del colapso que tuve en el mirador con la hermana de Aleksander, una compuerta se abrió, y con ella algunas sensaciones, la ira solo se intensificó.

—No es… —el hielo en mi voz, hizo que mi tía agrandara sus ojos—, mi amigo muerto, era mi novio, el padre de tus nietos nonatos, —mi mirada encontró a mi madre, quien sostenía un gesto de burla en su rostro—, no me heredó una casita, me dejó un hogar, ¿qué te dejaron a ti aparte de deudas y tener que vivir de tu hermana?

—¡Lenna Mariam Andrews!

—Lo siento —miré brevemente a mi tía Eleanor, que estaba escandalizada por mi arrebato, antes de regresar a mi madre—. Y no vas a mudarte conmigo, madre.

—Eres una niña Lenna, ¿cómo vas a cuidar no a uno, a dos bebés? No puedes cuidarte ni a ti misma, hasta hace poco eras un zombi al que tenían que meterle la comida por la garganta.

Y jamás me dejará olvidarlo. No es que algún día pudiera.

—¡Lorelei! Ya basta.

Ella se encogió de hombros. —¿Qué? Es verdad, además, —su burla se dirigió de nuevo hacia mi—, ¿qué sabes sobre ser una madre Lenna?

El ejemplo de la maternidad en toda su gloria.

No le respondas, no le respondas…

Respiré profundamente, muy, muy profundo. —Tus consejos y tu ayuda son bienvenidas, pero no te confundas, no te necesito madre, no vas a mudarte. —Me tragué la respuesta a su pregunta anterior, mi mirada se dirigió a mi tía—. Tía, si te parece bien, me gustaría quedarme hasta que realice algunas remodelaciones, yo no tengo mucho conocimiento al respecto, pero ¿podríamos…?

Mi madre me interrumpió con un horrible chillido. —Dile Eleanor, la has consentido tanto todos estos años, y ve las consecuencias, por eso mi Frank era estricto, ¡las cosas no se salían de control cuando estaba él!

—¡Lorelei!

La tensión que salía de mi cuerpo pudo haber cortado cualquier cosa.

—¡Mamá! —Ainsley se puso de pie—. Por favor contrólate, estas discusiones le pueden hacer daño a Lenna y a los bebés.

—¿Acaso estoy diciendo algo equivocado? Cuando su padre…

Sentía la oscuridad invadirme, las palabras hirientes estaban dentro de mí, ansiosas por salir, pero las contuve, encerré ese lado oscuro en lo más profundo de mi ser, después de todo, mi tía Eleanor estaba ahí.

Además, ella es mi madre, amó a ese monstruo.

Y yo lo asesiné.

—Madre, —interrumpí antes de que terminara por enloquecerme— si quieres formar parte de mi vida, jamás, jamás pronuncies su nombre enfrente de mí.




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