Catarsis

CAPÍTULO TRES No eres tan lento.

ALEKSANDER

El sudor corría por mi pecho, y mi respiración ya comenzaba a estar agitada, pero no quería detenerme.

—Todavía eres lento Ivankov —escupió.

—Díselo a la sangre que te corre por el rostro.

Pero fue un golpe de suerte, y ambos lo sabíamos. Ya podía caminar sin el bastón, pero no al cien por ciento, tenía una leve cojera que no me afectaba mucho para llevar a cabo mis misiones, pero aún no tenía mi condición anterior.

No sé si la recuperaría en su totalidad, y por fortuna no he combatido asesinos entrenados que me hayan llevado al límite.

Por ahora.

Él dio un giro y me lanzó una poderosa patada al rostro, hice una esquiva hacia un lado y evité el golpe.

—Excelente postura Ivankov y el movimiento fue rápido y fluido.

Asentí, porque era cierto, quizás no estaba tan atrasado como pensaba. No completo, pero avanzaba.

—Vamos a parar.

Estaba por aceptar, cuando la mirada de Roslan vio más allá de mí, y su postura se enderezó, inclinando su cabeza. —Señorita Ivankov.

El sonido de los tacones resonó con cada paso, mientras mi hermana se acercaba. —Hola Roslan, ¿cómo va todo?

—Grandes progresos señorita.

Ella le dio una sonrisa ladeada, elogiándolo. Se sabía que las sonrisas de mi hermana, al menos las honestas como esa, eran aún más limitadas que las mías. —Excelente, ¿qué tal los niños? ¿Maya sigue insistiendo en enfermería?

—Boris sigue creciendo, y Maya parece decidida.

—Bien, dile que, si sus calificaciones valen la pena, puede contar con nuestro apoyo para sus estudios.

El rostro de Roslan brilló y una sonrisa enorme se le formó en el rostro. —Si señorita, muchas gracias.

—De acuerdo, ¿podrías dejarme hablar con mi hermano?

—Si, si claro.

—Gracias Roslan, ten un buen día.

Yekaterina espero unos segundos después de que Roslan había abandonado la habitación y se sentó con elegancia en un sofá.

—Te ves bien, Sasha —se quitó sus gafas, encontrándose con mi rostro.

—Si, creo que sí. —Me limpié el sudor del rostro con una toalla—. ¿Qué ha pasado? ¿Cuándo llegaste al país?

La cara de mi hermana se llenó de una extraña emoción. —Justo ahora, aterricé y me dirigí para acá, —me arrojó una botella con agua—. Tu madre no está en Rusia, tengo sospechas para creer que nunca salió de los Estados Unidos.

—¿Por qué lo crees?

Me vio con atención, lo que me dijera, no iba a gustarme.

—Nunca llegó a la mansión Ivankov, no responde llamadas, ni siquiera directo de mi número, ella…

Maldita sea. —Se está escondiendo.

Se encogió de hombros. —En fin, la encontraremos, ahora, tengo una lista Sasha, fueron tres las principales cabezas traidoras que conspiraron con Maxim, aunque no descarto más por supuesto, a estos, él les ofreció dinero y un lugar en el Círculo cuando tuviera la corona.

—Si los encontramos, cantaran si hay alguien más involucrado.

Asintió, sacó un papel de su bolsa y me lo entregó. —Tengo sus nombres y la ubicación de uno, pero con ellos no puedo involucrar a mis hombres, se necesita mucha discreción para que no sepan que están siendo cazados, y alerten a los demás, incluida la rata de Maxim, ¿estás listo Sasha? ¿Puedes hacerlo?

La emoción adrenalínica corría por mis venas. —Joder sí.




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