Catarsis

CAPÍTULO CUATRO No me tientes, sensual oscuridad.

LENNA

Me puse un lindo vestido floreado, una terapeuta había dicho que la ropa puede cambiar el estado de ánimo y les haría bien a los bebés. Dejé hace mucho las terapias y no me importa mi estado de ánimo, pero me esfuerzo por estar bien para ellos, y si un vestido con flores ayuda, me lo pondré. Además, el verano estaba comenzando, me apetecía dar un paseo.

No muy largo, apenas puedo caminar unos pasos sin perder el aire.

Cuando entré a la cocina, una explosión de sonidos me asaltó.

—¡SORPRESA! —Un coro compuesto de la tía Eleanor, mi madre, Ainsley y Raffaele me sorprendió, todos estaban en la cocina con tocados en sus cabezas. Fue desconcertante ver a Raffaele con el adorno “es un niño” en color azul sobre su cabeza.

Y por la expresión de su rostro, supongo que el sentía lo mismo.

Ainsley se acercó con rapidez, me puso un broche con listones rosas y azules en el pecho. Tenía una enorme sonrisa y daba brinquitos en su lugar, luciendo emocionada. —Vamos, todos te preparamos una sorpresa.

Sorpresas.

Usé toda mi fuerza de voluntad para no estremecerme.

Me llevó a la terraza, el jardín estaba decorado con globos azules y rosas, un enorme panel circular tenía un pie de bebé rosa, grandes letras que formaban “BEBÉ” y un pastel de dos pisos con la misma temática.

Una mesa rectangular sobresalía, llena de regalos con envolturas rosas.

Regalos.

Seguían sin gustarme los regalos, era inevitable querer repelerlos a toda costa.

Hábitos antiguos.

—¡Es una fiesta del bebé! —rio Ainsley— bueno de los bebés —volvió a reír—, y hay un montón de regalos y cosas para las bebes.

No había pensado en eso, aún faltaban unos meses, pero no había pensado en las cosas que debía comprar y, me sentí un poco abrumada. Supongo que necesitaré ropa, pañales, algunos juguetes, ¿con que juegan los bebes?

Debí inscribirme a esas clases de maternidad.

Los niños aun no nacen y ya estoy fallando.

Todos lucían emocionados, hasta Raffaele, no iba arruinárselos con mi humor lúgubre, hice el intento de una sonrisa y agradecí. Disfrutamos del desayuno, aunque me desconectaba en ocasiones, asentía de vez en cuando y centraba la mirada en quien estuviera moviendo la boca.

Me rodeaba de ellos, pero me sentía tan separada, como si solo estuviera viendo una película y yo fuera un simple espectador.

Quería alejarme antes de que algo arruinara el momento. Antes que yo les arruinara el momento. Mi temor fue inútil, había olvidado que mi madre se encontraba presente y su afán por convertirse en protagonista entró en acción.

—Y Lenny, ¿ya has pensando en los nombres para las bebes?

No.

—Todavía no estoy segura que sean niñas los dos bebés madre, uno podría ser niño. —Le he dicho lo mismo varias veces, pero al igual que la primera, parece no importarle.

Hace unos días fui con el médico, y uno de los bebés no se dejaba ver, el otro, por el contrario, le encantaba ser el centro de atención, era una niña.

—Tonterías, ¿no sería divertido que una bebé fuera Eleonor y la otra Lorelei? Estaríamos confundidos todo el tiempo, sería como volver a empezar.

Y se ríe.

Ríe, mientras yo me llenaba de escalofríos.

Y no era la única, el silencio se apoderó de todos, mientras la observaban con atención. Cada día estoy más convencida, que mi madre, necesita ayuda, ayuda profesional.

Le di una mirada a mi tía, que me correspondió, y se encogió de hombros sonriendo. Ya había mencionado eso en un par de ocasiones, pero ella lo ha descartado pensando que mejorará. No puedo culparla, es su única hermana y la ama muchísimo.

—No vas a discutir por los nombres también, ¿o sí?

Claro que no, no hay discusión, será como yo lo desee. Pero no lo dije.

—Lorelei, por Dios deja a…

Mi madre se levantó con fuerza, haciendo un gran estruendo sobre la mesa. —Siempre estás peleando conmigo Eleanor, siempre por culpa de Lenny, primero provocaba las peleas con mi Frank y ahora contigo, esto es insoportable, esa niña es, yo…

Bueno… ahí va eso.

—Mamá, por favor…

Me levanté, interrumpiendo a Ainsley.

—Gracias a todos por la, maravillosa sorpresa, estoy un poco cansada, abriré los regalos más tarde.

Mi tía se puso de pie. —Lenna, cariño.

—Estoy bien tía, solo cansada. —Ella asintió dejándome ir.

Y era verdad, me había entumecido, como creado una especie de repelente hacia mi madre, sus palabras ya solo me causan dolor de cabeza, a veces ira, pero hace mucho tiempo que ya no me lastimaba.

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—Adelante.

—Hola Raffaelle, ¿tienes un momento?




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