Catarsis

CAPÍTULO SEIS Hogar

LENNA

—Vaya Lenna, esto es precioso —dijo mi tía al bajarnos del auto.

—Y esta no es la mejor parte.

Encontrarme en este lugar, a pesar de todo lo oscuro que ocurrió, se sentía tan… correcto. Como la sensación al encajar la última pieza del rompecabezas.

Hogar.

Había llegado a mi hogar, por fin.

Me he mudado tantas veces en mi vida, y en ninguna de esas casas he sentido que perteneciera, muchos menos, que fuera un hogar para mí.

Y él me lo dio, me protegió y me dio lo que anhelé por mucho tiempo, un lugar donde estar segura, un lugar al que llamar mi casa, mi hogar.

Estábamos por entrar, cuando el sonido de un auto acercándose nos detuvo, se estacionó en la entrada y salió un hombre alrededor de los treinta, nos veía de forma curiosa y confundida, hasta que reconoció a Raffaele.

—Hola Sam —saludó Raffaele—, Lenna, él es Sam Maddox, Sam ella es la propietaria, Lenna.

El tal Sam me dio una mirada, que me hizo sentir analizada. Los dos asentimos en saludo, había un aire de incomodidad y no tenía ni idea de porqué.

—Bien, entremos —dije e introduje el código de acceso, mi tía, Raffaele y Sam vinieron detrás.

Una vez adentro, los dirigí directo a la sala.

—Entonces Lenna, ¿qué ideas tienes?

—En realidad, no serán muchas modificaciones, pero esta pared —señalé la que quería— quiero que sea demolida por completo, colocar un gran ventanal con una puerta corrediza, deseo sentarme aquí y poder ver… hacia afuera sin ningún impedimento.

Sam sonrió, asintiendo complacido. —Esa es una idea genial, en realidad, le había comentado lo mismo al antiguo dueño, pero por cuestiones técnicas, lo pospuso.

Mi cuerpo se entumeció y forcé hacia abajo el nudo en mi garganta.

—Tú… ¿tú conocías…?

Afirmó con su cabeza. —El antiguo dueño era conocido mío, yo hice todas las remodelaciones del lugar desde que él lo adquirió, la última vez me hizo construir un increíble espacio en cuestión de días derribando toda una sección, quería sorprender a su chica, de hecho, estoy bastante asombrado de estar aquí, si me permiten decirlo— se encogió de hombros— nunca hubiera imaginado que vendería el lugar, llegó a decirme que jamás se iría porque conoció a esa chica aquí.

Dios, ayúdame.

Aleks…

—Bueno, ella…

—Tía —interrumpí mientras sus ojos me veían confundidos— ¿puedes ayudarme a diseñar la habitación de los bebés?

En cuanto vi sus ojos muy abiertos y brillando, supe que mi distracción funcionó. No tengo interés que, por alguna razón, el mundo de Aleks colisione con el mío, porque mis hijos vivirán en el.

—¡Oh Lenna! ¿De verdad? —asentí—. Me encantaría, pero tu madre…

No me importa en lo absoluto.

Le di una mirada, que estoy segura, comprendió con facilidad. —Me gustaría apoyarme en tu elección tía, si quieres.

—Claro, claro que si cariño.

—Bien, no hay prisa, supongo que esperaras hasta saber el sexo, los primeros años quiero que compartan habitación, así que haz lo que gustes, solo tengo una pequeña petición, para la pared donde estén sus cunas.

—Está bien, yo me encargo de todo.

—Bien. Sam, vayamos arriba, hay otro cambio que quiero hacer.




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