ALEKSANDER
Le di un gran trago a la botella de Beluga y dejé caer mi cabeza hacia la pared, mientras pasaba una mano por mi pecho. Me sentía tan exhausto.
Terminé sentado al frente de la dacha, en la pequeña terraza después de que, parecía me iba a dar un maldito paro cardiaco hace una media hora, y finalmente se tranquilizó.
Con la mirada apuntando hacia el oscuro cielo, el sudor en mi rostro estaba helándose, mis ojos se posaron en la enorme luna llena.
Joder.
La extraño.
Moya luna.
En una noche fría como esta, solo puedo pensar en ella, ¿qué estará haciendo?
Estoy tan lejos de ella, en todos los sentidos. La aplicación con su rastreador se encuentra activa en mi móvil, y siento como si me pulsara y me llamara a rastrearla.
No lo haré, ni siquiera hoy cuando me siento tan ansioso por ella, no tengo ese privilegio. Prometí hace meses que no volvería a rastrearla, saber que está bien calma mi alma y es lo único que me merezco por haberme ocultado de esta manera.
Pero, mierda, la extraño tanto.
No me arrepiento joder, sé que era lo correcto.
Dejarla ir, es lo más honesto y desinteresado que he hecho, en toda mi vida. Y solo pienso en no haber actuado de esa manera, cambiar las cosas, correr a su lado, pero... mi ausencia la mantiene a salvo.
Nunca volveré a verla, solo en la foto que llevo siempre conmigo, en mi mente, en mis sueños cuando tengo suerte.
Ya no pertenezco a ningún lado.
Y ella no me pertenece a mí, ya no más.
Al final, pudo ser un afortunado giro del destino, ella no corresponde a mi mundo, no por sangre. Su tío era un hombre muy poderoso, pero Lenna no se educó en las reglas del inframundo, no merece atarse a él.
Ella crecerá en una hermosa mujer, es libre ahora, estudiará o viajará… o conocerá a un puto bastardo afortunado con el que se casará y… joder, tendrá bebés.
Conmigo…
No se puede escapar de la Bratva.
Tomé otro trago, vaciando la botella y cerrando al mundo el brillo de mis ojos.
Mierda… la extraño.
—Donde quiera que estes moya luna, vive dichosamente.