Catarsis

CAPÍTULO NUEVE Una siesta estaría bien

LENNA

Me dejé caer sobre la cama en cuanto los gemelos cerraron los ojos. Tenía vómito en el cabello, no me había duchado en dos días, pero en ese preciso momento, no podía importarme menos. Prefería hacer todo el trabajo, a tener que estar escuchando a mi madre como no podría lograr nada sin ella.

Ese brillo de las madres, el romance de la maternidad, no había pasado por mí.

Cerré los ojos para dormir todo lo posible, antes de que los bebés despertaran, pero las voces amortiguadas detrás de la puerta, no me dejaron tener ese premio. Me puse de pie, irritada y abrí la puerta con fuerza. Mi madre y mi tía me vieron con sus ojos muy abiertos.

—Por Dios Lenny, ¿quieres ducharte en nombre de todo lo sagrado?

—No madre, no quiero, lo que quiero es dormir, dormir antes de que los bebés despierten, sé que no lo entiendes porque tuviste apoyo de niñeras de primera, pero yo, solo, quiero, dormir.

—Lenna cariño, lo siento, nos iremos.

Asentí queriendo regresar a dormir, pero fue inconsciente como me tomé un momento para analizar la situación. Mi madre tenía la mano en el pomo de la puerta contigua, donde duermen mis bebés. Mi tía sujetaba con fuerza el brazo de su hermana, parecía que la estaba arrastrando.

—¿Qué está pasando? —dirigí mi pregunta a mi tía.

—Nada cariño, te dejaremos dormir.

Si, claro. Demasiado tarde.

—Ya me han despertado, ¿qué ocurre?

Mi tía desvió la mirada, y mi madre soltó el brazo que estaba siendo aprisionado.

—Tu tía me encontró hablando con los bebés, y está… exagerando, eso es todo.

—¡Lorelei!

Mi madre se sacudió las pelusas invisibles sobre su ropa. —Bien, yo les estaba contado de su abuelo, ellos son sus nietos, y los bebés tienen derecho a saber que tenían un abuelo…

—Detente —gruñí.

En los últimos días, mi madre ha sacado un lenguaje muy florido de mi boca, que estaba atorado en los recuerdos de mi mente, de él. Y estaba controlándome para no sacarlo en ese momento.

Lo que ya era muy difícil, no me encontraba con la mejor paciencia, a decir verdad.

—¿Por qué insistes en comportarte de esta forma? ¡Estás lastimando a nuestra familia Lenny!

Pasé una mano por mi rostro, estaba muy cansada y ahora le sumaba frustración. —No voy a discutir contigo, ¿quieres ir por ese camino? Es tu decisión madre.

—Luca era mucho más peligroso, pero como él era jefe y te dejó esa herencia, es aceptable, pero Frank que es su sangre, de él no se puede decir nada.

—Lorelei, ¿de qué estás hablando?

—Él me amaba, a mí, y yo lo amaba a él, ahora no está, y solo porque fue un poco violento al tratar de enderezar el camino de Lenny, su nombre esta vetado en todas partes —sollozó.

Su amor mató al padre de mis hijos, y casi lo hace conmigo. Por encima de mi cadáver crecerán con ese nombre en sus mentes.

Tenía los dientes tan apretados, que me estaba doliendo. —Tía, por favor, te lo estoy suplicando, deja de ignorar la situación y consíguele ayuda. Está alucinando.

—Lenna, no seas irrespetuosa, ¡soy tu madre!

—No me importa, no me importan tus sentimientos, tus necesidades, o lo que creas que es mejor, ese tiempo ya pasó, y estás muy por debajo de mis prioridades, —mis ojos se centraron en ella— busca ayuda madre, catalogarlo de un poco violento, solo demuestra que la necesitas.

—Por Dios Lenny, deja el rencor, era tu padre, se equivocó, pero fue un buen hombre que…

Me rompí.

Me acerqué a ella, tanto que quedé solo a unos centímetros de distancia.

—Tu esposo era un monstruo, un maldito sádico que disfrutaba lastimando a tu hija, tu buen hombre era un asesino a sueldo…

—¡Lenna! —mi tía gritó interrumpiendo mi verborrea.

—Lo siento tía —suavicé mi tono— pero ella es la que está insistiendo sin parar —mis ojos furiosos encontraron a mi muy ofendida madre—. El hombre del que quieres hablarle a mis hijos, me lastimó una y otra y otra vez, hasta casi matarme en más de una ocasión… ellos no conocerán esa parte de mi vida, ¿entendiste?

—No me hables en ese tono Lenny, y me niego, me niego, si no fuera por mi Frank ¿qué sería de ti? Estabas descontrolada todo el tiempo, no podías obedecer una simple orden, —se alisó su perfecto peinado— eras una niña suicida Lenna, no puedes educar a nadie, ¿quieres que tus hijos sean como tú?

Eras una niña suicida Lenna.

Niña suicida.

—¡CALLATE JODER!

Dios, estoy perdiendo el control. El llanto de los bebés se escuchó, anunciando que estaban despiertos.

Maldición.

—¡Lorelei!

Mi voz tenía un tono bajo y cruel, ya no tenía intención de controlarme. —¿Por culpa de quien fui una niña suicida, madre?

Ella cerró los ojos un momento, girando su rostro. Como siempre.




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