Catarsis

La élite

Puse a prueba todos mis conocimientos pasados. La rigurosidad de mis acciones nunca se habían desviado del rumbo que yo les ordenaba. ¿Cómo era esto posible? Estuve rodeado de miles de personas, pero su presencia es distinta, con dificultad admito que había algo en aquella presencia que se hacía acreedora de mi anhelo indescifrable. Todo era distinto, inexplicable, sentía temor y me convencía a mí mismo para descartar la idea de que todo este sentir cáustico era provocado por la rebelión de todas mis represiones pasadas. No lo dudo, la repentina soledad en la que me acomode por un largo tiempo, estaba dando frutos y para empeorar un poco mi situación, no me había fijado en ello, ¿he cambiado en algún otro aspecto? Solo era cuestión de unos miserables días para hacer nota del cambio.
Mi caminar era torpe, y el egocentrismo que siempre hacía notar, eran solo farsas. Farfullé para pedir el café, me sentía estúpido, pues en el fondo sabía que ella no esta mirandome.
¿Qué me está pasando? Era la pregunta que anduvo rodando por mi mente. Recordaba mi yo de ayer y lamentaba su pérdida en el presente. Entré en un trance con la mirada fija en el suelo. Quisiera poder describir lo que veía en aquel trance, pero no lo recuerdo. Tal vez tuve el privilegio de encontrarme en la auténtica nada, estando en medio de todo. El tiempo era tiempo, engañoso y sigiloso en el trance; las nubes espesas de oscuridad que se esparcen por el entorno, logran atrapar por completo mis pupilas, mi cuerpo desvaneció, no había sensación alguna. Fue un paro en mi vida que ayudó a que viera la magnitud del problema exagerado que había inventado mi mente, pues sentir atracción física, era natural en un ser humano.
Al parecer mi trance se prolongó más de lo pensado, ya que el hombre que me había atendido en la cafetería, me observaba con un poco de preocupación.

—¿Se encuentra usted bien joven?— dice con un tono extrañado— solo acierto con la cabeza, tomo el café, pago y me retiro sin decir ni una sola palabra.
El camino de regreso fue rápido, intentaba no pensar mucho en lo ocurrido hace algunos instantes. Entro nuevamente al edificio con prisa y agilidad para no tropezar con nadie. Paso por la recepción, doblo un poco a la izquierda y me dirijo al pasillo que me lleva directo a la sala de juntas que se encuentra en el fondo de este. Al llegar me detengo un momento para observar la entrada a la sala. Eran dos puertas grandes de madera de un color metálico, divididas horizontalmente por una franja negra brillante de la cual desconozco el material. Justo al lado izquierdo se encontraba un mostrador de avisos; en este siempre había alguna frase motivacional cada dos semanas, esta vez se encontraba uno que decía “We can do it”
Dirijo la mirada al frente, doy dos firmes golpes a la puerta. Se oye un pequeño silencio y de repente una de las puertas se abre, veo al señor Hoffman que me hace una seña como muestra de que puedo entrar. Puedo notar que está un poco inquieto, pero al observar detenidamente su rostro, noto que su semblante vuelve a ser el mismo de siempre, serio y si una pizca de felicidad pérdida de su alcance. Todo está en completo silencio, lo cual es incómodo, ya que hace algunos momentos había escuchado varias voces hablando al mismo tiempo, como si se tratara de una discusión pasiva, no sé por qué omití este detalle, pero se me hace conveniente mencionarlo ahora que me fijo mejor. Siento la mirada de todos ellos y gracias al recorrido que hice para entregar el café a su respectivo dueño, puede ver quiénes estaban en la sala.
Se encuentra el señor Hoffman, que ya había mencionado anteriormente. Su nombre completo es Oliver Román Hoffman, encargado de una de las más importantes sedes de Zaherir que se encuentra ubicada en otro municipio; experto en negocios y finanzas, nacido entre los años sesenta o setenta, no lo recuerdo muy bien «miré algunos datos personales básicos, gracias a que me encontraba husmeando algunos papeles del señor Lesmes, los otros datos son rumores y comentarios que dice de vez en cuando mi jefe o otros trabajadores» a lo largo de su vida realizó varias cosas, las contaré resumidamente para no extender mucho la descripción. Cuando se encontraba estudiando en la universidad, tuvo la oportunidad de aprender un poco sobre filosofía alemana. Fue partícipe de varias cátedras en distintos auditorios universitarios en donde solían debatir sobre distintos temas, era muy bueno en esto de la argumentación. En cuanto se graduó, consiguió un empleo como contador en una fábrica de textiles. En sus tiempos libres se dedicaba a la poesía barroca en un acto de desahogo con su huraña vida. Hizo unos cuantos billetes con sus obras. Se dice que nunca se casó y que además acomuló una gran fortuna con sus trabajos, el dinero lo invirtió en mujeres, bebidas y otros negocios de los cuales se desconoce información. Cuenta el señor Lesmes que fue un especialista en psiquiatría.
Evan Jared Lasso, solo era el encargado de seleccionar el recurso humano que entraría a la empresa, sinceramente no sé por qué se encontraba ahí, no era un empresario, solo era un hombre con una familia bastante adinerada, tal vez esa sea la razón por la que se encuentra en la élite. Se sabe que contrajo matrimonio con una de las jóvenes más bellas de su pueblo natal, desconozco el nombre de este, pero tengo entendido que se encuentra ubicado en norteamérica. Dice el señor Lesmes que solo es una interesada que maneja al señor Lasso como a un títere, no doy credibilidad a esto por completo, son solo comentarios de mi jefe que salen sin querer. No tiene hijos y se desconoce otros aspectos de su vida personal.
Dorian Gael Lesmes, él es el nuevo en la élite, a mi parecer un poco débil físicamente a comparación de los otros tipos, pero era muy inteligente y astuto, puede que me equivoque, pero sentía que algunas veces era un poco noble. En un principio creí que le faltaba carácter, pero ha ido adquiriendo más tras cada reunión «esa élite, como yo la llamaba, era algo serio. El que entra a esa secta, no vuelve a ser el mismo de antes, y eso podía verse reflejado en mi jefe. Espero que su puesto no permita que tenga el mismo destino que el señor Canno...»
Lesmes fue criado en una familia con reglas severas, regidas en su totalidad por su padre. Él y su familia fueron víctimas de violencia intrafamiliar, a causa del espantoso temperamento de su padre. En una escena de profunda melancolía y rencor, comentó que su padre, en un episodio de exuberante cólera, hizo posesión de la vida de su fiel amigo canino, manifestando en tono burlón que era un marica por amar a un animal que solo actua por instinto y que su debilidad lo dejaría en la ruina. Este acontecimiento marcó profundamente la vida de Lesmes. Cuando él recuerda esto, sus gestos cambian por completo, puedo imaginar la presencia de su padre combinada con el odio puro de un hijo. Esta situación me hizo sentir bastante incómodo.
Y por último, Josué I Ballard, un tipo espantoso a la vista. Frialdad y crueldad son perfectas para describir su persona. De su vida no se sabe absolutamente nada, lo considero un hombre misterioso y discreto con respecto a su información personal.
Cada uno tiene algo interesante en su personalidad, son fuertes, serios y decididos a alcanzar el éxito a como dé lugar, tal vez sea por conservar su estilo de vida o por el respeto que se han ganado, aunque considero que es más miedo que respeto.




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