En una tarde dorada, Zafiro y Aurora regresaron al antiguo roble donde habían construido su plataforma entre las ramas. El sol se ponía lentamente, teñiendo el cielo con tonos cálidos y dorados. Se abrazaron, recordando todas las aventuras, risas y momentos de amor que habían compartido a lo largo de los años.
Decidieron regresar a la cueva donde habían descubierto el reino subterráneo. Allí, rodeados de cristales resplandecientes, hicieron una promesa: preservar la magia y la armonía del bosque encantado para las generaciones futuras. Con el tiempo, la cueva se convirtió en un santuario, un lugar sagrado donde las criaturas del bosque acudían para encontrar paz y sabiduría.
Zafiro y Aurora se retiraron a una madriguera cercana, donde vivieron sus días en tranquilidad, compartiendo historias y sabiduría con las nuevas generaciones. A medida que envejecían, su amor perduraba, y cuando llegó el momento, partieron juntos hacia las estrellas.
El bosque encantado, agradecido por la magia y el amor que Zafiro y Aurora habían compartido, floreció con una intensidad renovada. La leyenda de los zorros que enfrentaron tormentas, exploraron misterios y celebraron el amor, se convirtió en un susurro en el viento, una canción que resonaba en cada rincón del bosque. Y así, la historia de Zafiro y Aurora vivió en la memoria del bosque encantado, inspirando nuevas historias y aventuras para las generaciones venideras.
Editado: 25.12.2023