Cattleya

3. Engaños

Subimos a la camioneta de Tristan.

― ¿Me pueden decir qué está pasando? ― pregunté curiosa mientras Iason me sentaba en sus piernas para poder entrar en el auto. La chica pelinegra descansaba acostada en las piernas de Faith y Leah.

― ¡Dios!¿Podrías callarte? ― Leah me miró mal, no era de extrañarse tampoco― Ni siquiera sé por qué la trajimos con nosotros, es tan irritante.

― ¿Puedes dejar de ser tan grosera con Eli un momento de tu vida? ― Faith bufó con total molestia, la rubia iba a rechistar.

― Leah, por favor― ella miró a mi mejor amigo con rabia.

Y sí, era normal que actuara así.

― Tristan― empezó a decir Basha desde el asiento de copiloto― Nos encontraron.

Él asintió y empezó a acelerar, solté un chillido.

― ¡¿Quién nos encontró?! ― pregunté con temor.

― Los Caerum― me respondió Leah, ya estaba más calmada.

― ¡¿Los Carima qué?!

― A ver, resumo, Los Caerum son un grupo, tipo secta, Dallion, un hombre malo pero despiadadamente rico y poderoso es su líder, él la quiere a ella― explicó Basha mirándome con una sonrisita pequeña y señalando a la chica.

― Ok, estoy algo perdida, pero me conformo― asentí. Tristan se metió por algunos callejones hasta llegar a su casa de campo. Todos bajamos del auto.

― ¿Qué hacemos aquí? Debemos llevarla a un hospital― señalé a la pelinegra que yacía inconsciente en los brazos de Tristan.

Escuché a dos autos aproximarse a lo lejos.

― Oigan, no estoy entendiendo nada sobre su mafia Carima, yo no tengo nada que ver, debo irme, mis padres enloquecerán, andando Faith y Iason― les hice un gesto con mi cabeza. Todos me miraron con ingenuidad.

― ¡Dios, Elaine! ― Iason exclamó con falta de paciencia y me levantó en peso sobre su hombro.

― ¡Bájame, Iason, bájame, si ustedes también están metidos en esto, está bien, pero yo no!― pataleé, cuando estuvimos dentro me depositó en el mueble.

― Faith― le hizo una seña a la morena, ella asintió entendiendo y levantó ambas manos hacia la puerta.

― ¡Praesidium! ― al mismo tiempo que gritaba eso, una luz parecida al humo de la mujer, pero de color púrpura salía de sus manos.

―¿Qué...?― enseguida me levanté del sofá, ella me miró apenada y yo seguía en mi trance― Ok, estoy entendiendo, ustedes... es una broma ¿No? Esos eran efectos especiales.

Reí sin gracia, rogando que lo fuera.

Ella me siguió mirando de aquella forma y se acercó a la pelinegra.

― Todo esto es real, Elaine― Iason fijó su vista atenta en mí.

― Es que no puede ser ¿Cómo lo hizo? ¿Qué... qué hizo?― estaba en shock, caminé alejándome de ellos.

― Somos reencarnados, todos nosotros, menos Tristan, pero lo descubrió y por eso está metido en todo esto― explicó Basha intentando acercarse.

― ¡No, detente ahí!¡¿Reencarnados?! ― mis ojos casi se salían de órbita.

― Mira, entiendo que estés tan confundida como yo lo estuve igual que tú cuando me enteré, pero debes mantener la calma, somos los buenos― Tristan alcanzó mi mano y la tomó dándome curiosidad.

Me calmé un poco.

― Todos somos la reencarnación de alguien muy poderoso de la Grecia antigua, Leah fue la ninfa Khione, que vendría siendo una Queen Freya, ya te das cuenta porque es tan... fría― se burló el ojiazul, Tristan, la rubia le sacó el dedo medio y después congeló la parte de suelo en la que él estaba parado, haciendo que resbalara.

― Espera, por eso aquella noche de la nada hizo frío... ¡¿Trataste de congelarme?! ― estaba incrédula, sonrió con victoria y solté un grito ahogado.

― Yo fui Ignis, una ninfa del fuego― Basha meneó sus dedos con su común elegancia y de estos desplegaron pequeños rastros de fuego, sonrió con ternura.

― Cicillea, una de las primeras y más poderosas brujas de Salem― mi mejor amiga estaba apenada.

― Hallion, un simple sirviente de Hades, tengo el increíble don de poseer a las personas, hacen lo que quiero que hagan y veo lo que piensan, tenía un hermano más poderoso, Gallion, que gracias a ti acabamos de encontrar a su reencarnado― dijo Iason con simpleza.

― ¿Eras como un demonio? ― pregunté sorprendida― ¡¿Cuándo... cuándo pensaban decirme todo esto?!

― No era algo que pudiéramos decirte de la nada, debías entenderlo, podíamos ponerte en peligro― Faith empezó a esparcir ese humo iluminado y púrpura en el cuerpo de la pelinegra.

― Qué triste que no le hayan dicho nada antes― el tono de lástima que Leah usó me molestó y apreté mis manos, sentí mi garganta picar― Quieta, florecita― soltó con burla.

Suspiré y caminé a uno de los sillones que estaban alejados del grupo de mentirosos.

La pelinegra, que no tardó en despertar, parecía perdida, su mirada dio enseguida con la de la morena y por instinto se alejó un poco.

Trató de masajearse el entrecejo como si fuera tortura.

― Tranquila, estoy aquí― Iason se sentó a lado de ella, quien frunció el ceño extrañada.

― ¿Eres Hallion? ― preguntó confundida. Él asintió, ella sonrió con alegría.

― ¿De dónde vienes, Gallion? ― Leah se acercó a él.

― Vengo de Vandikale ¿Quiénes son el resto? ― su voz era curiosa, totalmente tímida y dulce.

Aún no se percataba de mi presencia.

― Vienes desde muy lejos― la chica asintió― Khione ahora es Leah, Cicillea es Faith, Ignis ahora es Basha y yo soy Iason, estuvimos buscándote― los señaló el castaño.

― ¿Y el rubio? ― el tono que soltó fue de alerta.

Él sonrió de lado de una manera juguetona, con picardía, dio algunos pasos hacia la pelinegra sus manos estaban en sus bolsillo, se inclino un poco hacia ella, ya que era una cabeza más alto. El chico la analizó por unos segundos con esa misma sonrisa engatusadora. Su mirada se detuvo en sus ojos.

 ― Mi nombre es Tristan Garvin, seguramente me has visto antes en tus sueños― de haber sido Faith o Leah y Basha habría reído coqueta, le hubieran atinado un buen golpe, pero ella se sonrojó un poco, con su rostro desprendiendo duda, después de pocos segundos una sonrisa divertida surcó sus labios.




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