LUCCA
—Escuché que me enviaron un regalo— le dije a Nolan quien estaba frotando su hombro donde hace unos momentos le di una estocada con mi espada de práctica.
—Mierda Lucca—se apartó Nolan evitando así el golpe se le aproximaba por la derecha.—Que solo es una práctica, ¿Podemos detenernos un momento?—Jadeó la última palabra.
Nolan era, en el mejor de los casos mi mejor amigo, se sabe que los miembros de la realeza no pueden tener "amigos" o personas en las cuales se confía hasta el punto de dormir con los dos ojos cerrados. Ni siquiera el rey con sus consortes para el caso. Mi tío es una persona que ni siquiera con su madre baja la guardia. Pero Nolan ha estado conmigo desde siempre, cuando tenía ocho años, mi padre nos enseñó a cazar conejos como práctica para que cuando fuera más grande pudiera cazar jabalíes e incluso llegar a cazar tigres.
Ese día Nolan quiso ir como carguero, pero el brillo en sus ojos era de curiosidad. Recuerdo que, cuando Nolan vió a los conejos me empujó al suelo y terminé con sangre en las rodillas, mi padre por tal motivo canceló la cacería, estuve enojado con Nolan hasta que me dijo en voz baja que no quería que murieran esos conejos. Desde entonces hemos sido inseparables, ambos conocemos las debilidades del otro.
Parecía que no fue hace mucho cuando llegó al palacio con su madre quien era una esclava traída de Elenia. La mujer poseía los mismos ojos grises de Nolan, era una mujer amable y nunca se quejó de su trabajo pese a su posición. Cuando hace diez años apareció la peste de Rowan por todo el continente de Orintthia, mi padre junto a médicos de algunos reinos tras años de investigación con libros encontrados en ruinas, lograron obtener la cura para esta enfermedad. Sin embargo la madre Nolan, junto con cientos de personas no pudieron aguantar hasta que se encontrara dicha cura.
Nolan estuvo devastado con la muerte de su madre, que cuando eso él tenía 11 años. Estuve ahí para él en ese momento y él estuvo ahí para mí cuando murió mi madre dos años después. Desde entonces hemos sido inseparables. Sé que mi tío desaprueba esta amistad, sobre todo porque Nolan no proviene de alguna familia de clase alta.
—¿Un regalo?, Solo espero que no sea de nuevo un tipo de animal—Me miró Nolan con una sonrisa—¿Recuerdas cuando la princesa de Aethoti te envió como regalo un mono quien había sido criado con uno de sus mejores criadores? Su apestoso excremento hasta el día de hoy lo sigo oliendo, la cara que puso tu tío cuando pintó las paredes de café fue inigualable—Dijo Nolan quien no pudo aguantar la risa que resonó por todo el área de práctica.
—No creo que sea un animal, desde esta mañana todos los cortesanos han estado murmurando sobre una mujer, y Lesfrid se veía bastante nervioso, aunque él siempre está nervioso. Solo espero que mi tío no esté intentando casarme de nuevo—Moví mi espada de madera de un lado a otro.
Ya había pasado un mes desde que hablé con mi tío sobre que casarme no era una opción en este momento, quería explorar todo lo que pudiera mientras fuera posible. No quería casarme con una mujer que no conociera y por si fuera poco mi tío esperaba que tuviera concubinas, y no quiero cargar ese peso sobre mis hombros aún. Mi tío, por supuesto, no se lo tomó bien y me mandó a que reflexionara sobre eso llendo a la fortaleza de Elenia para un reconocimiento. Elenia era uno de los lugares donde habían más esclavos, y presentía que mi tío sabía lo que yo sentía por ellos.
Escuché pasos detrás de mí y me dí la vuelta.
—Alteza, su tío requiere de su presencia en la corte real. Dijo que no le haga esperar mucho tiempo—habló Friedel, con voz ronca. Era un hombre con una barba canosa y larga quien tenía el manto usual del consejo de color marfíl junto con la insignia bordada de Aragorn, una estrella de cuatro puntas dorada, símbolo del reino.
Suspiré.
—Esperemos un poco Friedel, ¿No deseas un poco de té mientras? Te ves agotado—y era verdad, hace unas semanas Friedel contrajo una extraña enfermedad, sin embargo era un viejo testarudo que no quizo ir a la farmacia a hacerse una revisión con un médico, y hace unos días su tez se había vuelto aún más pálida.
—Su alteza, su tío dió instrucciones de...—alcé una mano para pedir silencio.
—Mi tío puede decir muchas cosas Friedel—dije con voz firme e indiferente—. Y puede esperar un poco más.
Caminé hacia el salón junto con Friedel detrás y Nolan a mi lado.
Cuando llegué al salón de la corte real, en él se encontraban algunos cortesanos, uno que otro miembro del consejo quienes a su lado se encontraban postrados sus esclavos. Él ser esclavo era algo que no se podía ocultar, no solo por el hecho de que tenían que usar pintura dorada en su cuerpo y rostro sino también ropa y decoraciones extravagantes que reflejaba el poder y riqueza del amo a quien servían. Uno de los más llamativos era el esclavo del consejero Cleyton, era alto, de rasgos suaves y rizos dorados que caían por todas partes, llevaba la ropa típica de los esclavos que era un manto blanco, con una abertura en sus piernas y lo más caracteristico era el intrincado y grueso collar que contenia zafiros, rubíes y oro de grandes proporciones. A simple vista no parecía tener la mayoría de edad, sin embargo en Aragorn no se permite el uso de esclavos menores de edad. Algo bastante civilizado considerando la situación de ser uno de los pocos países en los que aún se utilizan esclavos.
—Sobrino, hasta que por fin tienes la gracia de aparecer— Mi tío, en su llamativo trono hecho de oro con dos grandes cabezas de león talladas en ambos extremos del espaldar, dirigió su mirada ceñuda hacia mí.
—Tío, decidí dar un pequeño paseo para contemplar las vistas. Hoy en día no debemos andarnos con prisas o llegaremos a viejos sin que nos demos cuenta—dije haciendo eco cuando las personas tomaron silencio en el salón. Desde mi posición observé que mi tío apretaba la mano en uno de los costados del trono.
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Editado: 13.06.2023