Cayendo en tí

Etapa de semilla

 

Arreglo mi cabello castaño oscuro en el espejo lo más rápido que puedo ¿estoy acostumbrada? He venido a esta habitación de hotel cuatro veces en el último mes y siempre término de la misma manera, despeina pero satisfecha ¿sintiéndome culpable? Eso no se encuentra en mi vocabulario. A mis 27 años creo que he perdido todo rastro de sentir culpa o remordimiento por serle infiel a mi esposo, la primera vez que lo hice pensé que lo descubriría, pero no lo noto, pero cuando me vi en el espejo esa noche después de follar con un hombre en el baño de aquel bar vi algo diferente en mis ojos, me sentía satisfecha, no porque el sexo con mi esposo fuera malo, sino porque sabía que lo que hacía era incorrecto y lo ame.

- ¿A qué hora el próximo viernes?- al escuchar su voz miro hacia la entrada del baño.

London, apellido desconocido, edad desconocida pero es adulto, habilidades: esa lengua maldita, el hombre es el paquete completo y no debo molestarme en explicarle como esto funciona, no me llama, no envía mensajes o aparece mágicamente en lugares en los cuales estoy con mi esposo, él es el mejor amante que he tenido en estos seis años.

- A la misma hora.- respondo antes de dejar de mirarlo.

Miro el desastre que ha hecho mi rímel y trato de corregirlo con un poco de papel.

¿Por dónde empiezo? ¿Qué me hizo ser lo que soy? Nada, nací siendo una hija de puta, nada me cambio, siempre he sido la persona que no quieres enfrentar o conocer realmente y todo eso se lo debo a mi querido padre, Alexander Herrington. Dueño de uno de los bufetes de abogados más famosos de New Jersey y  un maldito bastardo, por supuesto eso es algo que no sabe su cuarta esposa Darcy, romántica empedernida, pobre chica…

Creo que él y yo somos iguales, nos hemos abierto camino en el medio de la jungla haciendo lo que mejor hacemos, siendo temerarios y logrando que el mundo nos odie o envidie.  Por ello cuando conocí a mi esposo, Mark  D´ Briand supe que tenía que ser mío, accionista mayoritario en una empresa de publicidad y el hombre más dulce, manejable y  dependiente de su madre que he conocido, sabía que si lograba que su madre me amara, lo tendría y así fue, ahora vivo en una mansión de seis habitaciones y conduzco un hermoso Porsche negro del año, todo es como debería.

Todo…

- ¿Por qué no te divorcias?-escucho preguntar.

Todo mi buen humor desaparece, dejo lo que estoy haciendo y me giro hacia él, vestido con unos jeans negros y su torso desnudo dejando ver un cuerpo envidiable, moreno y tentador.  Una sonrisa aparece en mis labios cuando doy dos pasos hacia él, mis tacones golpean el piso del baño ruidosamente.

- ¿Qué dijiste?- pregunto.

- Eres joven y hermosa, inteligente ¿Por qué estás casada con ese perdedor?- pregunta.

- Que comentario más estúpido ¿por qué no me dices con quien debería estar casada?- pregunto alzando una de mis cejas.- ¿contigo?- pregunto con diversión.

- Con alguien mejor.- responde con molestia, lo he herido.

- Escucha niño…- pienso que decirle.- no sabes nada sobre mi o mi vida,  no intentes ser un caballero conmigo cuando lo único que quiero de ti es tu polla,  solo cumple con eso porque si quisiera un terapeuta o alguien que me ayudara con mi vida, pagará por ello.- le aseguro.

- Eres una perra.- dice con molestia.

- Lo soy.- susurro.

Salgo del baño siguiéndolo y lo veo recoger todas sus cosas, se termina de vestir y antes de salir por la puerta me mira con desprecio, levanto mi mano y me despido riéndome, me encojo de hombros cuando cierra la puerta de golpe. Camino hacia la mesa de noche y tomo mi bolso, busco mi celular dentro y veo que tengo dos llamadas perdidas de Mark, aclaro mi garganta antes de llamarlo, pongo el celular en mi oreja.

- Estoy afuera ¿Por qué no tenemos una romántica cena hoy?- pregunta.

- Afuera…- susurro pensativa.- ¿estás afuera de mi oficina?- pregunto.

- Si.- responde, suspiro al escuchar eso.- sé que me dijiste que estabas ocupada pero ya son las 6, quiero cenar contigo.- me dice.

- No estoy ahí.- digo.- tuve que salir por unas muestras de unos manteles para una gala benéfica que estamos ayudando a organizar.- le miento.

- ¿Por qué fuiste tú? Tienes muchas empleadas nena, no tienes que hacer eso.- me dice.

- Lo sé, pero sabes que amo mi trabajo.- le digo.

- Está bien ¿Dónde estás? Podría ir por ti.- me dice.

- No.- digo de inmediato.- envíame la dirección de restaurante y ahí estaré.- le digo.

- De acuerdo, te amo.- dice.

 Cuelgo.

Creo que esa es mi escusa más usada, como dirijo una empresa organizadora de eventos, mayormente bodas, puedo decir que siempre estoy buscando algo o comprando algo, revisando algo, siempre ocupada, cuando en realidad estoy en algún hotel del otro lado de la ciudad con un muñeco nuevo. Abandono mis pensamientos, Me acerco a  donde se encuentra mi abrigo y lo tomo, me lo pongo y vuelvo a verme en el espejo antes de salir, pongo un poco de labial en mis labios y corrector debajo de mis ojos. Una sonrisa aparece en mis labios al ver el brillo en mis ojos verdosos, mi piel pálida se encuentra enrojecida.




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