Cayendo en tí

Etapa final

 

 

Miro lo que he escrito y me pregunto “¿estoy loca?” me siento extraña, como si estuviera perdida, completamente perdida en un lugar oscuro y acabo de darme cuenta de que siempre lo he estado. Lo primero que hice al recordar todo fue pedirle a mi padre una tarde con su querida esposa, por supuesto es solo un plan oscuro, necesito saber si algo de lo que sucedió en Atenas es cierto, a pesar de que en esta realidad ese viaje nunca sucedió, puede ser que ella conozca todavía sobre ellos, sobre esos seres que no deberían existir en lo absoluto, pero que lo hacen.

Acerco la taza de café a mis labios y doy un corto sorbo, vuelvo a mirar lo que he escrito, todo mi itinerario sobre ese día en Atenas, lo que hice y por supuesto esas rosas, en todas partes ellas estuvieron ¿Cierto?  Observo el estudio de Mark por unos segundos y cuando la culpa quiere cavar hacia afuera de nuevo, me aseguro de empujarla por ahora, solo por ahora.

Escucho mi celular sonar y al mirar la pantalla veo el nombre de Darcy, me tomo unos segundos antes de contestar.

- ¿Sí?- respondo.

- Hola Lauren,  acabo de llegar.- empieza a decir con esa típica felicidad.- ¿Podrías ayudarme? Traje todo para que cocinemos  y…- la interrumpo.

- De acuerdo.- digo antes de colgar.

Me pongo de pie y camino hacia la puerta, al salir del estudio de Mark me apresuro en llegar a la puerta principal de nuestra cosa ¿nuestra? Esta cerca de dejar de serlo.  Cuando abro la puerta, me siento ansiosa por saber todo, por saber si su cabeza tiene algo útil para mí.

- Que gusto verte.- le digo con una sonrisa.

- Me sorprendió tu invitación.- dice sonriendo.-  estoy feliz de poder pasar un día contigo y que por fin me digas tu secreto sobre ese cabello perfecto.- dice emocionada.

- Mi secreto es dinero, invertir dinero.- trato de sonar casual.- ¿Dónde está tu auto? Busquemos las bolsas.- le digo.

- Por supuesto, sígueme.-  me pide.

Salgo de la casa y al sentir el sol golpear mi rostro, tengo que cubrir mi cara usando mi mano, camino detrás suyo y estoy agradecida que solo se encuentre a pocos metros del camino de la entrada. La observo detenidamente mientras saca las bolsas del asiento trasero ¿debo preguntar directamente? Debo esperar, decirlo con naturalidad. 

Tomo algunas bolsas y regreso a la casa, al entrar siento sus pasos detrás de mí y sin saberlo mi cuerpo se encuentra alerta ¿Por qué? creo que mi cuerpo recuerda ser empujado a un lugar desconocido y quedarse ahí, me quede ahí.

- ¿Dónde dejo esto?- la escucho decir.

- Donde quieras.- le respondo al entrar en la cocina.

- Traje vino rose y…- la interrumpo.

- ¿Qué cocinaremos? Creo que tengo un libro de recetas en algún lugar.- le digo mientras observo la cocina.

Dejo las bolsas en el piso sin importarme nada.

- No te preocupes, Alex me dijo que no estás acostumbrada a la cocina.- empieza a decir.-  sé que tienen una cocinera o algo así, puedo hacer todo sin problema alguno.- me asegura.

- Perfecto.- le digo con una sonrisa.-   creo que abriré una botella de vino ahora.- le digo.

- Puedes hacer lo que quieras.-  me dice sonriendo.

¿Por qué es tan complaciente? ¿Eso es normal? Nunca he entendido como alguien puede verse tan buena en un mundo tan podrido, incluso yo lo estoy. Darcy es como luz en todos los lugares, es dulce y luce inteligente,  algo en ella me hace desear golpearla y gritar: “¡Despierta!” “¡la vida no es tan buena!”.

Abro la botella de vino y sirvo dos copas de vino, la veo abrir mi refrigerador y siento mucha molestia, esta desesperación por tener el control no me deja descansar, siempre alerta, siempre sintiendo que solo yo puedo hacer las cosas perfectamente bien ¿es normal?

- ¿Qué prepararás?- le pregunto.

- Una ensalada de pollo.- responde.- sé que suena sencillo, pero puedo hacer un buen aderezo.- me asegura.

La veo lavar la lechuga  y luego ponerla en un bol, toma un tomate y empieza a picarlo en pequeños trozos, con cada corte del cuchillo siento como mi molestia crece sin sentido. Mi mano se vuelve un puño sin que pueda detenerlo y camino hacia ella, me detengo a su lado y la veo sonreírme ¿recuerda algo? ¿Sabe algo? Debe hacerlo o perderé la cabeza.

- ¿Te gustan las rosas?- pregunto de repente.

- ¿Disculpa?- pregunta confundida, toda su atención se encuentra en mí.

- Las rosas rojas.- especifico.- quiero saber si te gustan, es que en ocasiones cuando tenemos un evento, se quedan muchas rosas en los salones y podría enviarte algunas.- le digo.

- ¿En serio?- pregunta sonriéndome.- me encantan.- admite.

- Pues lo haré.- digo mirándola.

Deja de sonreír frunciendo su ceño, vuelve a cortar el tomate y luego toma el pepino, por unos segundos el silencio puede ser cortado con un cuchillo, la tensión está aquí y todo es porque nunca he sido buena con ella, debe preguntarse que estoy haciendo.




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