Cayendo en tu mirada

Capitulo 14

Mientras Fabrizio estaba en su habitación haciendo llamadas y resolviendo algunos asuntos con su padre.

Yo estaba por mi lado aprovechando las horas restantes y administrando bien mi tiempo mientras subía un video a Youtube, me ponía una mascarilla en el cabello y leía el discurso que teníamos preparado para hoy, el cuál redacté yo misma y Rose le dió su aprobación.

60%

Ya casi se termina de subir, ¿recuerdan lo que grababa en el avión? Pues pude terminar de editar a tiempo y aquí estoy haciendo malabares para poder cumplir con todo.

Definitivamente debo organizarme mejor, pero así todo pierde la gracia ¿no? O eso quiero creer.

Y a pesar de que ya soy totalmente independiente y prácticamente una adulta, ¡No soy más ordenada! Y efectivamente es un mito. No todos mejoramos cuando crecemos.

Muy a mi pesar, miro el reloj y todavía me quedan 3 horas, al parecer se habían contratado a unos estilistas para arreglarnos para esta noche, todo fue idea de Rose y al parecer se aprobó su petición.

Yo podría arreglarme sola, ya lo he hecho antes, pero como estaremos en televisión, seguramente le preocupe más.

Había elegido para mí un vestido negro largo, con un escote en la espalda bastante bajo y encaje en las mangas, y por supuesto, brillos por todos lados.

Obviamente Rose me ayudó a elegirlo, esa chica es muy buena con la ropa.

Termino de revisar mis redes y me apresuro a ver si ya el video ha terminado de subirse.

Y si.

Muevo mi trasero y apago la laptop rápidamente, debo ir a darme una ducha.

****

Toc toc.

Alguien está llamando a la puerta, que me den un minuto estoy descansando mis ojos unos minutos.

Pero insisten con más fuerza.

¿ES QUE YA NADIE RESPETA LAS HORAS DE SUEÑO DE LOS DEMÁS?

Eh... Los minutos que se utilizan para el descanso de párpados.

Me arreglo el pantalón suelto, bajo mi camisa de ositos y me acerco para abrir la puerta mientras me estrujo los ojos.

Habían dos chicas y un señor que no tenía ni un sólo cabello.

Estaba tan dormida que no esperaba verlos ahí, pero si ese tipo hubiese tenido cabello, seguro se le quedaban los cabellos de punta.

Al verme esbozan un gesto de sorpresa, me miran de arriba hacia abajo y me arrastran dentro.

Bien, me van a secuestrar y yo ando medio dormida.

¿Me van a secuestrar?

Espera.

¿Quienes son ellos?

Me suelto de su agarre y me alejo considerablemente.

–¿Quienes son ustedes?.

Los miro con recelo y me cruzó de brazos. Así ellos son mis secuestradores debo demostrar que si se acercan puedo defenderme.

–¿Señorita Coleman? -yo asiento y lo fulmino con la mirada a aquel hombre de aspecto un poco intimidante-. Estamos aquí porque somos sus estilistas, yo soy Miguel Ángel, su peluquero, ellas son Trish y Tiff, mis asistentes.

Dijo mientras señalaba a las chicas que parecían sacadas de una revista del 2000. Ambas con una sonrisa bastante resplandeciente, mucho maquillaje y una más amigable que la otra.

Esto es muy loco.

–Los estaba esperando—digo como si hace unos minutos no hubiese pensando que eran unos secuestradores— lamento la tardanza al abrirles.. Estaba —silencio— leyendo un libro.

Las mujeres me miran alzando una ceja.

¿Qué?

Fue algo convincente.

Y así hubiese sido si no llevara la pijama puesta o si tan solo no tuviese marcas en mi cachete por la almohada o incluso si me hubiese quitado la toalla de la cabeza.

Pero es que en serio estaba cansada, perseguir y controlar a Fabrizio todo el tiempo no es fácil. Parece un niño pequeño.

Retomo mi postura y sonrío para hacer el ambiente menos tenso.

Cuando busco a Miguel Ángel ya había traído junto a Tiff un montón de objetos que colocaron en el gran peinadora que tenía esa suite.

Maquillaje de todos los colores, cepillos de todos los tamaños y otros objetos que tienen diversas finalidades estéticas.

Ay Rose ¿Que has hecho?

Una de las chicas me toma del brazo y me jala a una silla que no tenía idea de que estaba ahí, saca la toalla de mi cabeza, empieza a desenredarme el cabello mientras Miguel dice un montón de cosas que no llego a entender por la rápidez con la que habla.

Él prepara un secador, Trish pone agua caliente en un recipiente largo, no tan profundo y mete mis pies.

No lo sé.. Quizás quería rostizarme. Pues buen trabajo.

Suelto un pequeño bufido y ella me da una mirada silenciosa que dice «No te quejes o será peor»

Después de jalones, gruñidos de mi parte, varias groserías por parte de Miguel, ya estaba casi lista.

Llevábamos ya dos horas.

Genial, nótese el sarcasmo, no me gustaba ir a la peluquería, suelo hacerme todo yo misma.

Son cosas que te hace aprender la pobreza, tenemos que ser prácticos chicos.

Y pasé toda la tarde de mal humor por no haber dormido bien.

Excelente, eso seguro lo hacía más llevadero.

¡Ni siquiera me habían dejado ver en el espejo!

Así lo pidió Rose, en ocasiones siento que es un poco cliché, oh Rose...

Trish termina de colocar brillos en mi cara y le da una señal a Miguel para que se acerque y este me ve y da por primera vez en estas horas una sonrisa genuina.

Todos se ponen en frente de mi como si fuese su obra maestra, y hacen una cuenta regresiva.

—Perderá la gracia si no cierras los ojos —dice Tiff con dulzura.

Me resigno y me prometo a mi misma cambiar mi mal humor y cierro los ojos. 
Siento que me dan la vuelta, y mis ojos no creen lo que veo.

Llevo un recogido con trenzas al rededor de mi cabeza, con algunos cabellos sueltos que le da un toque juvenil, mi maquillaje es plateado y llevo los labios de un rojo carmesí. Mis manos y pies han quedado fantásticos.

Los volteo a ver asombrada y no puedo evitar sentirme agradecida, no hubiese podido lograr eso yo misma. 
Entonces tomo valentía y abrazo a Miguel Ángel en forma de gratitud, luego a Trish y a Tiff.



#36660 en Novela romántica

En el texto hay: destino, romance, metas

Editado: 06.05.2021

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