Cayendo en tu mirada

Capítulo 26

No quiero pensar un minuto en todo lo que estoy aceptando en mis hombros, creo que el amor es tan complicado que nunca deberías subestimarlo. Mi corazón late desbocado y cada instante lo atesoro en mi corazón. A pesar de estar envuelta en sus brazos no puedo dejar de pensar en lo que dirán los demás.

Mis pensamientos pasan tan rápido que me marean.

Me da miedo cometer errores.

Y creo que ese puede ser mi peor error.

Él me mira con ilusión plasmada en sus ojos y yo a él con promesas silenciosas.

-Te amo.

Logra pronunciar después de unos instantes y yo sólo siento el escalofrío que sus palabras causan en mi corazón.

Ya he amado antes, pero no de la misma forma con la que lo amo a él.

Soy nueva en esto.

Él acaricia mi cabello suavemente mientras nos quedamos parados en medio de la habitación.

Finalmente nos separamos.

-Tengo miedo- Susurro apenas audiblemente.

-¿A qué le temes?- responde él de la misma forma.

-No estoy segura, temo que rompas mi corazón. Cliché ¿no? -digo intentando suavizar el ambiente.

-Lo dudo, todos tenemos miedos e inseguridades Emma. Pero estoy seguro de que tú eres el amor de mi vida. Siempre podremos superar nuestros temores juntos, de eso se trata después de todo ¿no?.

La manera en la que finaliza su oración de la misma forma en que yo lo hice me hace sonreír.

Unos toques en la puerta nos hacen salir del ambiente en el que nos encontrábamos, ambos reaccionamos e intentamos ponernos serios de nuevo.

Fabrizio se mueve y se aparta de la puerta.

Yo paso las manos por mi atuendo como si de esa forma quitara los nervios que me carcomen. Me adelanto a abrir la puerta y entonces lo veo. Es Jason.

-Oh Jason, hola -Digo e intento sonreír, gesto el cual él responde de la misma forma. Mis mejillas están sonrojadas por la situación anterior, por lo que intento no alzar tanto mi mirada.

-Señorita...- Dice esperando algo, lo cual no entiendo hasta que recuerdo que en ningún momento le he dicho mi nombre.

-¡Emma!- Digo un poco nerviosa y avergonzada- Lo siento, he olvidado presentarme, soy Emmeraude Coleman y como ya debes saber trabajo en la empresa Moretti. ¡Dios! Lo lamento tanto, he estado con tantas cosas en la cabeza que apenas si puedo mantenerme de pie.

-Oh no se preocupe por nada, más bien venía a agradecerle todo lo que hizo por mi. No sé qué habría sucedido si no intervenía.

Agacha un poco su cabeza y uno de sus rizos suaves cae por su frente.

Me siento un poco más tranquila al oír sus palabras.

-No ha sido nada, no te preocupes.

-Vine a devolverle su crema, muchas gracias, realmente este gesto no lo haría cualquiera. Me siento muy apenado por lo que sucedió.

-Oh vaya, tranquilo, no pasa nada.

Le sonrío y le digo que se quede con la crema.

-Oh y quédate con la crema, te la regalo, es una de las más efectivas que he usado alguna vez y creo que tu mejilla me lo agradecerá, ya verás que dentro de pocos días no quedará rastro de lo que sucedió hoy.

Sonríe y sus ojos parecen hacerlo también. Que agradable chico.

Me despido de él más relajada.

Y cuando entro a la habitación, entonces recién me acuerdo que Fabrizio estaba allí.

Je, Hola Dios soy yo de nuevo.

Vaya honestamente parecía que todo lo que había vivido era sacado de alguna novela muy romántica, pero creo que eso no me va.

Creo que ya lo he arruinado, genial. Nuevo récord.

-Antes que nada, no estés celoso, ¿vale? Has escuchado todo y a ojos de los demás eres mi jefe y amigo entre los amigos.

-Emma, no pasa nada. Está bien, no estoy celoso.

¿Qué? ¿no? vaya eso fue más fácil de lo que creía.

-Pero, necesito saber que somos.

Vaya, olviden lo que dije.

-¿Qué somos?- tartamudeo, hay dos opciones o bromeo al respecto o respondo con seriedad- ¿Humanos?- bromeo.

Cruza los brazos y su traje caro se ajusta a sus brazos.

-No estoy bromeando.

-Oh vaya, bueno pero no te enojes-Digo fingiendo un puchero, sabiendo que eso le hará sonreír.

-No,no, no, señorita, no me hagas pucheros.

-Vaaale -digo alargando la "a" en la palabra- Somos mejores amigos.

-¿No somos pareja?.

-Realmente no, nunca me has pedido ser novios.

-Pensé que ya lo éramos.

-Pues nop- río y digo de forma acusadora- oye debes dejar de asumir cosas.

-De verdad pensé que lo éramos.

-Tienes que pedirmelo.

-¿Quieres...?

No lo dejé terminar y lo moví con mis brazos sacándolo de la habitación. Él me mira expectante mientras lo saco y yo sólo digo.

-No lo tendrás fácil, buenas noches, ti voglio bene*.

-Pe-ero.

-Adiós.

Y cierro la puerta.

Dios mío, pero ¿qué ha estado pasando?, esto es de locos.

Me pellizco una vez a ver si estoy soñando, quizás es otra jugarreta de mis sueños y realmente esto no es real.

Ok, en resumen.

Estoy en Berlín, como asistente de Fabrizio, enfrenté a Jenna, posiblemente le salvé el pellejo a un pobre chico, me volví a meter en problemas y ahora para finalizar tengo un lío amoroso. No podemos estar mejor, nótese la ironía.

Recuesto mi cabeza sobre la puerta, ha sido un día muy cansado, realmente lo fue.

Ahora tengo que pensar en algo en cómo se solucionará mañana el problema con Jane, dudo que Jason vaya a decir algo al respecto, pero no estoy segura de sí su amigo lo permitirá, porque fue abuso de poder, todos estamos claros en eso.

Pero es inevitable que la carga no caiga sobre la empresa. Jane no me daba buena espina para este viaje.

Me muevo e intento ordenar mis ideas, tenemos que calmarnos y buscar soluciones.

Pero antes debo redactar unos archivos para mañana en alemán.

Me meto al baño rápidamente, saco de mi maleta lo que necesitaré y me doy un baño con agua caliente.

Al salir, me coloco una pijama larga y abrigadora, porque a pesar de tener calefacción, sigue haciendo un poco de frío y no quiero enfermarme.



#32999 en Novela romántica

En el texto hay: destino, romance, metas

Editado: 06.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.