Cayendo por ti

Capítulo 3

-¿Aún sigues acostada? ¿No debías ir a un aquelarre o algo así? - Cris lanzó una almohada a Mak que acababa de pararse como un rayo de la cama.

-¡Maldita sea, el taller de tarot!

Mientras Cris se reía en el umbral de la puerta, Mak corría por la pequeña pieza color gris buscando que ponerse. Había decidido aprender tarot y hoy era su segunda clase.

- ¡Cierra la puerta! No quiero que Baltazar vea mi virginal cuerpo. - dijo Mak tapándose con las manos, solo llevaba ropa interior.

-Virginal, ja. - gritó Baltazar desde la cocina. - Si no te apuras, no habrá comida para ese virginal cuerpo.

Mak gruñó, empujó a Cris de la entrada y cerró con pestillo. Necesitaba arreglarse rápido y el olor a pan tostado no la dejaba concentrarse. No recordaba dónde había dejado las cartas que la abuela de Cris le había regalado y sus zapatos estaban perdidos quién sabe dónde.
Aunque no tenía muchas cosas en su habitación, por alguna razón se comía todo lo que ella tenía, como un agujero negro. Baltazar decía que los duendes la perseguían y robaban sus cosas, Rolando creía que existía un portal en su habitación que se devoraba todo, Cris solo sabía que Mak era exageradamente desordenada y atolondrada, olvidaba donde dejaba todo.

-¡Cris! ¿Has visto mis cartas? Sé que las dejé en el escritorio, pero no las encuentro. - dijo Mak mientras se colocaba sus botines favoritos, encontrados bajo la cama, por suerte.

-Están en el estante, junto a la caja musical de tus padres, entre tus libros, las dejé ahí porque me las encontré en la cocina, dentro del refrigerador. No debí haberle dicho a mi abuela que te regalara esas cartas, son una reliquia y tú las dejas al lado de la leche.

- Eres mi heroína, Cris, no sé que haría sin ti. -su amiga gritó en cuanto Mak salió de su habitación, corrió hacia ella y se abalanzó encima. Cayeron directamente en la alfombra rosa del living.

-Uh, ¿hacemos un trío? Igualmente puedo ver, no tengo problema. - Baltazar había aparecido en la puerta de la cocina con una taza de algún líquido humeante. El aroma llegaba hasta ellas, olía a café.

-Iugh, no. Cris no es mi tipo, lo siento, te quiero solo como amiga, espero que esto no vaya a afectar la linda relación que tenemos. - Mak se levantó del suelo y Cris le lanzó una mirada adolorida mientras ponía una mano en su pecho.

- ¿Eso me dices ahora? ¿Cuando ya me he entregado a ti en cuerpo y alma?

Ambas rieron y Mak la ayudó a levantarse del suelo. Corrió a la puerta del departamento y Baltazar le dio un paquete de galletitas para el camino. Se despidió y cerró la puerta, luego la abrió, entró a buscar su bolso y se fue nuevamente.

-Ay, allí va nuestra pequeña, a ser cada día más bruja. - Dijo Baltazar mientras abrazaba a Cris, con una mirada triste y dramática mirando a la puerta. Su novia no pudo evitar reirse y darle un beso.

Ya había pasado una semana de la caída en bicicleta de Mak, y con mucho ungüento de matico, su herida estaba casi perfectamente sanada. Lo único que le dolía un poco era su orgullo, Daniel no le había hablado, pero podría soportarlo, era algo usual. No tenía suerte en el amor.

Saliendo del edificio, tomó su bicicleta que estaba en el pasillo y se dispuso a tomar camino a su curso de tarot.

-Hoy estudiaremos a la Suma Sacerdotisa. ¿Quién puede decirme una característica de una persona con este número? ¿Layla?

- Son inteligentes y evitan hablar de su pasado, ven todo blanco y negro, por lo que deben aprender a que existen matices en la vida. Además, la Suma Sacerdotisa es la brujita del tarot, por lo que una persona con esta carta puede tener dones para lo esotérico.

El timbre sonó y la profesora se dispuso a ir a abrir la puerta.

-Lo siento, llegué tarde, me quedé dormida, disculpa Sofi. -Una pequeña y arrepentida Mak apareció al otro lado de la puerta.

Sofi era una mujer alta y regordeta con una cara sumamente amable y pacífica, su cabello cobrizo hacía parecer que tenía un brillo especial a su alrededor, algo que realmente se sentía. Era una persona completamente esotérica, sabía como eras y tus secretos en cuanto tomaba tus manos. Mak la conoció por casualidad en el bar, llovía a cántaros fuera y Sofi se había refugiado en el primer lugar que encontró, venía de hacer un trabajo en una de las acaudaladas casas del centro alto de Santiago

-Bien, Amaike. Por ser el segundo día te dejaré pasar, si no te acomoda el horario, sabes que también hago esta clase por las noches.

- Sabes que por las noches trabajo, se me haría imposible venir. Pero te prometo que llegaré a tiempo.

Al terminar la clase, decidieron ir a almorzar todas juntas, para conocerse mejor. Sofi había comenzado a hacer clases grupales hace poco, así que solo eran 3 chicas por el momento: Mak, Layla y María. Layla era sobrina de Sofi, se llevaba muy bien con su tía y desde la infancia se había insertado en el mundo esotérico. De María no sabían mucho, poco hablaba y cuando se presentó solo dijo su nombre y se puso colorada como si hubiera estado demasiado tiempo al sol.
Decidieron ir a comer al Centro Cultural Gabriela Mistral, o mejor conocido como el GAM. Era el lugar predilecto para veganos y vegetarianos que querían comer rico y barato en el centro de Santiago, se reunían un sinfin de comerciantes ambulantes vendiendo sandwich vegetarianos, falafel, deliciosos dulces y postres veganos, exquisitas variedades de handrolls y, los mas osados, quequitos mágicos que prometían hacerte llegar al cielo.
Compraron algunas cosas y fueron a sentarse a las bancas que contenía el GAM bajo un techo al aire libre. María en un arrebato se sentó junto a Mak y junto todas sus fuerzas para poder hablarle.




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