—No tengo palabras para expresar lo que siento en este momento, pero puedo asegurar que intentaré estar con ustedes, si me lo permiten.
—Ni siquiera sé cómo reaccionará mi hermana —Aiden limpió sus ojos con el dorso de la mano, después vio la cama donde su hermana estaba durmiendo como una niña—. Ella es muy despistada, sin mencionar que siempre ocasiona algunos desastres.
—En eso se parece a su madre.
—Creo qué tenemos muchas cosas que aclarar cuando mi hermana despierte.
Anker asintió sin saber qué decir o hacer. Se sentía como un completo idiota por permanecer como una piedra en un río.
—Buscaré algo de ropa y comida, seguramente están hambrientos por la batalla.
Aiden afirmó con el rostro rojizo por la pena. Se sentía como un niño recibiendo un regalo sorpresa. En su corazón no podía contener la emoción de cumplir el deseo más grande que su hermana y él pudieran tener.
«¡Lo encontramos enana!»
Envolvió su cuerpo en la sábana y arrastró una silla junto a la cama de su hermana. Le dio un beso en la mejilla y sujetó su mano entre las suyas. Ella siempre sería su enana. En las fotografías de cuando eran unos renacuajos recién nacidos de un color rosado, ella era una cosita diminuta comparada con él, que también era prematuro. Recordaba a su madre diciendo que su enana casi no lo logra. Él jamás imaginaría vivir una vida sin su compañera de travesuras y aquella que recibía los castigo a su lado como si ella hubiera hecho la travesura. Ella era su otra mitad.
—Somos como uña y mugre.
—Podemos ser uña y mugre, pero tú serás la mugre —ella abrió un ojo, aún sin moverse o terminar de abrir el otro ojo.
Aunque estaba despierta su voz era ronca y Aiden lo noto. Él también tenía esa sensación de hierro en su garganta. Nunca habían caído tan rápido en un combate. Pero ese hombre casi les arranca la tráquea con una mano.
—Toma. Te ayudare a beber, pero no te levantes —dijo alcanzando un vaso de una pequeña mesa con una jarra con agua llenándolo—. Todavía estás desnuda.
Le ayudó a reincorporarse con cuidado. Pasó un brazo detrás de su cuello sosteniéndolo. Antes de beber ella negó sosteniendo su estómago.
—Tengo ganas de vómitar...
Aiden le llevo la papelera más cercana sosteniendo su cabello mientras ella no podía contener las arcadas.
Se sentía mal al ver a su hermana en ese estado cada vez que usaba su transformación completa. Por eso ella siempre usaba su media transformación. Muy pocas ocasiones pudo ver a la loba de pelaje plateado de su hermana.
—¿Recuerdas que te transformaste?
—No lo recuerdo —ella respondió limpiado su rostro con una esquina de la sábana—. Después de que el tipo nos atacara no recuerdo nada. ¿Qué hay de ti?
Él ayudó a su hermana a acomodar la sábana alrededor se su cuerpo, para que no se le cayera cuando se levantara.
—Recuerdo la parte de la paliza y al lobo del loco que te ha estado acosando —no quería negar la realidad—. Carajo ese hombre era más rápido y fuerte que cualquiera que hayamos enfrentado. No tienes idea de lo impontente que me sentí sin poder usar la transformación, cuando lo encontré en el bosque.
—Tenía miedo... —ella desvío la mirada a su regazo—. Pensé... Pensé que nos iba a matar... sin importar que intentará hacer nada le afectaba.
Aiden la abrazo cuando las lágrimas empezaron a caer por las mejillas de su hermana. Ella escondió el rostro en su cuello mientras él le acariciaba el cabello.
—Todo eso estaba fuera de nuestros límites, sin importar cuanto lo que hubiéramos hecho él hubiera ganado. Me duele decir que no fui lo suficientemente fuerte para mantenerte a salvo, me duele saber que tienes miedo —su voz se hizo más dura—. Por eso quiero que me prometas que no te enfrentarás a él, si vuelve a aparecer. Porque no tengo dudas, quiere matarnos y no se detendrá hasta lograrlo. Lo de esa noche fue un juego para él, si hubiera querido matarnos antes simplemente lo hubiera hecho. Sin importar el lugar o el momento el vendrá...
—¿Cómo están? —Ethan llegó a su lado. Acababa de tomar un baño de su cabello todavía caían pequeñas gotas de agua.
—Recuperándose —Anker suspiró—. Él lo sabe...
Anker abrió una botella de agua que alguien le había dado cuando vio su rostro pálido. No estaba seguro si fue Edwin o Cedric. Ellos andaban por ahí preparando una reunión dentro de tres días, para que Jackson estuviera presente y pudiera aportar una parte de su encuentro con el hombre del bosque.
—¿Eh? No entendí.
—Alaia les enseño la fotografía del lago cuando eran muy pequeños. Ellos no lo recordaban, pero Aiden lo sabe. Sabe quien soy.
Anker desvío la mirada mientras sentía sus ojo arder un poco.
«¡Mierda, soy un hombre. No puedo llorar!»
—Entonces vas avanzando —Ethan le palmeo el hombro—. Me da gusto por ti hermano.
—Puedes decirle a la novia extraña de Edwin que si puede conseguir algo de ropa y comida para los chicos.
Ethan asintió, dejando a su amigo buscar un poco de tranquilidad.
—Jackson despertó —Cedric se sentó en una banca junto a Anker.
Estaban en una pequeña cafetería en el hospital de la manada de Edwin. La razón por la que no había comprado comida ahí era porque la comida era horrible. Nadie podía comer esa horrible masa gelatinosa de un horrible color verde. Sintió escalofríos con solo imaginar eso bajando por su garganta. Miró a Cedric quien lo veía con el entrecejo fruncido.
—¿Qué? Estoy un poco perdido en este momento.
—Dije que Jackson despertó y está como perro ladrando para que lo dejen salir —repitió.
—¿Dile al doctor de Edwin que si se lo puede quedar de por vida? Estaría muy feliz de no tenerlo cerca de mi hija.
Cedric rió burlándose de Anker.
—Tu hija es muy hermosa —se burló, provocando al otro lobo—. Si no tuviera pareja yo estaría dispuesto a ser un buen yerno.
Anker achicó los ojos. Sabía que Cedric sólo estaba bromeando.
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Editado: 16.11.2019